Scioli, Macri y Massa buscan despejar los temores de un ajuste que ponga en riesgo la paz social. Prometen cambios para reducir la carga del impuesto a las Ganancias sobre salarios y mantener el esquema de paritarias libres. La apuesta por recrear un espacio institucional de diálogo tripartito para consensuar políticas de mediano plazo genera apoyo empresario y desconfianza gremial
Una encrucijada difícil que hasta se vuelve incierta y peligrosa para los actores del mundo del trabajo y las organizaciones sociales, entre quienes emerge el temor de un nuevo desenlace de ajuste con consecuencias críticas para sus representados. La garantía del mantenimiento de un escenario de paz social trasunta en un activo prioritario para el futuro gobierno y multiplica los esfuerzos de Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, los tres postulantes mejor posicionados en la pelea presidencial, por cerrar filas con la dirigencia sindical con reconocido poder de fuego y capacidad de control de la protesta social.
Con matices, los tres apostaron al mismo recurso para seducir a los sindicatos: la promesa de una reformulación integral del impuesto a las Ganancias, una ya histórica demanda gremial por el creciente impacto del tributo sobre los salarios. A ello sumaron el compromiso con la continuidad del esquema de paritarias libres, un elemento innegociable para los gremios, y la recomposición de salarios y jubilaciones.
Pero, hábiles conocedores de la dinámica de las relaciones con el poder de turno, los referentes del sindicalismo peronista van por más. Reclaman el control de los recursos que financian el sistema sanitario que se estructura en torno a las obras sociales administradas por sus organizaciones y la defensa a ultranza del modelo de monopolio de la representación sindical. Sus planteos desnudan un objetivo político más profundo: la oportunidad de recuperar protagonismo en el centro de la mesa del poder después de los desplantes y el ostracismo al que quedaron sometidos durante gran parte de la administración kirchnerista.
Las urgencias que la gestión de la herencia de Cristina impondrán al futuro gobierno alimentan sus expectativas. Expresa o tácitamente los principales presidenciables deslizaron la alternativa de barajar alguna instancia de concertación social tripartita destinada a acordar una serie de definiciones clave de política económica para superar el cuadro de estancamiento y retomar la senda del crecimiento y la recuperación del empleo. Una renovación de la insistente apuesta por un pacto social, con la que se entusiasman los principales actores empresarios, pero que recrea la desconfianza del mundo sindical, que teme que toda la discusión se concentre en el esfuerzo de imponer un congelamiento salarial. Disciplinar a los motores de la conflictividad social para implantar el ajuste sin grandes sobresaltos, es la sospecha compartida entre los gremios.
El empeño de Scioli apunta a despejar esa preocupación mostrándose como garante de la continuidad del modelo K. Macri y Massa replican el gesto pero desde la dialéctica discursiva del cambio. Unos y otros aseguran tener la receta para dar vuelta la página de las limitaciones que enfrenta el actual escenario laboral. Todo un reto: en los últimos tres años la tasa de creación de puestos de trabajo en en sector privado formal fue de apenas 0,3% promedio anual, apenas un tercio del incremento que registró la población con edad para incorporarse al mercado de trabajo. Si los niveles de desocupación se redujeron en el mismo período ello se debió fundamentalmente al fuerte aumento del empleo público, que solo en el último año alcanzó niveles récord incorporando un promedio de 177 personas por día. Otro problema complejo que deberá abordar el futuro Presidente.
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