Una decidió ser madre a los 27, otra a los 40; en esta conversación, comparten qué les cambió y cómo enfrentan la maternidad desde su enfoque
¿Cuándo decidieron ser mamás?
CG: Cuando mi marido y yo nos dimos cuenta de que estábamos preparados para ser papás, decidimos abrirnos a la posibilidad de tener un hijo. No teníamos un plan fijado, fue algo que evolucionó entre nosotros. LA: Recién con mi compañero actual tuve el deseo de ser mamá. La maternidad la tenía postergada. Conocía muy de cerca lo que significa tener un hijo, ya que soy maestra jardinera. Posiblemente, trabajar con chicos me hizo un efecto rebote, de cuidar el tiempo para mí. Es una profesión divina pero que te agota. Por eso, se definió ahora, a los 40.
¿Qué diferencias hay entre mamás de veintipico y las de arriba de 40?
CG: En el consultorio del pediatra, casi todas las mamás son más grandes que yo. No sé, yo veo que ahora están planificando mucho. Yo no pienso así, que la decisión fuera mía. Cuando pensamos en tener un hijo, no sabíamos cuándo iba a venir, no planificamos cuándo en función de un plan nuestro sino del deseo de ser papás. Creo que cada vez son más grandes las mamás porque tienen la necesidad de prolongar la adolescencia, la juventud. Yo estoy feliz de haber ido a un boliche de los 18 a los 21 años y ahora ya no, siento que esa etapa ya terminó. Estoy feliz a esta edad como mamá. LA: Como docente, mi experiencia es que la madre primeriza no tiene edad, le pasan las mismas cosas que a cualquiera. Las de 40, quizás, tienen menos angustia y desesperación, son más obsesivas con algunas cosas y más tranquilas con otras. Una madre de 20 le quiere sacar los pañales rápido, que hable rápido y que haga todo rápido. Son más ansiosas y compran todos los guiones de la madre «progre» moderna. Yo noto que las madres jóvenes no esperan los tiempos de los hijos.
¿Cómo les cambió la vida con la llegada del hijo?
CG: Cuando nació Santos, vivimos un cambio muy grande. Al principio tuve un tironeo interno y después me cayó la ficha de que soy mamá y organizo las salidas de acuerdo a lo que se ajuste a nuestra familia. Estoy en otra etapa y si me pierdo un programa, todo bien. No podía estar corriendo atrás de mis amigas para seguirles el ritmo, disfruto muchísimo de mi maternidad. La ficha cayó más tarde y me di cuenta de que uno ya no es como era antes. Un programa que implique dejarlo a Santos mucho tiempo no lo quiero, no me divierte.LA: Ya no tenemos el mismo tiempo de pareja, la vida social es alrededor de los niños, la vida cambia 100%. Hace 3 años que no veo una película entera, estamos mucho con ellos. Sostener una crianza en la que estamos los dos a la par, hace que la vida te cambie mucho. Yo reduje mi horario de trabajo para estar presente en casa. Cocinamos todos juntos, los programas son en función de ellos, dejás de mirarte el ombligo para correr el eje de tu vida hacia ellos.
¿Cómo acompañan familia y amigos tu maternidad?
CG: Mis amigas me entienden. Ellas no hablan de ser madres ahora, dicen que son chicas para eso, se sienten chicas y no tienen ningún apuro. Les gusta mantener la juventud de esa manera. De mi grupo de amigas somos sólo dos las que tienen un hijo. Recién ahora se están empezando a casar. Pero todas están encariñadas con Santos.LA: En general, la mayoría de mis amigas son madres de adolescentes. Sin embargo, siento una diferencia entre el nacimiento de mi primer hijo, que hoy tiene 6 años y el de Emilia, hace 5 meses. Siento que con el primero me trataban como una madre añosa y ahora no. En los consultorios médicos y en diferentes lugares que voy con Emilia me encuentro con muchas más madres cuarentonas.
Fuente:http://www.lanacion.com.ar/1946742-miedos-responsabilidades-y-alegrias-diferencias-de-ser-mama-a-los-20-o-a-los-40-anos
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