En una de las tantas mutaciones del programa de entretenimientos que Guido Kaczka tiene en El Trece a última hora de la tarde, A Todo o Nada, Dar de la nota llevó a varios participantes a exponerse como cantantes frente a cámara y decenas de miles de personas. Entre los finalistas de la primera edición y los que pelearon los primeros puestos de la segunda, estuvo Lucas Ortíz. De 31 años, jugó al fútbol (durante dos años lo hizo en Italia) hasta que la guitarra y cantar le sacaron el lugar a los botines.

Su papá, Horacio Ortíz «se dedicó toda la vida a la música», contó frente a la cámara de Teleshow. Era folclorista y fue el que le enseñó a tocar la guitarra, pero recién lo hizo a los 18 años. Antes, el fútbol era todo. «Mi papá nos llevó a mi hermano y a mí a entrenar desde que éramos chiquitos. Hice inferiores en All Boys y debuté en primera en Armenio, en la Primera B Metropolitana«, relató. Ese era su currículum deportivo hasta que por tener la ciudadanía italiana viajó a Europa para jugar allá: «Jugué en la Serie Eccellenza (los torneos regionales). Cobraba un sueldo por mes, casa y comida«. Durante los dos años que estuvo en la península itálica, la música se convirtió en un compañero de una experiencia que él califica como positiva, aunque tuvo sus grises: «Viajar y estar lejos de tu familia a uno lo arma como persona, como hombre. Viví experiencias muy duras, he estado hasta sin comer».

En el Viejo Continente descubrió que lo apasionaba estar en el escenario. Tuvo un dúo, Mate y Guitarra, con un colega argentino con el que empezó a tocar en bares. A los 23 años, volvió de Italia y se puso a estudiar música. La insistencia de un amigo rapero, El Misionero, se anotó en el ciclo de Kaczka y fue avanzando. Todo cambió para él. Tiene varios proyectos en paralelo (uno solista y otro de cumbia), fechas casi todos los fines de semana, tiene club de fans y un disco en camino. Ahora, la música es protagonista principal de su vida.