San Rafael, Mendoza martes 26 de noviembre de 2024

Haces ejercicio ¿y no ves resultados?

Tanto algunas investigaciones como experiencias de vida indican que mucha gente que comienza un nuevo programa de ejercicio ve poca mejoría, o ninguna, en su salud y condición física incluso después de varias semanas de seguir disciplinadamente su nueva rutina.

Los científicos de la condición física las conocen como “personas sin respuesta”. Sus cuerpos simplemente no responden al ejercicio que hacen. Cuando pierden la inspiración y el ánimo, a menudo dejan de ejercitarse otra vez.

Sin embargo, un nuevo estudio, motivador y oportuno, sugiere que las personas sin respuesta a un tipo de ejercicio probablemente puedan cambiar a otro régimen de ejercicio al que su cuerpo sí responda. Una simple prueba que puedes realizar en casa te ayudará a determinar qué tanto te está funcionando el ejercicio que haces.

Uno de los primeros estudios importantes que señaló el fenómeno de las personas sin respuesta apareció en 2001, cuando los investigadores analizaron los datos de decenas de estudios publicados previamente sobre corredores, ciclistas, y otros practicantes de ejercicios de resistencia.

Los estudios mostraron que, en conjunto, el entrenamiento de resistencia aumentaba la resistencia de las personas. Sin embargo, cuando los investigadores examinaban los resultados individuales, las variaciones eran asombrosas. Algunas personas habían mejorado su resistencia cien por ciento, mientras que otras de hecho tenían una peor condición física, aunque todas siguieran la misma rutina.

Así que, para el nuevo experimento, cuyos resultados se publicaron en diciembre en la revista PLOS One, los investigadores de la Queen’s University en Kingston, Ontario, y de la Universidad de Ottawa decidieron enfocarse en descubrir si una persona sin respuesta a una forma de ejercicio podría beneficiarse al cambiar a otra.

Comenzaron reuniendo a 21 hombres y mujeres sanos, y determinaron su “VO2máx” (una medida de cuánto oxígeno pueden entregar los pulmones a los músculos), el pulso y otros parámetros fisiológicos asociados con la condición aeróbica.

Luego hicieron que cada voluntario realizara dos tipos muy distintos de ejercicio. Cada régimen de entrenamiento duraba tres semanas y los investigadores esperaron varios meses antes de comenzar con el siguiente régimen para que los voluntarios pudieran regresar a su condición física basal.

Una rutina de tres semanas consistía en entrenamiento típico de resistencia: pedalear en una bicicleta fija cuatro veces a la semana durante 30 minutos a una velocidad moderadamente intensa.

El segundo tipo de ejercicio se desarrollaba en intervalos de alta intensidad. Cada voluntario completaba ocho intervalos de 20 segundos de intenso pedaleo en una bicicleta fija, con diez segundos de descanso después de cada uno. Los intervalos eran brutales pero breves.

Al final de cada periodo de tres semanas, los investigadores revisaron de nuevo el VO2máx de cada voluntario, así como otras mediciones de la condición física.

Como grupo, habían incrementado admirablemente su condición física gracias a los dos tipos de ejercicio y, aproximadamente, en la misma medida.

Sin embargo, de manera individual las respuestas variaban considerablemente.

Casi un tercio de las personas no mostró mucha mejoría, si acaso la hubo, en una de las mediciones de la condición física después de tres semanas de entrenamiento de resistencia. De manera similar, cerca de un tercio no había mejorado mucho su condición con el entrenamiento a intervalos. Además, después de cada tipo de ejercicio, algunos participantes mostraron una peor condición.

En otras palabras, la mayoría de los participantes no había respondido como se esperaba después de uno de los dos tipos de ejercicio.

Sin embargo, lo más importante es que nadie había dejado de tener alguna respuesta. Todos los hombres y mujeres habían mejorado notoriamente su condición física de alguna manera después de uno u otro de los periodos de ejercicio.

El asunto es determinar cuál forma de ejercicio es la más adecuada para cada persona.

La respuesta, sostiene el Dr. Gurd, consiste simplemente en practicar la prueba y error.

Antes de comenzar una nueva rutina de ejercicio, sugiere, mide tu condición física. Puedes hacerlo subiendo vigorosamente varios pisos de escaleras o bajando y subiendo con rapidez de una caja tres o cuatro veces. Luego revisa tu pulso. Esa es tu cifra basal.

Ahora comienza a hacer ejercicio. Camina. Trota. Ve a un entrenamiento en intervalos o a clases de spinning.

Después de aproximadamente un mes, dice el Dr. Gurd, repite la prueba de las escaleras o la caja. Tu pulso debe ser más lento. También debes sentir que es más fácil hacer tu rutina de ejercicios.

Si no es así, es posible que seas una persona sin respuesta a tu rutina actual.

En ese caso, cámbiala, recomienda el Dr. Gurd. Si sobre todo habías estado caminando, quizá puedas tratar de subir rápidamente algunos pisos de escaleras y caminar hacia atrás, lo que constituye una forma simple de entrenamiento a intervalos.

Si has estado ejercitándote con intervalos y no sientes que tienes mejor condición, tal vez puedas tratar de trotar durante uno o dos meses.

El mensaje que el Dr. Gurd quiere transmitir sobre personas sin respuesta al ejercicio “no es que no debes molestarte en hacer ejercicio porque puede que este no te ayude”, dice. “Nos ayuda a todos, una vez que encuentras el mejor para ti”.

Fuente:http://www.nytimes.com/es/2017/01/13/haces-ejercicio-y-no-ves-resultados/?rref=collection%2Fsectioncollection%2Findex

 

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