Según un estudio, el 60% desconfía de las promesas de campaña y el 70% cree que es extendida la corrupción en el Estado; los políticos adjudican los datos a la opacidad y la falta de respuestas
Ante este panorama, la nacion consultó a referentes de los principales espacios sobre qué responsabilidad consideran que tienen en el descontento de la población. Y ya que la moda es ponerse una nota, como hizo el presidente Mauricio Macri sobre su gestión hace algunas semanas, también se les pidió que calificaran su propia credibilidad.
Según Daniel Scioli, el mal concepto de los ciudadanos con la dirigencia se debe a que el votante es cada vez «más exigente» con sus demandas. En diálogo con la nacion, el ex candidato a presidente por el Frente para la Victoria (FPV) destacó que los políticos tienen que «respetar las percepciones» y subrayó que los partidos deben enfrentar el «desafío» de «modernizarse para estar en sintonía con la sociedad y generar confianza».
Desde el estallido social de 2001, que evidenció un malestar generalizado con la dirigencia, poco parece haber cambiado en el nivel de credibilidad y confianza en la dirigencia política, aunque hoy los analistas creen que estamos lejos de volver a ese contexto de crisis y otros, como el ex presidente Eduardo Duhalde, advierten que se debe colaborar para evitarlo.
¿Qué pasó durante todos estos años, la mayoría gobernados por el kirchnerismo, que no se pudo revertir esa desconfianza? «Son muchas las causas», contestó Scioli. Y agregó: «Hubo avances y retrocesos. Ahora hay que poner el énfasis en las frustraciones e interpretar lo que ocurre en cada familia».
Además de señalar el malestar con los políticos, en el estudio difundido en diciembre -con un universo de 1050 ciudadanos de diferentes ciudades-, también hubo malas calificaciones para las instituciones gubernamentales, como el Poder Judicial, la policía, los partidos y el Indec.
Por su lado, la diputada nacional Margarita Stolbizer (GEN) dio un paso más en la autocrítica. «No nos piden cosas muy sofisticadas: tener buena educación, un trabajo digno con ingresos suficientes, andar tranquilos por la calle… Sin embargo, no pudimos ni resolver eso y siempre parece que los temas de la política van por un camino alejado de esas demandas», sostuvo.
La legisladora también destacó los altos niveles de corrupción como una variable que afecta la confianza, y lamentó que «se instale como algo natural» que «todos los políticos roban» porque «en esa generalización se disimulan los que verdaderamente son corruptos».
En tanto, la diputada nacional Carla Pitiot (Frente Renovador) calificó los datos del estudio de «alarmantes», y aseguró que «queda en los dirigentes demostrar a los ciudadanos que esos números no deben ser así». Según ella, parte de esos datos corresponden a la menor tolerancia que los argentinos tienen frente a los dirigentes corruptos. «Hay un replanteo de los valores del argentino. El latiguillo «roban pero hacen» preocupaba, pero se quebró. Será porque se visualizó que la corrupción tiene una consecuencia inmediata con su calidad de vida», indicó.
La socióloga Graciela Römer coincide con que hubo una «fuerte incapacidad de los políticos en dar soluciones a la población», y sostiene que el fenómeno del concepto negativo sobre la dirigencia es generalizado en el mundo. La prueba, dice, está en el surgimiento de movimientos «fuera del sistema partidario tradicional», como el caso de Donald Trump en Estados Unidos.
Sin embargo es optimista y niega que los cánticos que pedían el vaciamiento del sistema político en la Argentina hace 15 años resurjan hoy. «Estamos muy lejos. Se están produciendo transformaciones importantes en la cultura cívica de los argentinos; piden dejar atrás un estilo de poder que no es compatible con un sector importante de la población. Esa es la razón por la que ha triunfado Cambiemos y que el gobierno de Macri todavía tenga un 50% de apoyo a pesar del rechazo a la situación económica», agregó.
La autocalificación
Pasemos a la calificación personal que se les pidió a los políticos sobre su credibilidad. Sobró la modestia.
Stolbizer, por ejemplo, dijo que cree que está en un punto intermedio, aunque admitió que los últimos resultados electorales inclinarían la balanza hacia una mala nota. «No es buena la autocalificación. Pero creo que estaré en un lugar intermedio porque trabajo honestamente y creo que la gente lo percibe. Sin embargo, cuando después no me votan quiere decir que tampoco debo ser tan creíble», lanzó.
Como en el documental sobre su vida que presentó hace unos días, Scioli aprovechó para relacionar su nivel de credibilidad con una sutil mención a las advertencias sobre el ajuste que dio el año pasado en el debate presidencial con Macri. «Yo no me quedaría colgado diciendo que lo anticipé o advertí. Tengo que poner mi mayor esfuerzo en mejorar [porque] cuando uno está a casi dos puntos de ser presidente te replanteás muchas cosas», respondió.
Alonso, que no dio números, delegó el rol de calificador en la población: «Soy muy exigente en lo que hago y siempre encuentro cosas para mejorar. La credibilidad se construye con resultados. Prefiero que me califiquen los ciudadanos».
La diputada massista Pitiot es la única que se animó a dar un número, aunque lo puso entre signos de pregunta. «Yo me pondría un 10», dijo. Y agregó: «Pero dado que mi mandato recién inicia y la credibilidad es un ejercicio de construcción cotidiana con la ciudadanía, este puntaje debe, sí o sí, promediarse con la mirada que la gente tiene de uno».
¿Qué tan creíbles creen que son?
Ex gobernador bonaerense
«No diría que lo advertí [el ajuste]. Tengo que mejorar, porque cuando quedás a dos puntos de ser presidente te replanteás muchas cosas»
Diputada nacional (GEN)
«Trabajo honestamente y creo que eso se percibe. Pero cuando después no me votan quiere decir que tampoco debo ser tan creíble»
Titular de la oficina anticorrupción
«La credibilidad se construye con resultados. Prefiero que me califiquen los ciudadanos»
Carla Pitiot
Diputada nacional (FR)
«Me pondría un 10, pero como mi mandato recién comienza, el puntaje debe promediarse con la mirada de la gente»
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