Desde el sistema de educación dual que en Alemania llevó a un bajo desempleo hasta las políticas suizas para hacer que crezca la fuerza de trabajo femenina, en el mundo se debaten y aplican políticas para estimular las ocupaciones; ese tipo de medidas se impone a las penalizaciones. Ilustración: Vicente Marti.
Procurar el cuidado y el crecimiento del empleo es el gran desafío que enfrenta este gobierno. Y es un desafío que va mucho más allá de la actual discusión por el proyecto de ley antidespidos, surgido de la situación coyuntural. Las políticas para el empleo se debaten a nivel mundial, y no se trata de una cuestión de momento, sino de analizar cómo sentar las bases para promover el fortalecimiento del mercado laboral a largo plazo. Es cada vez más importante la preocupación por la brecha entre quienes están capacitados y quienes no lo están para insertarse en un mercado que requiere de más aptitudes, sobre todo las que están en comunión con la tecnología.
El desempleo juvenil y la precariedad de muchas ocupaciones son problemas de fondo en muchas latitudes. Y se suma la situación de las mujeres, que siguen siendo una fuerza desaprovechada cuando se trata de mejorar la productividad de un país.
Desde la oficina local de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), Christoph Ernst, especialista en empleo y desarrollo productivo, dice que hay un problema estructural. «Cada vez se necesita más crecimiento para poder mantener el mismo nivel de empleo.» Se crean menos empleos a nivel mundial, pero de mayor productividad. «No solo se trabaja menos horas para producir lo mismo, sino que se necesita menos gente para producir lo mismo o más. Por ejemplo, una empresa que hacía 500 autos por semana, ahora hace 600 con la misma gente».
Sin contar a los estados sajones -con flexibilidad total para contratar y despedir-, sin indemnización pero con un muy buen seguro de desempleo, otros países pusieron en marcha planes que los ayudaron a mejorar la situación general o la de distintos universos del mundo laboral.
Como respuesta a la preocupación por el empleo en la Argentina, el Senado aprobó el proyecto de ley, resistido por el presidente Mauricio Macri, para prohibir los despidos por seis meses, aunque puede haber cambios en Diputados y que ese plazo sea de un año o más. Si de todas formas las empresas despiden, la iniciativa dice que deberían pagar la indemnización multiplicada por dos. «No conozco dentro de la OIT ni en el grupo de países que conforman el G-20 ninguna norma que prohíba despidos en medio de una crisis», dice Daniel Funes de Rioja, vicepresidente ejecutivo de la Organización Internacional de Empleadores.
«A la hora de crear empleo, los países tienen políticas que pueden ser industriales, sectoriales o macroeconómicas. Se trata de que el tipo de cambio sea más competitivo para incentivar las exportaciones, bajar las tasas de interés para estimular la inversión, o fogonear la demanda a través de inversiones públicas (como obra pública)», agrega Ernst.
Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) titulado La creación de empleos duraderos recomienda: fomentar una mano de obra calificada con capacidad de adaptación, orientar la educación y la formación hacia los sectores emergentes y aplicar un buen gobierno local. «En el futuro, la comunidades locales deberán generar una fuerza de trabajo más calificada, que no se pueda sustituir fácilmente», dice el informe.
La creación de empleo es y seguirá siendo uno de los ejes principales que sostienen la economía de un país. Aquí, algunas políticas exitosas y otras que podrían serlo, aunque por ahora están menos maduras.
Desempleo en baja: Alemania
Con un 6,3% de desempleo y muy baja inflación, Alemania lidera las prácticas exitosas en materia de estímulo para sostener y aumentar el empleo. «Aquí existe una actividad muy coordinada entre la Agencia Federal para el Trabajo (Bundesagentur für Arbeit), la Cámara de Industria y Comercio (IHK) y el empresariado público y privado», explica Carlos Folenza desde el Social Capital Institute, con base en Alemania. «Tanto la organización entre empleados y empleadores como su perfecta coordinación de políticas y programas hacen de esta acción coordinada un instrumento extremadamente eficiente para incentivar el empleo en donde más se necesita, ya sea por segmento industrial o área geográfica.»
Se trata de una educación para el trabajo que se pone en marcha desde la secundaria, dirigida a capacitar en las áreas que las empresas necesitan. Yanina Falugue, gerente de Formación Profesional de la Cámara de Industria y Comercio Argentino-Alemana, dice que Alemania es precursora en la formación para el empleo ya que hace más de 40 años que existe una ley de formación dual. Los chicos en el secundario reciben formación técnica y hacen una práctica rentada en una empresa (que les paga entre 690 y 915 euros por mes).
Quienes hacen el bachillerato normal también pueden formarse en una tecnicatura cuando se reciben y después estudiar una carrera, ya que es muy común entrenarse en más de una habilidad, una técnica y una universitaria. «De esta manera, el 60% de la población en Alemania tiene una formación dentro del sistema dual que les sirve para insertarse laboralmente». En la Argentina, este sistema se implementa desde la cámara para jóvenes que terminan el secundario y quieren obtener una formación técnica, además de hacer una pasantía rentada que les proporciona la tan necesaria experiencia laboral.
A diferencia de otros países, en Alemania el oficio es muy valorado. No todos van a la universidad, pero la mayoría obtiene un trabajo ya que están formados en alguna de las 350 tecnicaturas. «El Estado, además de su actuación como coordinador, se hace presente con el manejo del incentivo impositivo ya sea por tamaño de empresa o por región geográfica», agrega Forlenza.
