Los Goujon, en Chaco, cosecharon la primera soja de esta campaña que llegó a Rosario. Pero su apuro, ahora, es volver a crecer.
Juan Pablo Goujon, bien de cerca, sigue el nacimiento del maíz de segunda.
Ellos tienen cierta gimnasia en ser la primeros en llegar con un camión de soja primicia al puerto, ya que de las últimas cinco campañas, lo lograron en tres oportunidades.
El productor recuerda que cuando sembraron ese lote en Colonia Elisa, Chaco, lo hicieron “con mucho desánimo e incertidumbre” y, cuando explica los motivos, no deja lugar a dudas.
“En agosto, cuando implantamos el lote de 40 hectáreas de soja, teníamos un rendimiento de indiferencia en la zona de 24 quintales por hectárea, sabiendo perfectamente que la soja de primera es muy inestable y tiene resultados muy erráticos aquí. Ese lote primicia, finalmente, rindió 20 quintales por hectárea, es decir, por debajo de lo que costó sembrarlo”, explica.
Sin embargo, la preocupación de esta familia iba más allá del resultado de la soja de primera. Radicaba, según dice Goujon, en que en su campo rompieron las rotaciones que practicaban con un 50 por ciento de gramíneas y 50 por ciento de oleaginosas; en que el avance del monocultivo sojero les está ocasionando serios problemas con las malezas duras; en que la falta de diversidad de cultivos condiciona la estabilidad agronómica, teniendo en cuenta que cultivan en una zona marginal, y también que cada vez invierten menos en tecnología.
Destaca, además, que a nivel zonal ven cómo se empezó a abandonar la agricultura en la zona para volver al negocio ganadero o, en los casos más extremos, los campos están improductivos.
En un trigal, Angel Goujon (izq.) con su hijo Juan Pablo, en un lote que rindió 26 qq/ha.
Respecto a esto último cuenta su experiencia. “Además del trabajo en el campo familiar, asesoraba 750 hectáreas de campos vecinos. Esa asesoría la perdí la campaña pasada, porque los productores se retiraron del negocio y, por ahora, no piensan en volver a la actividad”, se lamenta.
Más allá de estos tragos amargos, Goujon, ya más tranquilo porque a la agricultura están volviendo las reglas claras, comenta que este año los cultivos de segunda están en excelente condición y, por eso, “ya pensamos más en la próxima campaña que en esta”.
Para ellos, este ciclo comenzó con la siembra de 170 hectáreas de trigo, 90 de maíz y 40 de soja, ambos de primera. El técnico relata que la campaña comenzó de forma “muy extrema”, con abundantes lluvias y excesos hídricos en mayo y junio.
Luego, cuando estos cultivos estaban en pleno crecimiento vegetativo, las lluvias fueron deficitarias y desde finales de octubre llovió de forma constante, particularmente en diciembre.
Respecto a los vaivenes del clima, Goujon agrega que las condiciones climáticas del último trimestre de 2015 fueron “atípicas” porque, normalmente, escasean las lluvias y se pierden plantíos de soja o trigales por el “arrebatamiento” que provocan las altas temperaturas. Pero eso no pasó en esta campaña.
El técnico sostiene que la constancia en las precipitaciones también generó complicaciones.
“Unos días antes de la trilla del lote primicia vinieron dos recibidores oficiales de la Bolsa para fiscalizar la cosecha. Como estábamos en una época plena de lluvias supusimos que si trillábamos el grano húmedo tenía que acondicionarse. Sin embargo, los técnicos no permiten eso porque la partida se mezcla con otras en la secadora y no se puede clasificar. Es decir, había que cargar el grano directamente al camión. Por suerte, tuvimos una ventana en la que el clima fue ideal antes de la trilla. Entramos al lote, cosechamos, la soja tenía buena calidad y el camión salió directo a Rosario”, relata el productor.
Luego, se descargó el 2 de enero en la planta de Vicentín, en la zona del puerto San Lorenzo. Goujon dice que, como es el primer lote en rematarse, las exportadoras se los disputan “simbólicamente” y lo terminan pagando el doble de lo que vale.
La emergencia de la soja de segunda sobre un lote de trigo. Volver a rotar cultivos es un anhelo de los Goujon.
Por otra parte, respecto a las demás siembras invernales, el productor comenta que el maíz de primera se entregó a establecimientos locales para engorde de hacienda y el trigo a un establecimiento acuícola que lo destina para alimentar pacú. Cuando se refiere a estos cereales es cuando reflexiona y piensa en la sustentabilidad.
“Este año, a pesar de que los márgenes eran muy desfavorables, el trigo lo sembramos porque había lotes muy necesitados de cobertura. Lo hicimos con muy baja inversión en tecnología y que rindieran 26 quintales por hectárea fue un gran resultado”, sostiene el productor.
En la superficie de segunda fecha se refleja un desbalance entre gramíneas y oleaginosas que lo preocupa. “Hoy el campo tiene 650 hectáreas con soja y 100 con maíz. Nuestro plan de siembra fue anterior a la eliminación de las retenciones y teníamos todos los insumos para la soja. Nos ajustamos al plan sin hacer cambios”, se lamenta.
Pero, al mismo tiempo, ya se anticipa y piensa que en la próxima campaña sembrarán más maíz, sorgo, trigo o girasol, con mucha tecnología.
Para los Goujon, es una vuelta anunciada, con eje en la sustentabilidad, la estabilidad agronómica y una mayor competitividad.
Empezar otra vez
La familia Goujon produce en un campo de 750 hectáreas en la localidad de Colonia Elisa, en el centro oeste de Chaco. Allí se habían acostumbrado a tener un esquema diverso y bien balanceado en gramíneas y oleaginosas.
“Pero las últimas dos campañas fueron de supervivencia. Se alteraron completamente las rotaciones y fuimos relegando al maíz, al sorgo y al trigo”, destaca Juan Pablo Goujon, quien trabaja el campo junto a su hermano y su padre.
Este proceso les significó algunos problemas, como la llegada de las malezas duras, la pérdida de cobertura o el progreso de la erosión hídrica que se da en campos ondulados. Sin embargo, los buenos manejos, ordenados y prolijos, le dan a ellos buenas noticias, como la de haber logrado, este año, el primer lote de soja que llega al puerto de Rosario.
Angel Goujon, en una vieja postal de su campo, cuando sembraban sorgo.
Goujon sostiene que haber corrido el riesgo de sembrar esa soja de primera fue idea de su padre, por un consejo de Antonio Procetto, representante de la corredora de granos con la que trabajan, quien luego comercializó la soja primicia.
Actualmente, con la quita en las retenciones al maíz y al trigo, los Goujon se ilusionan y este año quieren llevar a cabo una idea postergada hace tiempo: la vuelta a la ganadería y el agregado de valor de los granos que producen.
También Goujon anticipa, como proyecto de mediano plazo, la posibilidad de hacer una sistematización del campo, para detener los procesos de erosión hídrica.
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