Apenas unos cuantos turistas se asomaban este miércoles a las entrañas donde, tal día como hoy de 1922, el británico Howard Carter halló la húmeda tumba de Tuntakamón con más de 5.000 objetos apilados en su estrecha geografía. Un hallazgo formidable que revolucionó la Egiptología y que este año podría tener un déjà vu tan maravilloso como aquella primera mirada al interior de la sepultura: la confirmación definitiva de la existencia de nuevas cámaras y pasadizos en el enterramiento.El ministerio de Antigüedades egipcio ha anunciado este miércoles que los trabajos de escaneado de las paredes norte y oeste, donde el arqueólogo británico Nicholas Reeves intuye que podría hallarse la tumba de Nefertiti, comenzará este jueves y se prolongará durante dos días. «Hace unas semanas ya hicimos un examen visual.
Ahora comenzamos la segunda etapa, la del escáner. Llevará unos días dependiendo de las dificultades que se hallen», ha confirmado a EL MUNDO Mustafa al Waziri, máximo responsable del ministerio en la ciudad sureña de Luxor, a unos 600 kilómetros al sur de El Cairo.Las nuevas pruebas no invasivas a las que será sometida la tumba serán realizadas por la facultad de Ingeniería de la Universidad de El Cairo y el Instituto para la Preservación e Innovación en Patrimonio -con sede en París-, las dos instituciones que presentaron a finales de octubre un ambicioso proyecto para escanear en los próximos meses cuatro pirámides de las necrópolis de Giza y Dashur en busca de nueva información sobre su construcción y respuestas a sus enigmas sin resolver. Dos expertos, uno egipcio y otro japonés, participarán en el prometedor proceso y -una vez concluida la investigación sobre el terreno- cruzarán los datos, ha avanzado Al Waziri.
Concretamente, el lugar de reposo del faraón niño se someterá a la termografía por infarrojos, usada para detectar la pérdida de energía en los hogares mal aislados. Se medirá así la radiación de energía que emite la tumba. Las imágenes capturadas por los sensores de la cámara desvelarán si existen puntos fríos y corrientes de aire desconocidas hasta ahora que guíen el descubrimiento de nuevas cámaras, tal y como sostiene la teoría que Reeves dio a conocer el pasado agosto. El examen cuenta con la luz verde del comité que preserva los monumentos y «los permisos de las autoridades egipcias competentes», subraya la escueta nota difundida este miércoles.Invitado por el país árabe, Reeves efectuó el pasado septiembre una primera visita al Valle de los Reyes. «El resultado de la visita es muy interesante.
No he encontrado nada que modifique mi teoría. De hecho, junto al resto de la expedición hemos reunido más información que sugiere que estamos en el buen camino», confesó entonces a este diario el egiptólogo de la Universidad estadounidense de Arizona. «De momento es solo una hipótesis pero las pruebas son sólidas y estoy muy confiado», agregó.En una multitudinaria rueda de prensa, el ministro egipcio de Antigüedades Mamduh el Damati se mostró esperanzado. «Después de la visita creo que hay entre un 60 y un 70% de probabilidades de que hallemos nuevas cámaras en la tumba de Tutankamón», relató. El objeto de discordia sigue siendo quien reposaría en la habitación oculta de la tumba. «Reeves cree que se trata de Nefertiti. Yo no estoy seguro», apuntó.
Busto de Nefertiti en el Neues Museum de Berlín. EM
Una ‘tumba dentro de una tumba’El ministro propone una terna formada por la enigmática reina cuya busto fijó nuestro canon de la belleza faraónica; Kiya, la segunda esposa de Ajenatón y madre de Tutankamón; y Meritatón, primogénita de Ajenatón y Nefertiti, que se convertiría después en esposa del monarca que protagonizó la primera y fugaz aventura monoteísta de la Historia. «Habría una cámara lateral debajo de la decorada pared oeste de la cámara funeraria y una prolongación de la tumba más allá del muro norte», detalló Reeves en una extensa entrevista concedida a este diario en agosto.
En el primer caso -camuflado bajo el mural de los doce monos, símbolo de las doce horas nocturnas que debía transitar el monarca antes de renacer-, la puerta conduciría a un almacén contemporáneo al resto de lo ya hollado. En el segundo, el pasaje llevaría hasta una cámara funeraria. «Mi hipótesis es que nos encontramos ante una tumba dentro de una tumba. El enterramiento de Tutankamón se habría realizado en la parte exterior de una sepultura que ya existía y que se habría adaptado para tal fin».A su juicio, la mujer que comparte vida de ultratumba con el faraón niño sería Nefertiti, consorte, corregente y probable sucesor de Ajenatón. Las elucubraciones de Reeves disponen de más pruebas de las que pudieran parecer.
Su teoría responde a los interrogantes que desde el hallazgo de la KV62 han enunciado los eruditos a propósito de las pequeñas dimensiones -inusuales para un monarca de la dinastía XVIII- y el anómalo esqueleto del enterramiento. «Su plano, con el giro a la derecha incluido, es claramente el de la tumba de una reina con evidentes pretensiones regias a juzgar por el ensanchamiento del segundo pasillo», aseveró el académico.El estudio de los frescos también refuerza su intuición. «Ciertos rasgos estilísticos en la decoración de la pared norte, que dataría del enterramiento original y sería anterior a las pinturas del resto de muros, son una reminiscencia de Nefertiti», resaltó Reeves.
La reutilización de la tumba -ante el repentino y temprano óbito del faraón- explicaría que la mayoría del ajuar -unos 5.000 objetos amontonados en la antecámara, la cámara funeraria, la cámara del tesoro y un anexo- fuera de segunda mano. Incluida la máscara dorada -que luce el femenino detalle de las orejas perforadas- y es la joya de una vasta y formidable colección que contrasta con «la modesta escala y la simplicidad de la tumba». Los objetos tendrían dos procedencias: un puñado de piezas empleadas en el entierro de Ajenatón -que, según el análisis de ADN efectuado hace un lustro, sería el padre de Tutankamón- y otras preparadas inicialmente en honor de su corregente o sucesora. «Los antiguos enterradores tuvieron que improvisar: echaron mano de lo que había en el Valle de los Reyes y lo que estaba en desuso en los almacenes de palacio fue aprovechado y adaptado», escribe Reeves en el ensayo publicado en agosto en la revista del Amarna Royal Tombs Project.
Fuente: http://www.elmundo.es/ciencia/2015/11/04/563a2a91ca4741cc788b4671.html
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