Una ayuda para los jóvenes

Las políticas para favorecer el primer empleo son comunes a varios países que acusan recibo de las dificultades que tienen los jóvenes para insertarse en el mercado laboral,
En América latina, según la OIT, el 60% de los jóvenes consiguen trabajo en micro y pequeñas empresas, donde las tasas de informalidad son las más elevadas. Se pusieron en marcha entonces varios programas de formación para el trabajo que incluyen contratos para aprendices (Brasil, Chile, Colombia, México, Honduras, Paraguay, Perú), o subsidios a la contratación, incluyendo iniciativas que complementan los salarios o que establecen exoneraciones tributarias o a la seguridad social (Argentina, Brasil, Chile, Colombia, México, Panamá). Tuvieron, en su mayoría, resultados positivos.
En la Argentina, donde hay unas 300.000 personas que deberían ingresar al mercado laboral por año, el Gobierno anunció hace pocos días un proyecto para incentivar a las empresas a tomar a jóvenes de hasta 24 años con un subsidio que cubre prácticamente la totalidad de sus aportes y contribuciones en los primeros doce meses de trabajo, una ayuda que disminuiría paulatinamente en los siguientes años. Este proyecto contempla una ayuda adicional para las provincias del norte del país, donde no habrá límite de edad a la hora de gozar del beneficio, con el fin de aumentar sus niveles de trabajo registrado.
Vale recordar que el empleo no registrado, y por lo tanto de mala calidad, es un problema mayúsculo en nuestro país, con más de un tercio de los asalariados en esa condición.
España, en recuperación
«En España el PBI debía crecer un 3% para lograr una mejora en el empleo. Hoy, con el cambio de reglas en materia laboral, el empleo crece con una mejora del 1% del PBI», asegura Funes de Rioja. «Hoy lidera el crecimiento del empleo en Europa.»
Pero cuidado. Según Ernst, de la OIT, España liberó los contratos de trabajo pero se precarizó el empleo. «Siempre los empresarios quieren la flexibilización para poder ajustarse según sus necesidades, pero hay que pensar en el ser humano detrás de cada empleo y los trabajadores quieren más seguridad», agrega.
Flexibilidad, pero con un seguro
«Se trata de combinar la flexibilidad laboral para las empresas con una muy buena seguridad social para los trabajadores», afirma Ernst. «En Dinamarca, por ejemplo, las empresas pueden despedir a personas pero hay excelentes políticas de protección social y un muy buen seguro de desempleo para los trabajadores. También hay programas de reorientación profesional y agencias de empleo que ayudan a buscar trabajo. Por lo tanto en ese país, cuando se pierde el trabajo la gente no lo considera tan grave ya que sabe que pronto estará nuevamente en el mercado laboral, y mientras tanto están las necesidades cubiertas».
Una buena protección social se da cuando la persona recibe durante un año entre 70 y 80% del sueldo que estaba cobrando, para que así pueda mantener su estilo de vida mientras logra reinsertarse en el mercado laboral. Después del año, se reducen de a poco los subsidios. Entre el trabajador y el empleador se paga la mayor parte de este sistema, con un aporte y como si fuera una jubilación, pero con destino al seguro de desempleo. El Estado también aporta a este fondo. «Un muy buen seguro de desempleo es mejor que una indemnización por despido», opina Ernst.
Menos costos laborales
«La rebaja de los impuestos al trabajo hace que la mano de obra sea más competitiva», dice Funes de Rioja. «Se usa mucho en distintos países de América latina como Colombia, Perú y Chile.» En cambio, el costo laboral argentino juega en contra de la competitividad. «En la industria de la alimentación, hacer una tarea en la Argentina cuesta entre 12 y 15 dólares la hora. La misma tarea en Brasil cuesta 8 dólares la hora y en México, 4 dólares. Esto hace que la competencia sea muy difícil.»
Más trabajadoras: el caso sueco
Otro ejemplo de política activa laboral es incentivar la participación femenina en el mercado de trabajo, algo que además de ser un elemento igualador de oportunidades, es importante para el financiamiento de los sistemas de seguridad social.
En este sentido, desde el Fondo Monetario Internacional (FMI), su directora, Christine Lagarde, escribió una carta abierta a propósito del día de la mujer, el 8 de marzo pasado, en la que dice que «la eliminación de impuestos que desincentiven una segunda fuente de ingreso familiar, la provisión de servicios de cuidado infantil adecuados y la posibilidad de tener una licencia paterna, pueden ampliar las oportunidades de que las mujeres trabajen tanto como quieran».
La incorporación de más mujeres a la fuerza de trabajo trae consigo más trabajo, según afirma Lagarde. Un estudio del FMI muestra que si las mujeres eligen participar en el mercado laboral en igual medida que los hombres, la fuerza laboral de Europa podría aumentar un 6 por ciento. Si eligen además trabajar tantas horas como los hombres, la fuerza laboral podría aumentar hasta en un 15 por ciento.
En Suecia, la paridad en la licencia por paternidad es una herramienta que ayuda a que no se discrimine el acceso a la mujer al trabajo. Las parejas tienen 16 meses (480 días) de licencia cuando nace el primer hijo. Durante los primeros 390 días, el progenitor que deja de trabajar recibe 80% de su salario de parte del Estado, un subsidio que luego se reduce.
Fuente: http://www.lanacion.com.ar/1896369-incentivos-al-empleo-estrategias-para-cuidar-el-mercado-laboral






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