En 1992, el padre Juan (se ha preservado su identidad) confesó a los niños del seminario menor del IVE durante un ejercicio espiritual, y uno de ellos le señaló que había sido abusado por un sacerdote que en ese entonces estudiaba en Roma, luego le dijo lo mismo fuera de confesión, con lo que el sacerdote se vio libre de contarlo sin romper con el secreto.

«El joven me lo dice fuera de confesión y a la brevedad voy a mis superiores para hablar del tema, siendo Superior el Padre Carlos Buela, que es la persona a quien acudo en esta circunstancia», explicó.

Sin embargo la respuesta de Buela le sorprendió, lejos de atender a su reclamo, el fundador de la orden le respondió: «Vos ves muchas novelas» y le dijo que tuviera cuidad con «el sacrilegio de romper con la confesión».

Casi un año exacto más tarde el sacerdote fue con el rector del Seminario Menor y los jóvenes a un asado en donde se les dio vino a todos ellos, ante la negativa de Juan a que esto sucediera, y sumado a las quejas que le había manifestado a Buela, se lo comenzó a tratar como un hombre en rebeldía, y le pidieron su renuncia a todos los lugares en los que impartía clases.

Finalmente, en 1993, el sacerdote fue enviado a Estados Unidos para alejarlo de todo lo que ocurría en el IVE y que él había decidido no callar.

Todo lo dicho fue puesto en consideración de monseñor Taussing, obispo de San Rafael, quien «se ha portado muy bien y está tomando cartas en el asunto», según explicó Juan.

  El Vaticano en contra de las desobediencias de Buela

El Cardenal Braz de Avis, prefecto de la Cicsva (dicasterio del Vaticano que se ocupa de seguir a los Institutos en problemas como el IVE) convocó al general del IVE (padre Gustavo Nieto) y le reprochó las continuas desobediencias y el espíritu sectario del Instituto del Verbo Encarnado (IVE).

El llamado de atención del cardenal fue hecho en presencia del secretario del Cicsva, monseñor Rodríguez Carballo y del comisario nombrado por el papa Francisco para controlar el IVE, el padre Todisca. Entre las quejas se encontraba el hecho de que cada 15 días el sacerdote viaja a ver a Buela a Génova para recibir sus órdenes.

Por todo esto, el cardenal mencionó la posibilidad de disolver la orden si las desobediencias continúan. No obstante, al día siguiente de esa reunión niños del seminario menor del IVE en Italia (de entre 12 y 16 años) viajaron a Génova para saludar al padre Buela quien los recibió, pese a las prohibiciones del Vaticano, y se tomó fotografías con ellos.

El Papa Francisco le ordenó no tener contacto con los miembros del Instituto, algo que el sacerdote nunca cumplió. Buela está fue recluido luego de las reiteradas denuncias de abusos «sobre adultos vulnerables» que recibió.

El Papa permitió al líder del IVE vivir en una casa propia

«A nosotras no nos decían nada», una ex religiosa del IVE cuenta su propia historia:

«Fui religiosa de las servidoras del señor y virgen de Matara que pertenece a la congregación del Verbo Encarnado, viendo las tristes noticias de estos sacerdotes que fueron abusados me atrevo a hablar lo que vi», explicó una ex IVE.

Mientras los demás sacerdotes de la diócesis y los laicos sabían denuncias de nuestros fundador, a nosotros que estábamos adentro nos decían que eran los que nos perseguían

«Fui religiosa durante casi 20 años en este Instituto. Cuando me empecé a dar cuenta de muchas irregularidades entre esas que nos ocultaban muchas cosas sobre el fundador o nos decían versiones distintas.( Mientras los demás sacerdotes de la diócesis y los laicos sabían denuncias de nuestros fundador, a nosotros que estábamos adentro nos decían que eran los que nos perseguían, o el mismo papa Francisco que no quería a nuestra fundador y nos perseguía o que los que habían dejado el instituto eran personas que hablaban mal en forma de Venganza. etc. ) Hasta que nos enteramos que el último sacerdote que denuncio de abuso era una figura intachable, un gran sacerdote, de una buena familia, como los demás que denunciaban y ahí nos dimos cuenta que algo andaba mal», agregó.

La mujer contó que dentro del Instituto se «actúa como una secta» y cuando alguien se va se convierte en enemigo. «Durante mis años ahí pude conocer sacerdotes que venían de otros destinados cambiados por que habían recibido denuncias de abusos y que sin embargo solo los cambiaban de lugar, con el peligro que eso acarreaba o si el caso era muy grave se los enviaba un tiempo a un monasterio hasta que todos se olviden de él, luego de varios años lo volvían a poner en el cargo inicial», explicó.

Igualmente la mujer no se arrepiente de todo el bien que hizo estando en el IVE, porque también se hace bien, y mucho bien:

Pero al igual que en el resto de los sacerdotes y ex sacerdotes que se comunicaron con MDZ, la ex religiosa espera que se aparte a quienes prefieren tapar horrores tales como los abusos infantiles.