San Rafael, Mendoza martes 13 de mayo de 2025

Argentina, una cita histórica en las urnas

Scioli - MacriEl oficialista Daniel Scioli (izqda.) y el opositor Mauricio Macri, contendientes de la segunda vuelta electoral de este domingo en Argentina. AFP

«¡Argentinos, a las cosas!», escribió en su día Ortega y Gasset, gran conocedor del alma de un país que este domingo tiene una cita histórica en las urnas para decidir entre una continuidad política con matices -el siempre camaleónico peronismo- y el cambio hacia un modelo de Estado más gerencial y desideologizado. Tanto el candidato oficialista Daniel Scioli como el líder conservador Mauricio Macri llegan a unos comicios inéditos en Argentina (nunca antes hubo una segunda vuelta) con un ideario muy centrista y un ojo puesto en el voto de varios millones de indecisos que podrían inclinar la balanza hacia uno u otro lado.
Gane quien gane este domingo, Argentina despide una época, 12 años de kirchnerismo en los que el país ha alcanzado cotas de desarrollo e inclusión social notables y niveles de corrupción y confrontación política también significativos. Con las encuestas en la mano, ya hay un ganador claro: Macri. En el entorno del alcalde de Buenos Aires se respira euforia desde hace varias semanas. Pero no olvidan que todos los sondeos se equivocaron en la primera vuelta al pronosticar una cómoda victoria de Scioli. De ahí que la consigna en el equipo de campaña de Macri haya sido la de no cometer errores en los días previos a los comicios. La cifra de indecisos es todavía alta, entre un 4% y un 11%, según las encuestas.

El voto en blanco y la participación serán también decisivos. A sus 56 años, Macri espera convertirse en el primer presidente no peronista ni radical del último siglo. Su pasado empresarial y su cuna millonaria jugaban en su contra hasta que sus asesores decidieron «humanizar» su figura y reconfigurar su propuesta política, hoy más centrista que nunca. «Somos un partido que busca arreglar los problemas de la gente», suele decir Macri para definir al PRO (Propuesta Republicana), la formación política que fundó hace algo más de una década y que gobierna la rica ciudad de Buenos Aires desde hace ocho años. Con la coalición Cambiemos (de la que también forma parte la Unión Cívica Radical), el líder conservador ha dejado atrás, al menos de palabra, su inclinación por las privatizaciones y ahora habla sin tapujos de un gobierno «desarrollista». Una propuesta que no se aleja demasiado de la que ofrece un Scioli que insiste en presentarse como el defensor de la clase trabajadora. Su mensaje sobre una eventual retirada de subsidios y un gran ajuste fiscal si Macri llega a la Casa Rosada ha calado entre un sector de la población. Pero el gobernador de la provincia de Buenos Aires (de 58 años) llega a la cita electoral con la tropa en desbandada.

La presidenta Cristina Kirchnerno ha participado en el tramo final de la campaña para que la imagen de Scioli no se relacionara tanto con la suya, una imagen que despierta pasiones y odios a partes iguales. Pero ese silencio ha venido acompañado de un repliegue estratégico de la militancia kirchnerista. «No han movilizado a sus bases, nos han dejado solos», se lamenta un «operador» político de Scioli.El desánimo en las filas del Frente para la Victoria (FpV), que sólo espera un milagro, contrasta con el calculado optimismo opositor. Macri se sabe ganador y ha hilvanado un discurso conciliador en las últimas semanas. Un llamamiento a ese 60% de electores que no votó al kirchnerismo en la primera vuelta para que opten por un cambio de modelo. «¡Argentinos, a las urnas!», vino a decir el líder opositor en el cierre de su campaña. En su célebre consigna, Ortega trataba de incitar a los argentinos a desarrollar sus enormes «potencias espirituales» de forma colectiva por encima de cuestiones personales. Queda por saber si Macri ha leído o no al filósofo español.

Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2015/11/21/56509242268e3eb57e8b458a.html
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