El polémico médico desafió con carcajadas a quienes lo asocian al brutal personaje. Anticipó a PERFIL que hay voluntarios para operarse en China.
En 2013, el neurocirujano italianoSergio Canavero dio a conocer un polémico proyecto al que denominó Heaven, según el cual ya se podría trasplantar con éxito la cabeza de una persona a otra. A comienzos de 2015, publicó la actualización de su Protocolo Gemini para Fusión de la Médula Espinal, donde describe los pasos para alcanzar el controvertido objetivo gracias a su propio método para unir los sistemas nerviosos de donante y receptor, la clave para que el paciente trasplantado pueda recuperar, por ejemplo, el movimiento.
Y en junio de este año fue aún más allá cuando, en su disertación en la reunión anual de la Asociación Americana de Cirujanos Neurológicos y Ortopédicos, en EE.UU., presentó al que sería su primer paciente: Valery Spiridonov, un ruso de 30 años con atrofia muscular degenerativa, que se ofreció como voluntario para desechar su cuerpo maltrecho y empezar una nueva vida en el de un donante cadavérico.
El médico, que con sus anuncios ganó fama mundial, no teme mostrarse sin escrúpulos, tal como dejó en evidencia, en una entrevista con PERFIL a través de Skype. Canavero cita ejemplos sobre por qué en ciencia hay que arriesgar para ganar: que el primer avión voló apenas unos segundos o que el primer paciente trasplantado de corazón murió a los 18 días de la cirugía. “En el curso de la historia de la ciencia, nada ha sido en vano. Cada paso que damos es un avance para conseguir más conocimiento y cometer menos errores en el futuro”, respondió el director del Grupo de Neuromodulación Avanzada del Hospital Molinette de Turín.
Canavero dice haber encontrado la clave para la fusión de la médula espinal –el gran freno técnico para un trasplante de cabeza– de la mano del polietilenglicol (PEG), sustancia muy usada en medicina que, en este caso, funcionará como lubricante para la unión de los nervios. Al momento de la amputación, éstos deberán rebanarse con un instrumento especial que permita un corte preciso en una cabeza previamente enfriada a 12º C.
A pesar de haber sido el gran promotor del trasplante, el neurocirujano dio una primicia: quizá no sea él quien, finalmente, concrete la cirugía pionera, sino que quedará en manos del equipo del cirujano chino Xiaoping Ren, con gran experiencia en el trasplante de cabezas en ratones, y con quien acaba de firmar un acuerdo de colaboración.
“Será en diciembre de 2017 en China, en un paciente de esa nacionalidad”, adelantó. “Ren ya tiene todas las instrucciones para realizar el trasplante por su cuenta. Si me lo pide ayudaré, pero yo quiero avanzar con la cirugía de Spiridonov en Rusia, ya que China no operará a un extranjero”, reconoció. La intervención, en la que se debe cortar las cabezas de donante y receptor al mismo tiempo, durará entre 36 y 72 horas y requerirá de 150 médicos.
—¿No le molesta que alguien realice un trasplante de cabeza antes que usted?
—No… esto no es acerca de mí, sino acerca de salvar la vida de millones de personas. Como en Italia no logré apoyo, mi opción fue buscarlo en otros países. Yo simplemente fui el disparador del proceso y ahora éste continúa por sí solo. Mi esfuerzo fue exitoso, en tanto ya hay un país dispuesto a hacer el trasplante. Ahora quiero sumar más países, especialmente Rusia.
—¿Cree que nadie lo hizo antes sólo por una cuestión técnica o hay razones éticas?
—La ética no es para mí, eso es para usted. Sólo diré que esto es una iniciativa médica para salvar seres humanos. Y desde el punto de vista de la medicina, es totalmente ético curar enfermedades neurológicas. Las posibles consecuencias éticas serán para que las discuta la sociedad.
—¿Qué considerará como una cirugía exitosa?
—Que al menos el paciente pueda caminar. Nadie puede esperar que esto salga perfecto, porque nada de lo que hacen los seres humanos como primer paso hacia otras cosas sale perfecto.
—¿Qué les dice a aquellos que lo comparan con el doctor Frankenstein?
—Que sí, absolutamente, soy el doctor Frankenstein (se ríe).
—¿Por qué cree que recibe tantas críticas?
—La razón principal es el dinero. Cuando durante 35 años investigadores de todo el mundo recibieron miles de millones de dólares para curar la parálisis, sin éxito, y viene alguien y demuestra que lo que escribió es cierto, dejarán de recibir ese dinero. Cuando eso ocurre, te echan. O sea que la verdadera razón detrás de las críticas no tiene nada que ver ni con la religión ni con la ética sino con el dinero.
¿Un paso hacia la inmortalidad?
Quizás el aspecto más polémico de la propuesta de Sergio Canavero no tiene tanto quever con el trasplante de cabeza cuando éste apunta a “liberar” a un paciente de un cuerpo severamente dañado (algo así como cambiar de envase), sino con una segunda alternativa que propone el italiano. Más escandalosa aun. La posibilidad de extender, indefinidamente, la vida humana. De hecho, en la charla TEDx que brindó en Verona, el neurocirujano abrió su exposición con la famosa canción Forever Young, de Alphaville. Y allí explicó la segunda etapa de su plan: que cuando la clonación ya sea una realidad, una persona pueda clonar su cuerpo alrededor de los 60 años, de manera de, luego, trasladar su cabeza a ese cuerpo más joven, y así eternamente. Según él, el shock de vitalidad que aporta al cerebro la sangre de ese cuerpo “nuevo” lo mantendrá siempre joven.
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