Luego de un 2016 difícil en lo económico, se perfila un año que podría encaminar el crecimiento; los desafíos hacia adelante
Pensar la Argentina que viene. De eso se trata. Varios temas se cruzan en ese pensamiento, como la producción, la educación, el empleo, la construcción, el consumo y la inserción del país en el mundo, entre otros. A todo esto debe sumarse la tan mentada reducción del déficit fiscal, que está indisolublemente atada a una reforma tributaria que no termina de tomar forma.
Por el lado de la producción, sólo el campo parece emerger como un genuino «brote verde», en medio de una pobre performance del resto de los sectores. «Para 2017, el eje tiene que estar en el crecimiento y la inversión productiva», dice Diego Coatz, economista de la Unión Industrial Argentina (UIA).
En lo que respecta al empleo, hubo un pequeño respiro con el último informe del Indec que evidenció una leve caída trimestral de la desocupación, aunque para el investigador Agustín Salvia, el panorama no es alentador. El consumo, en tanto, terminará el año con una caída de 3,5%, pero con una excepción en las ventas de pickups, otra señal de que el campo ya despegó, según analiza Guillermo Oliveto, CEO de la consultora W.
En el plano internacional, será algo muy significativo el empeoramiento en el ambiente comercial. «La promesa de una política norteamericana más restrictiva encontrará razones adicionales en un dólar fuerte. Así, es difícil no anticipar un ambiente de conflictos crecientes», afirma Roberto Bouzas, de la Udesa y el Conicet.
La construcción cerrará un muy mal 2016 para mirar con optimismo el 2017. Según Rodrigo Álvarez, de la consultora Analytica, ese sector se convertirá en uno de los motores de la economía, con un crecimiento el año próximo de 20%. Un fuerte impulso a las obras de infraestructura, un contexto macroeconómico más estable, un resurgiente mercado inmobiliario y un buen blanqueo son los pilares que sustentan esa estimación.
En materia de educación, Juan José Llach, economista del IAE de la Universidad Austral, remarca que el país deberá recuperar el terreno perdido. La Argentina, a su entender, debe lograr un salto cualitativo en la productividad inclusiva basada en las tareas de educar, invertir, investigar, innovar y lograr una cultura del valor agregado que haga nacer al federalismo que nunca tuvimos. «Todo esto es esencial para generar millones de empleos productivos», opina.
Los sectores clave de la economía
Producción
Diego Coatz
Unión Industrial Argentina
La industria creció 5,9% en promedio entre 2005 y 2011. A comienzos de 2012 entró en un estancamiento que se hizo caída este año. En parte, el declive se explica por la corrección de desequilibrios heredados, pero también por aspectos de la actual coyuntura económica (tasas y restricción del crédito, reducción de mercado interno, presión importadora, costos crecientes).
Para 2017, el eje tiene que estar en el crecimiento y la inversión productiva. Eso requiere comprender la nueva configuración global: el comercio se encuentra estancado, Brasil en recesión y sobreproducción en muchas cadenas industriales por el nuevo rol de China.
La velocidad de la recuperación dependerá de cuatro cuestiones fundamentales.
1) Más y mejor crédito: que la reducción gradual de tasas se complemente con líneas directas para el sector productivo. Hoy el crédito profundiza desigualdades regionales.
2) Inversión pública y privada en articulación: es la forma de mejorar la competitividad sistémica potenciando proveedores nacionales que hoy operan con 35-40% de capacidad ociosa.
3) Costos de producción: desde las tasas municipales y provinciales hasta los costos logísticos crecientes necesitan ser optimizados, para que la, estructura tributaria incentive el desarrollo regional y las pymes.
4) Una política industrial articulada con la agenda tecnológica y educativa: el país está lejos en inversión en I+D de países como de la OCDE (0,6% del PBI vs. 2,5 – 3%). La densidad tecnológica nacional permite competir y ganar espacios productivos en las cadenas de valor.
