El equipo visitante nuevamente salió a ensuciarle el partido y lo dejó bien en claro en la primera pelota dividida con Leo Messi en la que Víctor Alvarez le salió con todo, contra la banda derecha. A cara de perro. A cortar el juego. Y encima a los 8 minutos, una mala salida de Dani Alves puso al Barsa en desventaja. El brasileño tocó mal al medio y dejó a la defensa desnuda, a contramano. Asensio manejó el ataque, tocó hacia Caicedo, que se sacó de encima a Mascherano con un pequeño enganche y definió al 1-0 frente a la salida de Ter Stegen.
El plan defensivo del Espanyol se encontraba además con un gol como visitante. La respuesta del local fue inmediata. Y para eso fue vitalIniesta, de gran primer tiempo. El cerebro del Barsa puso pausa entre tanto ruido y habilitó a Messi, que definió tranquilo en el punto del penal.
El empate no serenó al local. El ritmo del juego fue a pedir de su rival: muchos roces, forcejeos, peleas, tarjetas amarillas… Hasta que otra vez apareció Lionel Messi. De tiro libre. Esa categoría en la que venía rebotando contra los palos y el travesaño. Esta vez fue un teledirigido al ángulo superior izquierdo del arquero Pau López. Tremendo golazo.
Fue el golpe que necesitaba dar el Barcelona. Y así lo reflejó Leo en un grito desaforado, como quien marca la real diferencia entre un equipo y otro. Miren lo que puedo hacer, les enrostró el argentino. Y en el segundo tiempo llegó la ansiada tranquilidad.
De arranque, se juntaron los dos mejores: Iniesta para Messi. El estratega para el hombre que rompe cualquier orden establecido. Leo tocó al medio para el ingreso de Piqué y el defensor la empujó para el 3-1.
Ahí empezó el festival. Recién en ese momento, después de los 90 minutos del último sábado y después de un primer tiempo en el que tampoco había estado cómodo, recién ahí se soltó el Barcelona. Y al Espanyol se le acabó el libreto. Terminó descontrolado, con dos expulsados, enojado con el árbitro y con la sensación de que la serie está terminada.
La frutilla del postre la puso Neymar. El brasileño, que encabezó el baile del cuarto de hora final, entró en pared genial con Messi y definió de volea para el 4-1 final.
Le costó destrabarlo al Barsa. Otra vez estuvo incómodo ante un rival que no quiso jugar y solo intentó molestarlo. Pero Messi e Iniesta siguieron en la suya. Ni siquiera se engancharon como Luis Suárez en las constantes provocaciones de los jugadores del Espanyol. Iniesta pisó la pelota y siempre eligió bien. Messi rompió el molde con dos goles y dos asistencias. Así no hay plan que alcance. Y es una buena noticia para el fútbol.
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