Desconfianza de Buenos Aires, el liderazgo de Artigas en el Litoral, posibles ataques realistas en Cuyo, son algunas de las razones por las cuales se eligió al Jardín de la República para desarrollar la trascendental reunión de 1816.
“En la benemérita y muy digna ciudad de San Miguel de Tucumán a nueve días del mes de julio de mil ochocientos dieciséis… (…)”, comienza diciendo el Acta de la Independencia de las Provincias Unidas en Sud América que se firmó hace 200 años.
Justamente allí se resaltan las cualidades de la tierra que recibió a los representantes de las provincias, quienes se reunieron en tan trascendental momento histórico. Pero, ¿por qué se eligió esa ciudad dentro del vasto territorio suramericano para llevar adelante el Congreso?
Carlos Páez de la Torre, prestigioso historiador tucumano y miembro de la Academia Nacional de la Historia, abordó esta inquietud en el Congreso del Bicentenario de la Independencia Argentina que se realizó en Tucumán el pasado mes de mayo.
“Lo primero que hay que recordar es que cuando se resuelve el Congreso y se fija a Tucumán como sede en 1815, se dice que aquí se decidirá dónde habrá de continuar sus funciones”, comenzó a explicar el experto, que también se desempeñó como “jefe de editoriales” del diario La Gaceta de Tucumán.
“Con esto se da a entender que no era una sede definitiva, aunque se quedaron aquí 11 meses, hasta principios del ’17 que se trasladan a Buenos Aires”, remarcó.
Descarte de provincias
Para reafirmar los motivos de la decisión de ese sitio, comenzó a enumerar todas las provincias donde no podría haberse concretado. “Buenos Aires obviamente no podría ser por la desconfianza y porque se vislumbraba un problema provincial muy fuerte. El Litoral -conformado por Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos- tampoco porque estaba en manos de Artigas, reconocido opositor”, detalló.
En tercer lugar mencionó a Córdoba, que si bien envió sus representantes al Congreso de Tucumán, era una provincia sospechosa de volverse artiguista.
En tanto que Cuyo fue descartada por la distancia y por posibles ataques realistas. “A pesar de que San Martín estaba formando su ejército, faltaba que Pueyrredon aportara los fondos necesarios, los realistas eran dueños de Chile después de la batalla de Rancagua y no se podía descontar un súbito ataque a través de la cordillera”, aseguró. Un motivo similar volvía inconvenientes a Salta y a Jujuy, región donde los patriotas acababan de perder la batalla de Sipe Sipe. “Un ejército de 5.000 y tantos hombres podía entrar tranquilamente a saco en ambas provincias”, remarcó.
Por otra parte, Páez de la Torre señaló que Catamarca se consideraba muy alejada y que lo mismo sucedía con La Rioja. “Otra alternativa era San Luis, pero yo pienso que no se tuvo en cuenta porque estaba muy interpenetrada con Córdoba en esa época”, deslizó.
Encuentro de caminos
Ante este panorama, Tucumán aparecía como un punto de cruce de caminos, más o menos equidistantes a todas las otras provincias.
“Desde que se ganó la batalla del 24 de setiembre de 1812 era considerado un sitio donde estaba latiendo la patria, como un gran cuartel.
El Ejército del Norte se había equipado allí para la campaña de Salta, que fue victoriosa y que termina con el desastre de Ayohúma”, explicó el historiador.
Otro aspecto beneficioso para esta provincia era que contaba con una gran fuerza militar. “Estaba el batallón número 10 de infantería, que contaba con entre 200 y 400 hombres; esto le daba al Congreso una fuerza militar de cierta significación para que lo proteja y haga cumplir sus decisiones”, recalcó.
Además, la permanencia constante de las fuerzas militares en tránsito hacia el norte hacía que en la provincia se hubiese desarrollado una estructura sanitaria. “Si bien había hospitales militares bastante precarios, habían médicos y boticas; en el caso de una angustia de salud había quien la podía atender”, indicó.
Un tercer punto fundamental era que Tucumán había demostrado “una fidelidad sin desmayo a las disposiciones del gobierno central”, tal como describió el experto. “Lo que el directorio decía Tucumán acataba. Estaba Bernabé Aráoz de gobernador, de enorme prestigio por su fortuna personal, por la Batalla de Tucumán, por su parentela, por sus vinculaciones”, explicó.
Para el tucumano se le agregan a todas estas condiciones que la provincia poseía “un clima apacible y gente cordial invitadora”.
Con respecto al sitio preciso de la reunión, la casa de Francisca Bazán de Laguna, desmintió que la mujer haya prestado amablemente el inmueble como indicaba la tradición oral. “Hace tiempo se descubrió un documento que decía que la casa estaba alquilada por el gobierno desde hacía más de un año para almacenes y aduana. Cuando vinieron los congresales decidieron voltear unas paredes de los cuartos para que pudieran reunirse allí”, cerró.
Perfil
Carlos Páez de la Torre (h). Es abogado y periodista. También es un destacado historiador de la provincia de Tucumán y académico de número de la Academia Nacional de la Historia.
Es autor de un gran número de libros de historia e innumerables artículos periodísticos, Páez de la Torre se desempeñó como jefe de editoriales de La Gaceta de Tucumán, en el que publica sobre temas históricos, tarea que le ha valido distinciones como el Premio Nacional Siam Di Tella-Círculo de la Prensa de Buenos Aires, el Premio Santa Clara de Asís y el Premio Konex en 1997. Es miembro titular de la Academia Nacional de la Historia de la República Argentina.
En mayo participó del Congreso del Bicentenario que se realizó en la ciudad de San Miguel de Tucumán, organizado por la Academia Nacional de Historia en conjunto con el Ente para el Bicentenario. Su exposición se enmarcó en el panel “En torno al Congreso” y abordó los principales motivos por los que se eligió a Tucumán como sede.
Periódico El Redactor llevó el día a día
Tal como escribió el historiador Carlos Páez de la Torre en el diario tucumano La Gaceta, las actas de las sesiones públicas -no así de las secretas- del Congreso de las Provincias Unidas, durante su etapa de Tucumán (marzo 1816 – febrero 1817), se extraviaron hace muchos años.
Solamente se conoce el texto del Acta de la Independencia, porque copias de la misma, autenticadas por el secretario José Mariano Serrano, se enviaron a todas las provincias.
Pero felizmente, la posteridad ha podido enterarse del “día por día” de las sesiones tucumanas, en su parte esencial, gracias a“El Redactor del Congreso Nacional”. Así se denominaba el periódico que la corporación resolvió editar, y que publicaría una crónica cotidiana de todas las deliberaciones.
Tal como cita el experto en base al trabajo del historiador Leoncio Gianello, el encargado de redactar esta publicación fue el sacerdote franciscano fray Cayetano Rodríguez, diputado por Buenos Aires en la histórica asamblea.
Como no existía una imprenta en Tucumán (recién habría de llegar en 1817, gracias al general Manuel Belgrano), la impresión debió realizarse forzosamente en Buenos Aires.
El primer número de “El Redactor del Congreso Nacional” apareció el 1 de mayo de 1816. Con 11 páginas de texto, fue esa edición inicial la más voluminosa del periódico, que contaba en promedio de cuatro. A pesar del traslado del Congreso a Buenos Aires a comienzos de 1817, el periódico se siguió editando.
Fuente:http://losandes.com.ar/article/por-que-tucuman-fue-la-sede-del-congreso
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