Construcción
Rodrigo Álvarez
Consultora Analytica
En el primer año de gestión de Cambiemos, la actividad de la construcción registró la peor performance desde 2002. Sin embargo, las perspectivas para 2017 son muy alentadoras y lo pondrían al tope de los sectores que lideren la salida de la recesión.
Concretamente, en 2016 la actividad de la construcción mostrará una caída superior al 10%. Varios factores influyeron para converger en esta dinámica. Por un lado, el alza en los costos de la construcción derivado de la devaluación junto con la caída del salario real y suba de tasas de interés, le quitaron dinamismo a las obras privadas. A esto se sumó el necesario ordenamiento que requirió la obra pública dado el caos administrativo heredado. La actividad no tuvo ningún «colchón» para amortiguar la transición hacia un nuevo régimen.
Pero las perspectivas para 2017 son muy alentadoras con cuatro disparadores. En primer lugar, el Gobierno dará un fuerte impulso a las obras de infraestructura. El segundo aspecto es que, con un contexto macroeconómico mucho más estable, esperamos un fuerte dinamismo del crédito hipotecario. Derivado de lo anterior, con tasas de interés no tan positivas, el negocio inmobiliario vuelve a ser una alternativa atractiva dado que ofrece alta rentabilidad. Finalmente, por el impacto que puede tener el blanqueo, ya que habrá más recursos disponibles y será potenciado por los fondos de infraestructura, con proyectos importantes.
Con todo esto, prevemos un incremento en torno al 20% en la construcción en 2017.
Empleo
Agustín Salvia
UCA/UBA/Conicet
El escenario nacional sigue signado por un entramado de expectativas favorables, temores fundados y costos sociales indeseados. Esto, en el contexto de un conjunto de medidas que buscaron desatar los desajustes macroeconómicos heredados y crear un clima de confianza para iniciar un ciclo de crecimiento de más largo aliento. El Gobierno buscó bajar la inflación retrayendo la demanda interna, a la vez que reducir los costos laborales mediante una baja en el valor real de los salarios. Se esperaba una reacción favorable de los agentes de mercado. En este contexto, el creciente déficit fiscal no es resultado de la pesada herencia sino de la decisión de mantener un mínimo de consumo interno, un forzoso equilibrio político y una ajustada paz social.
Pero la estrategia ha sido hasta ahora poco efectiva. El empresariado no respondió a las expectativas oficiales. El esperado rebote se retrasa y el mercado de trabajo sigue estancado, la indigencia laboral crece y, pese al alza de las transferencias sociales, la pobreza todavía crece, aunque lentamente.
El último informe del Indec informa una leve caída trimestral de la desocupación y un aumento del empleo. Es un comportamiento poco probable. Estas variaciones sólo pueden explicarse por un error estadístico o por un efecto estacionario no muy claro. Quizá ya llegamos a un piso de deterioro, pero no está teniendo lugar una recuperación de la demanda de empleo, mucho menos del empleo pleno. Y en tanto se mantenga este escenario, sólo cabe esperar un aumento del empleo de subsistencia, de la precariedad y de las desigualdades estructurales de la sociedad.
Consumo
Guillermo Oliveto
Consultora W
La contracción del consumo en 2016 será clara y, a estas alturas, ineludible. Nuestras proyecciones indican que el año terminaría con valores cercanos al -3,5% en alimentos, bebidas, cosmética y limpieza, -10% en indumentaria, y -15% en electrodomésticos y tecnología.
La excepción la marca la venta de autos 0km en el mercado interno. Se estiman ventas por unos 700.000 (+9%) El auto más vendido del año, no será un auto. Será una pickup. El campo ya arrancó.
La recesión del primer año de Macri se asemeja mucho a la del final del kirchnerismo en 2014. Devaluación, fuerte suba de precios en el primer semestre, caída de la confianza del consumidor, pérdida de poder adquisitivo y un clima de restricción generalizado.
