Con las altas temperaturas aumentan el dolor y la sensación de pesadez que provocan las várices. ¡A no desesperar, podemos darle pelea a ese molesto sufrimiento! Mientras descansamos, y sin sacrificios, la playa también puede resultar un lugar ideal para llevar a cabo unos simples cuidados que mejoren la salud de nuestras piernas.
El Doctor Miguel Ángel Gramajo Booth, pionero de la flebología restaurativa en nuestro país, nos brinda cinco consejos claves para poner en práctica este verano:
1. Un paseo por la playa. Nada más placentero que caminar a la orilla del mar, no sólo es ideal para relajarnos y desconectar de nuestras preocupaciones, sino que además favorece el retorno venoso.
2. Agua, mucha agua. Alivio inmediato al calor agobiante, beber agua también mejora nuestra circulación. Los deliciosos jugos de frutas y el tereré, como cualquier otra infusión, se vuelven otras refrescantes opciones.
3. Un menú playero tan sabroso como nutritivo. Para evitar el estreñimiento, sumamente nocivo para las venas de las piernas, debemos mantener una dieta baja en calorías y alta en fibras. Nada mejor para ello que las refrescantes e hidratantes frutas y verduras (podemos combinarlas en ensaladas). Otras riquísimas alternativas para llevar son las nueces y almendras que, como cualquier fruto seco, poseen ácidos grasos Omega-3 y colaboran a disminuir la viscosidad de la sangre, favoreciendo el flujo sanguíneo. Además aumentan el «colesterol bueno» y hacen que el «colesterol malo» no se acumule alrededor de las arterias, evitando la formación de placas en las paredes de los vasos sanguíneos.
4. ¡Disfrutemos del mar! El agua fresca activa la circulación y disminuye la molesta sensación de piernas cansadas. Si nos animamos a nadar, ¡mucho mejor!: la posición casi horizontal resulta perfecta para un buen retorno venoso. Eso sí, no olvidemos que después del baño es necesaria una ducha para retirar la sal que reseca nuestra piel y aplicar alguna crema para volver a hidratarla.
5. Automasajes y relax. Busquemos un lugar cómodo y regalémonos esta experiencia placentera, ideal para activar la circulación de las piernas. La técnica es sencilla: los masajes deben realizarse de forma ascendente, comenzando por los pies y subiendo poco a poco hasta llegar a los muslos. Así, la sangre acumulada en las venas empezará a movilizarse y fluirá hacia el corazón. No olvidar que los movimientos deben ser suaves: utilizar las palmas y los dedos en su totalidad (¡prohibido presionar con las yemas!). Tampoco deben aplicarse sobre las várices directamente, sino en las zonas aledañas. Para evitar la fricción, podemos usar además cremas o aceites.
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