San Rafael, Mendoza martes 26 de noviembre de 2024

Río 2016: «El mejor lugar del mundo es aquí y ahora», ese himno brasileño de Gilberto Gil que se hizo realidad en el Maracaná

La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos fue el momento de esplendor de una jornada que había empezado con los nervios típicos de cada previa; Brasil empezó a disfrutar de su gran fiesta deportiva   

RÍO DE JANEIRO.- Gisele Bündchen cruzó el Maracaná de punta a punta con ese andar que sólo ella tiene mientras Daniel Jobim, el nieto de Tom, tocaba Garota de Ipanema en el piano. Y la pregunta surgió desbocadamente espontánea en medio de una perfecta noche de verano en el invierno carioca: ¿se puede pedir más?

Probablemente no. La ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Río 2016 fue un lujo para el que no alcanzaron los cinco sentidos, una apoteósis de colores, música y alma, ese cóctel que Brasil maneja como pocos países.

La ceremonia fue un éxito y los Juegos se lanzan hoy a pleno en lo deportivo. Televisivamente serán insuperables, porque difícilmente haya ciudad en el mundo con escenarios tan potentes como los de Río de Janeiro. A pie de tierra la realidad muchas veces es y será diferente. El desconcierto de muchos empleados rasos de la organización era ayer notable. Gritos, contradicciones, nervios, un acelere llamativo, como si fueran conscientes de lo mucho que se juega en estas semanas el país en cuanto a imagen. No era su culpa, claro, sino de los mandos medios y altos de un gigantesco entramado, el del comité organizador, que en determinados aspectos no parece haber trabajado siete años para sacar adelante los Juegos. Fue un día a puro stress, lo opuesto a lo que se espera de Brasil.

Foto: Reuters

La puntualidad británica con que comenzó la ceremonia inaugural fue el primer momento de sosiego tras el día de nervios y tensiones a pleno sol que marcó el desembarco de la experiencia olímpica en América del Sur por primera vez en la historia.

Todo la tensión, fuera del estadio. Dentro del Maracaná, en cambio, lo que se vio fue un Brasil en su más excelsa expresión. Un Maracaná tan transformado que era difícil pensar en el «era por abajo» de hace dos años: el estadio que albergó dos definiciones de Mundiales fue una fiesta muy diferente a la que suele vivirse allí con el fútbol.

Sí, fiesta es una expresión trillada, ¿pero cómo describir una noche que comenzó exhibiendo la potencia del mar y el misterio de los primeros habitantes de la jungla? Con un gran juego de luces, sí, pero se podía sentir, oler, casi tocar ese mar y esa selva desde las tribunas. Una noche que un ratito después mostró al aviador Alberto Santos Dumont sobrevolando Río para terminar en la playa de Ipanema para que Bündchen la caminara. Tropicalismo exuberante y también sutil, como los suaves acordes de la guitarra de Paulinho da Viola, gran exponente del samba, que tocó el himno nacional brasileño sin que se filtrara un gramo de marcialidad, agresividad o soberbia, tan habituales en los grandes acontecimientos deportivos.

Foto: Reuters / Pilar Olivares

La ceremonia era potente y delicada a la vez, con cuidados elementos tecnológicos mezclados con mucha creatividad y estilo, la evidencia de la talentosa mano del cineasta Fernando Meirelles. Un mundo de distancia con lo que se vio en la apertura del Mundial de 2014, aunque eso no sea nuevo: las ceremonias inaugurales de los Juegos son uno de los grandes momentos del olimpismo, una noche que se valora mucho, un objetivo en sí mismo; en los Mundiales, en cambio, los espectadores lo único que quieren es que se termine la fiestita para ver fútbol.

No faltó ayer la referencia a los colonizadores portugueses, los indios del Amazonas, las favelas y los esclavos, a los que se representó sin maquillar la historia: encadenados.

Y música, música todo el tiempo: samba, funk, forró, pasinho, Gilberto Gil y Cateano Veloso. También la modelo Lea T, hija del ex futbolista Toninho Cerezo y la primera transexual en desfilar en la apertura de unos Juegos. Un espectáculo vibrante y contagioso que hundió en la memoria los temores al zika y el terrorismo, que abogó por la tolerancia y celebró la diversidad de un Brasil asolado por una profunda crisis político-económica y así y todo mostró por diversas vías su ambición de erigirse en el paladín ecológico del mundo. Pura lógica: Brasil es dueño del Amazonas, pulmón del planeta.