Las grandes diferencias entre un año y otro son dos. En contra, las tarifas. La gente tuvo que comenzar a pagar algo que durante muchos años había retirado de su agenda porque era «casi gratis». El gasto de los hogares se reconfiguró obligadamente afectando a la baja el consumo cotidiano. A favor, las expectativas. Antes había incertidumbre con respecto al futuro, hoy hay esperanza.
Hay consenso en que la Argentina crecerá entre 3 y 5 puntos el año próximo. Bajo esa perspectiva el consumo masivo crecería cerca del 3%. No será un «boom» pero sí se recuperará buena parte de lo perdido en 2016. Hay que recordar que 2017 es un año electoral. Con una inflación fuertemente a la baja (20 a 23%), puede preverse entonces que los salarios le ganen por 4 o 5 puntos. El consumo es un fenómeno que hoy tiene un fuerte impacto social y político.
Educación
Juan José Llach
IAE
Han transcurrido ya muchas décadas sin que la Argentina pueda sostener una estrategia de desarrollo económico y social integral, lo que ha llevado a perder sistemáticamente posiciones respecto de muchos otros países, pese a fugaces remansos. En paralelo, la luz de nuestra educación fue languideciendo junto al deterioro de la condición docente. Instituciones constitucionales, equilibrios macroeconómicos y la integración al mundo son esenciales para reencontrar el camino del desarrollo, y ellas están en construcción aun en medio de notorios obstáculos. Pero no se agota allí la agenda. La Argentina debe lograr también un salto cualitativo en la productividad inclusiva, no basada en la exclusión sino en educar, invertir, investigar, innovar y lograr una cultura del valor agregado que haga nacer al federalismo que nunca tuvimos. Todo esto es esencial para generar millones de empleos productivos.
Ayudaría mucho un plan acordado entre el Gobierno, la política y la sociedad civil. Hay elementos aquí y allá, como el proyecto Argentina 2030 o el plan estratégico Argentina Enseña y Aprende. Pero urge acercar la educación en todos los niveles al mundo del trabajo y la producción. El mejor modo de hacerlo no es la adivinación imposible de los empleos del futuro, sino dotar a todos los educandos del manejo de la lengua oral y escrita, el razonamiento lógico, la cultura general, las habilidades socioemocionales y, hoy también, la expresividad visual. Logrando comprometer a la sociedad en un proyecto de esta índole podrían obtenerse resultados en poco tiempo.
El mundo
Roberto Bouzas
Udesa/Conicet
Los pronósticos sobre la economía internacional en 2017 presagian turbulencias. Un motivo es la emergencia de un fenómeno nuevo en los países desarrollados: el «riesgo político». Durante mucho tiempo, el «riesgo político» fue un factor relevante en la formación de expectativas en los países en desarrollo, pero su influencia en las economías desarrolladas fue relativamente marginal. Esto cambió en 2016. El referéndum sobre el Brexit, la elección de Donald Trump y la situación política interna en varios países europeos han abierto un interrogante sobre la evolución de las políticas económicas.
Si Trump implementa aunque más no sea una parte de sus promesas, asistiremos a una combinación de expansión fiscal y restricción monetaria (impulsada por la Reserva Federal) que elevará las tasas de interés y fortalecerá al dólar. Otras medidas anunciadas (como la baja en el impuesto a las ganancias de las empresas) estimularán un retorno de capitales a EEE.UU., lo que apreciará aún más la divisa del país. Así, las condiciones de financiamiento para los países en desarrollo empeorarán. El aumento en el valor del dólar podrá tener, además, un impacto negativo sobre el precio de los productos primarios. Pero el riesgo probablemente más significativo será el empeoramiento en el ambiente comercial internacional: la promesa de una política norteamericana más restrictiva encontrará razones adicionales en un dólar fuerte. Así, es difícil no anticipar un ambiente de conflictos comerciales crecientes.
Una primera condición para la «inserción inteligente» en el mundo es trabajar con escenarios que no reemplacen las señales de la realidad con deseos o preferencias.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1965318-la-mira-puesta-en-el-pais-que-viene
Sé el primero en comentar en «La mira puesta en el país que viene»