A las siete de la tarde los domingos hay un programa de televisión obligado para mentes inquietas, 60 Minutes de la cadena CBS. Esta semana el programa ha explicado un proceso de investigación experimental que puede llevar a los investigadores de todo el mundo a ver una luz para luchar contra las células cancerígenas. Desde la Casa Blanca se ha impulsado este año el programa Acabar con el cáncer en cinco años, y decenas de hospitales universitarios en Estados Unidos liderados por equipos conectados entre sí están haciendo un esfuerzo sin precedentes para intentar buscar la sanación definitiva del cáncer. El proyecto se llama Moonshoty está liderado por el vicepresidente Joe Biden, cuyo hijo ha muerto de cáncer recientemente.
Proyectos que hasta ahora o no tenían financiación o no había posibilidad de que fueran testados en humanos. Todo ello se está revirtiendo a una velocidad increíble, hasta el punto que empezamos a conocer resultados que, hasta hace unos meses, podrían ser considerados de ciencia ficción.
Increíble lo que está consiguiendo el equipo de cáncer cerebral de Duke University, cuyo tratamiento experimental para acabar con uno de los cánceres más agresivos y mortales conocidos hasta el momento, el denominado glioblastoma, está siendo extraordinario. Y lo están consiguiendo gracias al virus de la polio, tratado genéticamente para que no sea perjudicial para el ser humano.
Este equipo increíble de cinco investigadores -incluyendo el jefe de Oncología del hospital universitario- ha conseguido en varios casos remitir y curar el 100% de este cáncer, que era considerado incurable hasta hace unos meses.
Su investigación – que se inició hace veinticinco años gracias a la tozudez de uno de sus científicos estrella, el doctor Henry Friedman, indica cómo el virus de la polio, modificado genéticamente e inyectado directamente en el cáncer cerebral, reduce de forma paulatina en algunos de los pacientes el tamaño del cáncer, hasta que desaparece.
No en todos los casos es igual. De hecho, algunos pacientes de este tratamiento experimental murieron durante el proceso, pero otros se han salvado. Y la puerta a la esperanza se ha abierto completamente.
El cáncer tiene una de sus fortalezas en la capacidad de convencer al sistema inmune del cuerpo humano de que no está presente. Como las defensas humanas no saben que el cáncer está ahí (las células cancerígenas crean una especie de caparazón que las hace invisibles al resto de las células del cuerpo), el cáncer crece y se extiende rápidamente a través de la metástasis. Este equipo de médicos liderados por el jefe del servicio del Hospital Universitario, el doctor John Sampson, ha conseguido que el virus de la polio, inyectado directamente en el tumor cerebral, rompa el caparazón del cáncer y, por tanto, mande la alerta al sistema inmunológico del cuerpo humano de que hay que luchar contra él.
Al tiempo que el cuerpo humano reacciona contra la polio -modificada para que no sea el virus de la polio real-, el virus inyectado destruye las células cancerígenas. Esta terapia de altísimo riesgo ha logrado que al menos cuatro pacientes que tenían un pronóstico de dos meses de vida lleven vivos mas de dos años.
Otros pacientes que llegaron al tratamiento experimental también in extremis no tuvieron el mismo resultado y murieron pese al tratamiento con este virus, aunque en varios de los casos descritos se les alargó la vida entre seis y nueve meses. En todo caso, los éxitos son tan llamativos que ya han comenzado la experimentación también con el virus de la polio para los cánceres de páncreas, pulmón y de estómago, que suelen ser muy agresivos. Según el reportaje liderado por Scott Pelley, en algo menos de cinco años estarán preparados para probarlo en estos nuevos cánceres, «aunque puede ser antes, dependiendo de los resultados que siga dando el experimento actual con pacientes de glioblastoma».
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