De las tres horas largas que dura una ceremonia inaugural de los Juegos, la mayor parte se va en el desfile de delegaciones. Ovaciones para Alemania, Canadá, Colombia, Italia, Jamaica y Japón, recepción mixta para Estados Unidos, bastante desconcierto con Rusia y una dosis no despreciable de silbidos para la Argentina. Nada grave, nada serio.

Ahí, sobre el césped del Maracaná, por una vez las estrellas no eran futbolistas. Basquetbolistas como Luis Scola, nadadores como Michael Phelps, tenistas como Rafael Nadal y Andy Murray. Todos abanderados de sus países, todos emocionados y felices.

La ovación acompañó al primer equipo de refugiados de la historia olímpica, pero esa ovación escaló hasta límites muy superiores al ingresar Brasil al son de «Aquarela do Brasil». Y entonces saltó una de las sorpresas de la noche: se formaron los anillos olímpicos, pero no con el formato y colores habituales, sino completamente verdes: todos eran árboles.

Entró en escena Carlos Nuzman, el nervioso y no siempre simpático hombre que soñó obstinadamente con los Juegos y los llevó a su país. No desaprovechó la oportunidad al arrancar con potencia casi altiva ante más de 30 jefes de Estado y de gobierno en el estadio, además del secretario general de las Naciones Unidas: «¡Sí, le hablo a todo el planeta!». Y era cierto. Se apropió de una canción de Gilberto Gil -«el mejor lugar del mundo es aquí y ahora»- y siguió acelerando a fondo: «Soy la persona más orgullosa del mundo. ¡Estos son sus Juegos, los primeros en Sudamérica! ¡El mundo es carioca!».

Foto: AP / Jae C. Hong

Thomas Bach, el presidente del COI, halagó también al público con un «¡boa noite cariocas!» más que bien pronunciado. «¡Los primeros Juegos Olímpicos en Sudamérica van a ir de Brasil a todo el mundo!», añadió el alemán, que fue más allá aún -«siempre creí en ustedes»- antes de advertir que se vive en un mundo «en el que el egoísmo gana terreno».

No fue egoísmo lo que recibió Michel Temer, sino un fuerte abucheo. Buena parte del público tardó en darse cuenta de que el que fuera vicepresidente de Dilma Rousseff y hoy ocupa la presidencia estaba inaugurando oficialmente los Juegos, uno de los momentos clave de la noche. Tan breve fue su aparición, que el abucheo se agotó en segundos para darle paso a la gran pregunta: ¿quién encendería el fuego olímpico en el estadio?

Ni Torben Grael, ni Marta, ni Oscar Schmidt. Fueron tres de los que ingresaron al estadio con la bandera olímpica para que sonara el himno. olímpico. Tampoco Robert Scheidt, regatista como Grael, que pronunció el juramento. olímpico. Autorizado está: va por sus quintos Juegos y tiene cinco medallas.

Faltaban 15 minutos para la medianoche y Gustavo Kuerten entró al estadio con la antorcha. El ex tenista, ovacionado, se la dio a la ex basquetbolista Hortencia y el misterio quedó enseguida develado: Vanderlei Lima, el maratonista al que un desquiciado ex sacerdote irlandés le quitó el oro al frenarlo en el kilómetro 36 cuando iba rumbo al triunfo en Atenas 2004, encendió el pebetero. Era así, con permiso de Gisele Bündchen, el dueño de la noche.

Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1925460-rio-2016-el-mejor-lugar-del-mundo-es-aqui-y-ahora-ese-himno-brasileno-de-gilberto-gil-que-se-hizo-realidad-en-el-maracana
Facebooktwitterredditpinterestlinkedinmail

Sé el primero en comentar en «Río 2016: «El mejor lugar del mundo es aquí y ahora», ese himno brasileño de Gilberto Gil que se hizo realidad en el Maracaná»

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.


*