Dan Pollack, el mediador designado por el tribunal para lograr un acuerdo entre Argentina y sus acreedores, estableció la regla de no utilizar bolígrafos y papel cuando realizaban negociaciones cruciales.
Desde hace mucho tiempo el Hotel Waldorf Astoria en Manhattan ha sido un escenario de la diplomacia secreta, pero de las reuniones celebradas en ese lugar pocas parecían tan improbables como la ocurrida a principios de diciembre pasado.
En uno de los salones de conferencias del hotel, un importante político argentino bebía café con dos ejecutivos de fondos de cobertura… una reunión muy singular tras más de una década de amargos enfrentamientos legales entre Argentina y su grupo de acreedores iracundos que en determinado momento llegaron a incautar una nave de la armada argentina. El anterior gobierno de Argentina les puso a los fondos de cobertura el calificativo de “buitres”.
Esa reunión se celebró el 7 de diciembre. Estaban presentes Luis Caputo, quien días después se convirtió en el secretario de Finanzas de Argentina, y Jonathan Pollock y Jay Newman de Elliott Management, el fondo de cobertura de 27.000 millones de dólares que fundó Paul E. Singer.
Fue el principio de un acercamiento que condujo a un acuerdo crítico para saldar la deuda, lo cual ha permitido que Argentina se reintegre a los mercados financieros mundiales a los que se le negó acceso durante 15 años. La semana pasada, Argentina logró vender 16,5 mil millones de dólares en bonos a inversionistas internacionales, una cifra récord para un país en vías de desarrollo.
Además, el viernes pasado, Elliott y los otros tenedores de bonos finalmente recibieron su recompensa: miles de millones de dólares de rembolso, los que representan una ganancia equivalente a varias veces su inversión original. “El día de hoy le pusimos punto final a este capítulo”, declaró ese día Alfonso Prat-Gay, ministro de Hacienda de Argentina.
Las negociaciones que condujeron al acuerdo arrancaron tras la elección del Presidente Mauricio Macri en noviembre, quien prometió en su campaña que daría un nuevo impulso a la desfalleciente economía argentina. Llegar a un acuerdo con los tenedores de bonos del país fue central para lograrlo.
La historia sobre cómo Argentina y los fondos de cobertura lograron romper el prolongado estancamiento y llegar a un acuerdo en solo unas semanas está plagada de reuniones informales frenéticas y discusiones que estuvieron a punto de acabar con las posibilidades de alcanzar un acuerdo.
Algunos detalles de esas negociaciones han salido a la luz mediante entrevistas con ocho personas involucradas en ellas, además de documentos del tribunal y correos electrónicos que revisó The New York Times. Muchos negociadores compartieron información con la condición de permanecer en el anonimato porque no cuentan con autorización para hablar en público.
En varios momentos, las conversaciones estuvieron a punto de suspenderse por completo. Solo tres días antes de firmar el acuerdo con Elliott, exasperado por una discusión interminable con los tenedores para decidir si devolverían activos del gobierno que habían incautado, Caputo envió un correo electrónico al mediador designado por el tribunal que decía: “ES UNA BURLA; NO HAY ACUERDO”.
En junio de 2014, el tribunal designó al mediador Daniel Pollack, quien no conocía a Pollock, de la compañía Elliott. Este mediador desempeñó un papel central en las negociaciones definitivas. De hecho, horas antes de su reunión en diciembre con los ejecutivos de Elliott, Caputo se dirigió a las oficinas del despacho jurídico McCarter & English, a unas cuantas cuadras de distancia sobre Park Avenue.
Se presentó con Pollack, un destacado abogado conocido por su trabajo en dos casos notorios sobre fondos mutualistas ante la Suprema Corte de Estados Unidos en 1979 y 1983. Pollack realizó negociaciones a puerta cerrada, lo que le permitió dialogar en términos cordiales con ambas partes.
