Los brasileños tienen un Poder Judicial independiente, pero los argentinos tienen un gobierno reformista y se han convertido en los nuevos favoritos de los inversoresLas exportaciones de autos, uno de los sectores más castigados por la recesión de Brasil.
Después de haber colocado bonos por u$s 16.500 millones la mayor emisión de un mercado emergente, Argentina se ha convertido en el nuevo favorito de los inversores. En cambio su vecino Brasil, que lo era antes, sufre una recesión, una crisis política y un escándalo de corrupción de tal dimensión que llevó a la detención de algunas de las personas más poderosas del país.
Las dos mayores economías de Sudamérica tienen una larga historia de celos mutuos. Pero mientras cada país enfrenta sus propios problemas de corrupción y la desaceleración económica tras el desplome de los precios de los productos básicos, la rivalidad ha adquirido nuevos matices.
Brasil, para disgusto de algunos argentinos, tiene un feroz Poder Judicial independiente que ha investigado con tenacidad la corrupción de la compañía petrolera estatal Petrobras, un proceso que podría llevar a la destitución de la presidenta Dilma Rousseff.
Argentina, por otro lado, tiene lo que quieren muchos brasileños: un gobierno reformista. La administración del presidente Mauricio Macri que asumió hace cuatro meses, empezó a revertir el legado económico de Cristina Fernández, la ex presidenta populista, incluyendo la reciente histórica emisión de bonos.
«Espero que podamos liberarnos de aquellos que sólo quieren el poder para satisfacer sus propios proyectos políticos», señaló Miguel Reale hijo, un ex ministro de justicia brasileño. «Espero que Brasil se convierta en Argentina».
Hace unos meses hubiera sido impensable escuchar tal afirmación de un político brasileño. Pero se debe a la posibilidad de que el vicepresidente Michel Temer quien reemplazaría a Rousseff si ésta llegara a enfrentar un juicio político podría encabezar un esfuerzo reformista similar.
Los brasileños han sido educados para creer que su país es superior a Argentina en todo, desde el fútbol y la economía hasta las relaciones exteriores. Mientras que Buenos Aires durante muchos años ha hablado de reclamar las diminutas Islas Malvinas al Reino Unido, la meta de Brasil ha sido obtener un puesto permanente el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo hoy tales percepciones están cambiando totalmente.
Mientras Brasil atraviesa su peor recesión en un siglo, Macri tomó medidas para abandonar el intervencionismo económico, desmantelar los controles cambiarios, liberalizar el comercio y reintroducir a Argentina a la economía mundial. El Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica que la economía de u$s 1,5 billones de Brasil se contraerá este año 3,8%, mientras que la argentina de u$s 438.000 millones se achicará 1%. «Brasil está comenzando a parecerse a lo que Argentina fue alguna vez», dice Otto Nagami, un profesor de economía de la escuela de negocios del Instituto Insper de San Pablo.
Durante las manifestaciones recientes contra Rousseff y su Partido de los Trabajadores (PT), algunos manifestantes llevaban pancartas pidiendo «menos Venezuela, más Argentina».
«Es un síntoma de la desesperación de los brasileños», dijo Rafael Alcadipani, un académico de la Fundación Getulio Vargas de San Pablo. «El odio que muchos sienten hacia el PT es mucho mayor que su odio hacia Argentina».
Aunque muchos esperan que Temer realice reformas parecidas a las de Argentina si llega a asumir como presidente interino, él se enfrentaría a obstáculos significativos. La investigación de corrupción de Petrobras aún podría afectar a su propio partido de oposición PMDB, y los recortes en el gasto público serían antipáticos.
Pero los Argentinos miran con envidia a Brasil en otras áreas. Muchos admiran a su vecino del norte por la solidez de las instituciones brasileñas, especialmente su Poder Judicial.
Además Brasil sigue atrayendo considerable inversión extranjera directa, que creció a u$s 17.000 millones en el primer trimestre de 2016 comparado con u$s 13.100 millones en el mismo período el año pasado, según Alejandro Werner, director del departamento del hemisferio occidental del FMI. Esto se debe en parte a la resiliencia de las instituciones brasileñas.
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