Los máximos galardones de la ciencia reconocen descubrimientos en física, química y biología que están creando ahora mismo el mundo de las próximas décadas. El científico francés Jean-Pierre Sauvage, uno de los premiados con el Nobel de Química 2016, en su laboratorio.
Hay otros premios que compiten con ellos en su apuesta por la innovación, su prestigio y hasta su remuneración dineraria, pero los Nobel siguen siendo, hoy por hoy, los galardones que fijan en la historia el curso del avance científico, y los que convierten a sus receptores en figuras consagradas y voces públicas que avalan la mejor ciencia disponible. Lee en Materia en qué consisten los premios Nobel de física, química y medicina que se han concedido esta semana. DOMINIQUE GUTEKUNST EFE
Conviene subrayar el premio de física, precisamente por lo difícil que resulta comprenderlo. Tiene una relación estrecha con los mundos planos, superficies de un grosor tan minúsculo que viven en un espacio de dos dimensiones, longitud y anchura pero sin altura. Cada átomo obedece las leyes establecidas de la física cuántica, pero, cuando muchos de ellos se agrupan en una superficie plana, emergen propiedades nuevas, fenómenos colectivos muy difíciles, si no imposibles, de predecir a partir de la suma de sus partes. Pero que tenemos que ser capaces de explicar después de descubrirlas. Esa explicación, expresada en los términos exactos y elegantes de la matemática, es la que ha recibido el Nobel.
La comprensión profunda siempre es el portal del futuro tecnológico. Esa es la primera lección que podemos extraer de la historia de la ciencia
La física cuántica, que es la ciencia de lo muy pequeño –moléculas, átomos, partículas subatómicas y de ahí para abajo— se vuelve visible cerca de los 273 grados bajo cero, el llamado cero absoluto. La temperatura es una medida del movimiento medio de las moléculas, y el cero absoluto significa que todas las moléculas están quietas: no pueden estar menos que quietas, y por tanto no se puede alcanzar una temperatura inferior. Cerca del cero absoluto, y en las superficies planas, empiezan a ocurrir cosas asombrosas. Por ejemplo, la resistencia eléctrica se anula y el material se convierte en un superconductor; o los remolinos, como el que se forma en el lavabo, siguen girando sin detenerse nunca. Los tres físicos británicos (todos emigrados a Estados Unidos) han explicado matemáticamente esas paradojas del mundo cuántico que podemos observar a nuestra escala de tamaño.
¿De qué sirve esto? De momento para nada. Pero la comprensión profunda siempre es el portal del futuro tecnológico. Esa es la primera lección que podemos extraer de la historia de la ciencia.
Fuente: http://elpais.com/elpais/2016/10/07/ciencia/1475859752_584356.html
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