En algunos momentos incluso recurrió a acciones un tanto teatrales, como obtener un mandamiento judicial para que Singer, el fundador de Elliott, se presentara en su oficina.
La regla de Pollack con respecto a no utilizar bolígrafos y papel cuando se realizaban negociaciones cruciales ocasionó la frustración de algunos; dos administradores de fondos de cobertura se quejaron en privado y mencionaron que el mediador había sido un obstáculo para llegar a un acuerdo. Otros alabaron su habilidad para llegar a un acuerdo en tan solo unas semanas.
“Hay que darle crédito a Dan Pollack por crear un ambiente en el que, de quererlo así, era posible reunirse para dialogar”, expresó Michael Straus, ejecutivo de Montreux Partners y uno de los primeros del grupo original encabezado por NML Capital, una unidad de Elliott, en firmar un acuerdo.
Luis Caputo, actual secretario de finanzas de Argentina, asistió a una reunión secreta con dos ejecutivos de fondos de cobertura en diciembre. Credit Kena Betancur/Agence France-Presse — Getty Images
A pesar de que se habían sentado buenas bases, las negociaciones comenzaron con problemas.
En Davos, el Presidente Macri insistió en que se haría pública la propuesta de Argentina. Así que el primero de febrero, cuando funcionarios argentinos presentaron un acuerdo informal a un grupo de seis fondos de cobertura (la unidad NML Capital de Elliott, Aurelius Capital Management, EM Ltd., Montreux Partners, Bracebridge Capital y Davidson Kempner), varias personas protestaron a toda voz en el salón por el enfoque público.
Sin embargo, dos de las empresas, Montreux Partners y EM, aceptaron la propuesta de Argentina. El acuerdo con EM, que firmó su abogado, Kenneth E. Johns, se escribió en una sencilla hoja de papel de un bloc.
Argentina convino esa misma semana en pagar 1,35 mil millones de dólares a un grupo de inversionistas italianos que tenían bonos sin liquidar. Los otros cuatro tenedores principales decidieron plasmar en un documento los términos y condiciones en los que llegarían a un acuerdo.
El 5 de febrero, Argentina anunció públicamente su oferta de pagar 6,5 mil millones de dólares a los tenedores de bonos restantes. El grupo principal de acreedores, encabezado por NML, mantuvo una actitud obstinada pero el 19 de febrero, el juez federal Thomas P. Griesa (que presidía la controversia en el tribunal de distrito en Manhattan), asestó un duro golpe al resto de los tenedores al aceptar invalidar una orden que le impedía a Argentina efectuar cualquier pago de los bonos o intentar obtener más dinero.
Como parte de su resolución, Griesa determinó que el 29 de febrero sería la fecha límite para reconocer cualquier acuerdo. Aunque se había convenido en la mayoría de los términos económicos del acuerdo, algunos detalles todavía eran objeto de discusiones.
Tras varias reuniones y discusiones acaloradas por condiciones como, por ejemplo, si los fondos de cobertura tendrían cierta injerencia en los medios que Argentina empleará para reunir fondos en el mercado interno en el futuro, NML, Aurelius, Davidson Kempner y Bracebridge firmaron un acuerdo el 28 de febrero.
En virtud de este, Argentina convino en pagar 4,65 mil millones de dólares a los fondos de cobertura, incluido el principal de los bonos, intereses y “algunos costos y gastos legales”. Dos días antes, Pollack, el mediador, solicitó que el juez Griesa firmara un mandamiento judicial para que Pollock y Singer, de Elliott, se presentaran en sus oficinas.
El viernes, Argentina pagó en total 9,3 mil millones de dólares a todos los acreedores que llegaron a un acuerdo, según informó el ministro de Hacienda. Elliott recibió 2,4 mil millones de dólares, un rendimiento del 392 por ciento sobre el valor original de los bonos, según el ministro.
En un comunicado a los empleados de Elliott, divulgado unas horas más tarde, Singer agradeció su “persistencia a lo largo de este largo, complicado y polémico proceso”.
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