Gustavo Castelli, CEO de BGH. Dice que el Gobierno resolvió problemas con un grado de profesionalismo al que no estábamos acostumbrados, pero también le pide que sea más claro en el rumbo de la economía.
Los empresarios pedían un cambio y el cambio llegó con Mauricio Macri. Pero el Gobierno sorprendió a varios sectores. Además de eliminar el cepo y flexibilizar las importaciones, también pide reconversión y más apertura, situación que sumada a la caída del consumo, producto en parte a la crisis de Brasil, y también a las medidas tomadas o no por el propio Ejecutivo, convierten la escenografía en un combo preocupante para las actividades vinculadas a las denominadas industrias sensibles. Pero los industriales empiezan a tener otro problema: más allá de la realidad que viven algunos sectores, hoy vuelve a sobrevolar en la sociedad la sensación de que producir en la Argentina es caro y poco competitivo. Gustavo Castelli, CEO de BGH, la empresa que fabrica productos electrónicos, se defiende. «Nosotros no estamos atrasados con respecto al mundo civilizado.
No es cierto. Con una diferencia de dos o tres meses, tenés en la Argentina los mismos productos que se consumen en Estados Unidos o Europa», sostiene. «Hoy con el tipo de cambio actual, es más barato producir acá que traer importado», sostiene. Las fábricas de productos electrónicos, como los textiles, los muebles, el calzado y la línea blanca en general, entran en la categoría de «sensibles». Un término que tampoco es del agrado del actual Gobierno. En el fondo, para Macri, Tierra del Fuego es un problema y toda industria que recibe subsidio, debería reconvertirse. De hecho, algunos ministros sostienen que son competitivas las industrias que pueden exportar.
¿El Gobierno abrió la canilla de las importaciones?
No es cierto. El Gobierno no abrió mucho las importaciones. El país aprendió la lección de los 90 y no se puede abrir las importaciones totales de un día para otro porque eso tiene efectos devastadores.
¿Y por qué hay más productos importados?
En nuestro rubro el problema es otro. Lo que si hay es una retracción de demanda. Pérdida del poder adquisitivo y cautela de los consumidores que ven un panorama algo incierto. Lo que va a pasar entonces es que preferís no comprar a comprar. En tercer lugar se conjuga con un enorme stock que actualmente tiene el sistema.
¿El stock es sólo por caída de la demanda?
Además de la caída del consumo, el tema es que el año pasado, todo el primer semestre hubo mucha restricción a las importaciones producto de la no aprobación de las DJAI. Existió una sensación de falta de producto. De golpe cuando el Gobierno anterior se acercaba al fin del mandato abrió la canilla y entraron una enorme cantidad de partes. Se empezó a producir mucho más. Desde que decidís comprar hasta que lo ponés en el canal de venta es una industria de ciclo largo. Hubo un sobredimensionamiento de partes para producir. Está todo lleno ahora.
¿Como industrial, rescata acciones positivas de este Gobierno?
Sí, hay acciones buenas. Lo cierto es que tenía que dar señales que las dio con un grado de profesionalismo que no estábamos acostumbrados. La salida del cepo, el arreglo con los holdouts, son dos ejemplos. Y también este Gobierno está trabajando con mucha más transparencia. Es un Gobierno que dialoga, que escucha, que no siempre hace lo que uno quiere, pero es lógico. El diálogo y la transparencia son un progreso enorme con respecto a lo que veníamos viviendo en los últimos años.
¿Y lo negativo?
Que el rumbo no se termina de entender todavía. Uno que como empresario está esperando las señales del Gobierno para saber para dónde agarrar, es un problema. Es decir, si a uno le dicen o le dan señales constantes de que la historia va para un lado, le puede gustar o no, pero no te va a sorprender si finalmente la historia va para ese lado. Pero la gran pregunta acá es qué vamos a hacer con la economía argentina. Qué vamos a hacer con la economía más allá del campo y los dos o tres sectores que son muy competitivos a nivel global.
Boris Garfunkel e Hijos, de los muebles a las notebooks
Si la automotriz japonesa Toyota comenzó siendo una textil, bien puede una empresa argentina dedicada a la tecnología tener un origen casi desconocido y transformarse en famosa con el correr de los años. Este es el caso de Boris Garfunkel e Hijos, de ahí la sigla BGH, que empezó como una mueblería en 1913. Dos décadas más tarde, se dedicaba a la venta al público y a la distribución de productos importados en todo el país, como baterías y púas para fonógrafos. Más tarde la compañía firmó acuerdos con la fabricante de motos Gilera para distribuir sus productos, y a fines de los años 50 ya comercializaba cocinas, aspiradoras, ventiladores y calefactores. Para los años los 60 ya había cerrado convenios que la consolidaron como fabricante.
Primero con Fedders, luego con Motorola. Así se transformó en el primer fabricante de equipos de aire acondicionado del país. Sumó otros socios internacionales, como Telefunken y Moulinex dando inicio a la producción de televisores y electrodomésticos en Tierra del Fuego. También un join venture con Motorola y BellSouth para el nacimiento de Movicom, la convirtió en el primer fabricante de celulares del país. En los últimos años, un acuerdo con Positivo la llevó a fabricar notebooks y tablets.
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