San Rafael, Mendoza 27 de abril de 2024

El lado absurdo de las cosas: Por Mariano Gimenez

borrosoEn este momento me interesa escapar del engranaje, saber si lo inevitable puede tener salida

Albert Camus

Tantas cosas cuyos largos análisis no importan, tantas cosas que no necesitan ser analizadas, y son analizadas. Un montón de tiempo perdido que no es más que tiempo, y qué es el tiempo, de paso, no sé, quiénes somos, por qué funcionamos tan bien y tan mal, qué, what, help?

Quiero dedicar unas palabras (¿qué son las palabras?) a hablar sobre cercanidades, no de políticas que en el fondo no me corresponden, ni de economías que todavía no me incumben, ni de nada más. Sólo divagar un rato, sólo reflexionar, porque es probable que me quede pelado si sigo pensando en cosas tan lejanas y, que además, como me dicen todo el tiempo, no puedo cambiar, tienen razón, así que… qué más da. Aparte quiero conservar mi cabellera todavía joven y abundante, y los antecedentes no me acompañan.

Entonces qué, que de qué, qué, por qué, para qué, de qué, para quién, ¿Entonces? No importa, se supone que… ser “alguien”, tener estatus, juntar plata, viajar, comprarse el auto, la casa, comer bien, ser querido, tener hijos, enamorarse, ir de vacaciones, conseguir un buen trabajo, trabajar desenfrenadamente para pagar lo anterior, ir al médico, ver televisión, ser feliz, si es que existe la felicidad. Amén.

Hace como dos años cuando leí el libro más famoso de Albert Camus, El extranjero (Leelo si no lo has hecho, recomendado), se me hizo como una película que cuando termina no se entiende del todo, y entonces decís: ¡Qué porquería de película!. Pero no, después me hizo el clic, tal vez lo leí cuando no lo podía ubicar en su debido contexto. El libro trata sobre un hombre, cuya vida es normal, buena, común y corriente, sin grandes felicidades y sin grandes tristezas, pero su forma de ver las cosas es como la nada misma, nada, es difícil de narrar, por eso hay que leer el libro, su escritor ganó el premio Nobel de literatura, no me exijan. La cuestión es que el autor te lleva por diferentes sucesos de la vida del protagonista, y éste último se mantiene constante en ese sentimiento de nada. Su madre muere pero… nada, después conoce a una mujer que lo ama y ella le ofrece que se casen, y él acepta, pero nada, después unos amigos los invitan a él y a su prometida a un día en una casa de playa, tienen una riña pasajera con unos matones transeúntes, pero él nada, y entonces como si nada, justamente, después decide volver en solitario con un revólver y acribillar a uno de los matones, pero nada. Va a juicio, no muestra el menor sentimiento, y ve como uno a uno los testigos declaran en su contra sin inmutarse. Es condenado, y nada. Fin.

Hoy entiendo el libro más claramente, porque todo parece absurdo, la existencia es bastante rara, no tiene mucho sentido, ¿Qué se supone que hace un planeta girando en el vacío alrededor de una bola de fuego?, ¿qué es eso negro?, ¿Quién nos tiene acá?, ¿Quiénes somos? Nada tiene respuesta, la incertidumbre eterna. Y es que estoy empezando recién a vivir, o eso dicen, a pesar de que empecé hace veintiún años, y el horizonte se ve tan plano, como cuando mirás al mar, y ves la línea ahí, pero si te acercaras se aleja y lo que hay es… nada. Y si encima te ponés filósofo, te podés ahogar explorando abajo del agua, o peor, ser comido por un tiburón, de esos que tanto abundan. Es como estar ciego y tener que empezar a correr por tu vida en la selva, ya solo, y entonces intentando con unas primeras zancadas pisas una serpiente y te muerde, te caés y te das la cabeza contra el tronco de un árbol hermoso, y largas un potente insulto, pero ahí aparecen todas las voces que te han guiado en tu ceguera, hasta hace poco ibas agarrado a sus manos, todas a tu alrededor  diciéndote que el árbol es  hermoso, que tus quejas son infundadas, pero te duele la cabeza y la serpiente sí es una por casualidad, pero ya te picó y también duele. Y la selva es preciosa, pero estás ciego. Las mariposas, cuentan, abundan, pero justo lo que encontraste por el momento es un puma acechando, y sabe que estás ciego, y aprovecha. Aprenderás a ver de tanto golpe, pero la selva es maravillosa, y lo es… ¿lo es?

Mientras fui creciendo me enseñaron que ser responsable era lo más importante, pero de pronto en ésta jungla de cemento absurda y sinsentido, el mundo real, dicen, encuentro que lo más importante es saber jugar con las irresponsabilidades, para sacar provecho. Me enseñaron a ser honesto y bondadoso, pero parece que mientras más malo seamos, mejor, y nadie avanza tres pasitos seguidos hacia el tan idolatrado éxito siendo bueno. Me enseñaron que a Dios había que tenerle miedo, y todavía no me lo puedo sacar de la cabeza, pienso que trama en secreto sus venganzas, y se venga de nosotros por ser tan humanamente imperfectos como él supuestamente nos creó. Y van. Todo parece tan confuso, y la mejor respuesta es esperar a que se te olvide la pregunta. ¿Dónde estamos?

“Se exitoso, nadie mira de costado a los exitosos, y sino sos fracasado”, pero ¿quiero ser exitoso?, ¿es para mí, realmente?, y ¿qué es ser fracasado?, “sé feliz y dibujate una sonrisa en el rostro”, pero resulta que si te reís mucho sos una taradito banal, un estúpido descerebrado, una presa fácil.  “Abrí puertas”, pero más que abrirlas hay que tirarlas abajo de tanto golpear, o a patadas porque están todas tan cerradas. “Y hay que ser uno mismo, único”, pero vestirse como todos, hablar como todos, decir lo que todos, ser como todos, para no estar solo porque eso significa que sos una basura, pero nadie quiere realmente vestirse así o ser así, ¿no?, no importa, nos miramos los unos a los otros, detenidamente, buscando, evaluando, presionándonos mutuamente, sin perdonarnos nada, y si alguien está débil, mejor que no lo demuestre, porque alguien más le va a asentar un golpe mortal, aprovechando digo.

No entiendo nada, ¿qué clase de mundo es ese que me enseñaron a odiar pero tengo que amar y servir desde ahora? Mi vida, como la del extranjero, es un barco sin rumbo, con un paisaje bonito eso sí, y me gusta el mar, pero me gustaría pisar tierra también, antes de que me duelan todos los huesos preferiblemente, y mirando a estribor y a babor no se divisan más que otros barcos a la deriva, y tengo nauseas de vez en cuando. Nada especial, que no se malinterprete, este no es un monumento a la depresión ni mucho menos, todo lo contrario, sólo una simple reflexión,  sólo el hambre del principiante ingenuo por encontrar respuestas que nadie ha encontrado. Cuando me acostumbre a lo absurdo que es el mundo voy a tener esta evidencia a mano para recordar lo tonto que solía ser.

Al final, puedo pecar de pesimista, pero por algo los diarios no ponen buenas noticias. Ya somos trabajo del destino, ¿Qué es el destino?

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