«El peligro es que China y EE UU pacten un acuerdo de mínimos», alerta el comisario europeo sobre la cumbre sobre el calentamiento que se celebrará en París
Miguel Arias Cañete Arias, comisario de Energía y Clima. /DELMI ÁLVAREZ
«Los conversos a las causas son siempre los mayores defensores de esas causas», responde Miguel Arias Cañete (Madrid, 1950) cuando se le recuerda que tuvo en el pasado una pequeña participación en una empresa del sector petrolero. Ahora, como comisario de Acción por el Clima y Energía, es la voz europea en la lucha contra la descarbonización de la economía, que tiene como principal enemigo, precisamente, a combustibles fósiles como el petróleo.
— ¿Es ya un converso?
Cuando el 30 de noviembre entre en la cumbre del Clima de París, será la cuarta vez (dos como ministro español con el PP) en la que Arias Cañete participe en una cita así. Estas cumbres, que reúnen a prácticamente todos los países, se celebran desde hace 20 años. Sin éxito. No se ha logrado frenar el cambio climático, ni siquiera frenar la emisión de gases de efecto invernadero, cuya concentración en la atmósfera alcanza niveles históricos. El objetivo solo es ya limitar el calentamiento: que la temperatura en 2100 no suba más de dos grados respecto a los niveles preindustriales.
Cataluña, «un problema interno español»
Arias Cañete defiende la actitud, poco beligerante, de la Comisión en el caso de Cataluña. «La Comisión tiene siempre un respecto a los procesos internos nacionales». Además, dice, la posición está clara: «los artículos dos y cuatro del Tratado de la Unión son muy claros. El dos dice que la UE se fundamenta en unos valores, y uno de esos valores es el respeto al Estado de derecho».
«La Comisión no actúa sobre futuribles», insiste Arias Cañete, que reconoce que el tema de Cataluña no se ha abordado en los consejos, que se han focalizado en Grecia y la crisis de los refugiados.
«Creo que en la situación actual este es un problema interno español que las fuerzas políticas españolas están abordando y que el presidente está liderando. Se está aplicando la normativa del Estado de derecho». Pero que sea un problema interno español no significa, según el comisario, «que no esté preocupado».
— ¿Por qué la cumbre de París va a ser la definitiva?
— Porque es el fin de un proceso climático que descarriló en Copenhague en 2009. A partir de ese año, se tiene conciencia de que hay que lograr un resultado inmediato. Los fenómenos climáticosse van agravando. La gente empieza a percibir que el cambio climático no es solo un problema para futuras generaciones, sino que tiene impactos en el presente.
Pero el comisario admite que hay riesgos que pueden hacer naufragar el protocolo. «El peligro es que China y EE UU pacten un acuerdo de mínimos». Estas dos economías son las que más CO2 emiten. Luego, está Europa.
El secretario de Estado de EE UU, John Kerry, ha lanzado un primer envite: el acuerdo, dijo la semana pasada, no será un «tratado» y no tendrá «objetivos de reducción vinculantes como Kioto».
El comisario responde: «Un protocolo de París sin ningún acuerdo vinculante es una charla de café, no es nada (…). La UE quiere compromisos de mitigación vinculantes y no estamos solos», responde y cita el apoyo del G77 (los países en desarrollo). Arias Cañete cree que las palabras de Kerry apuntan a un problema interno. «Sabemos desde hace un año que EE UU tiene una situación en el Congreso y el Senado que le impide ratificar un acuerdo o protocolo si hay compromisos de mitigación que vinculan. Es un problema político de la Administración de EE UU, que no controla su Congreso y su Senado. Esa es su posición negociadora. La nuestra es la contraria».
—Pero un acuerdo sin EE UU…
—Sería repetir el modelo Kioto. Habrá que hacer un esfuerzo de negociación. Pero el acuerdo tiene que tener elementos vinculantes. Para la UE tendrían que ser vinculantes los compromisos de mitigación, el objetivo de los dos grados a largo plazo y un objetivo intermedio para 2050 de reducción de emisiones al 50% respecto a 1990.
Que los compromisos sean vinculantes no parece descabellado porque fueron adquiridos voluntariamente: cada país ha propuesto reducir el CO2 en el porcentaje que ha querido para entre 2020 y 2030. 161 Estados —que cubren el 94% de las emisiones globales— lo han hecho ya. Pero los esfuerzos no son suficientes. «Hay una brecha de un grado». Si se proyectan esos compromisos la temperatura a final de siglo habrá subido tres grados. La UE propone como solución un «acuerdo dinámico»; es decir, una revisión al alza de esos compromisos cada cinco años. «París no puede ser un acuerdo que empiece en 2021 y termine en 2030. Debe crear la arquitectura para las políticas de cambio climático para todo el siglo».
— ¿Habrá sanciones?
— Las sanciones eran el modelo Kioto. Y con ese modelo no fuimos a ninguna parte. Lo ratificaron 35 países, 28 de la UE, y cubríamos menos del 12% de las emisiones. Ahora vamos a un esquema de abajo arriba. Voluntario. Cada país pone sobre la mesa lo que quiere. Las sanciones a veces son disuasorias para participar en proyectos.
La financiación puede ser otro escollo. Para 2020, los países desarrollados se han comprometido a aportar 100.000 millones de dólares (93.000 millones de euros) para paliar las consecuencias del cambio climático de los Estados más pobres. «Ya hay 62.000 millones. Eso es hasta 2020. A partir de entonces, la UE quiere que todo país que esté en condiciones financieras para apoyar las acciones de mitigación y adaptación aporte. Porque ya hay economías emergentes que tienen índices de desarrollo y de PIB per cápita superiores a algunos de los viejos países clasificados como desarrollados en 1992».
Arias Cañete saca pecho al hablar de la posición europea, que propone importantes reducciones de CO2 comparadas con las de China y EE UU. «Tenemos las políticas más ambiciosas». Pero el escándalo del trucaje de los motores perpetrado por el grupo europeo Volkswagen para falsear las emisiones ha llegado en mal momento. «Esto no afecta a nuestra posición», defiende.
«Habrá sanciones a Volkswagen si han superado los límites de CO2»
El comisario defiende la gestión de su departamento en el caso Volkswagen. «En el tema CO2, que es de lo que soy responsable, me he ido directamente al grano desde el primer momento», dice en referencia al escrito que ha remitido a la empresa pidiendo que aclare el trucaje. Hasta hace unos días, el caso estaba centrado en las emisiones de óxido de nitrógeno, que afectan a la salud humana pero no al calentamiento global.
Pero la compañía alemana ha reconocido que también se ha producido el mismo fraudecon el CO2 en 800.000 vehículos. Si se confirma que se «han superado» los límites en dióxido de carbono, avisa el comisario, «habrá sanciones». «Y pueden ser potentes», añade.
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