Galopa con fuerza el corazón de Boca . Siente que el objetivo está ahí nomás, al alcance de la mano. No se detiene y va contra todos. Se ríe de todos.Tenía que ganar y lo hizo. Con algunas dificultades, es cierto, pero se sacó ese peso de encima. En la Bombonera, ahí donde en este campeonato había trastabillado con equipo menores, no podía permitirse semejante desliz. Hasta se advertía cierto temor por entender que este equipo suele relajarse cuando el rival se supone inferior. No se inmutó y no lo pagó caro como en otras oportunidades. Disfruta más allá de las polémicas y de las miradas celosas por un rendimiento lejos del esperado y que suponía una goleada sobre el pobre de Crucero del Norte. Pero qué importa eso ahora. Lo único que cuenta es que los xeneizes se estremecen con el dulce aroma de un campeonato que está casi en su punto exacto de cocción.

Fue un camino largo y nada fácil el que tuvo que recorrer Boca para llegar hasta aquí. Fueron muchos los escollos. Los sorteó uno por uno. Ayer tuvo varios y también los afrontó. Porque no se taró cuando el penal ejecutado por Tevez se fue por encima del travesaño. Tampoco le tembló el cuerpo por no contar con la mejor versión del Apache. Y tampoco le importó al equipo de Arruabarrena el ninguneo de Riquelme, en la semana, hacia un logro que está muy cerca. No se desenfoca, aun cuando en el universo xeneize no son inocuas ese tipo de palabras. El plantel no quiere ni se permite quedar afectado por el entorno.

Se dirá que el árbitro Vigliano cometió un error que podría haber torcido la historia, por el penal de Cata Díaz sobre Maximiliano Oliva que no sancionó, pero poco le importa a este equipo que desde que dio la talla en el clásico con River sumó confianza y siente cómo se le eriza la piel por estar acariciando el cetro. Es que desde aquel partido en el Monumental encadenó su cuarto éxito consecutivo y apenas concedió un gol rival (en la victoria por 3-1 sobre Argentinos Juniors).

Boca tuvo que luchar demasiado para llegar hasta este punto. Con la ansiedad de no poder ganar un título, con las presiones por tener tantas estrellas, con la desconfianza sobre el carácter del equipo, con las lesiones

Es posible que alguien hubiera entendido que la victoria sobre Crucero del Norte, el rival que con la derrota perdió la categoría, era apenas un trámite para este Boca que tiene apellidos como los de Cata Díaz, Lodeiro, Tevez y Calleri. Pero lo que realmente estaba en juego para este conjunto xeneize era cumplir con el compromiso de hacer prevalecer su jerarquía justo en la jornada en la que San Lorenzo y Rosario Central lo habían ayudado cediendo puntos. Y tampoco se equivocó allí. Cumplió con su tarea; extendió a seis unidades la ventaja sobre el Ciclón y le sacó 8 al conjunto rosarino. La carga emocional de acumular más de cuatro años sin conseguir un campeonato también jugó ayer su papel, algo que hasta reconoció el propio Arruabarrena.

Es que Boca tuvo que luchar demasiado para llegar hasta este punto. Con la ansiedad de no poder ganar un título, con las presiones por tener tantas estrellas, con la desconfianza sobre el carácter del equipo, con las lesiones de jugadores como Pablo Pérez y Fernando Gago, con los escándalos mediáticos con Daniel Osvaldo, con las visitas de los barrabravas antes del cruce con River por la Libertadores que terminó con el escándalo del gas pimienta y hasta con las acusaciones por las actitudes de Orion y de Tevez, que provocaron las lesiones de Bueno y Ham, respectivamente.

Nada parece sencillo para este equipo, que igual avanza. Porque mientras el plantel tendrá dos semanas de descanso antes del clásico con Racing, en Avellaneda, su máximo referente, Carlos Tevez, no podrá tomarse un respiro y vaya si lo necesita después de un trajín de más de 70 juegos. El Apache hoy comenzará a trabajar con la selección argentina, que el jueves próximo se medirá con Ecuador, en el Monumental, y el martes 13 con Paraguay, en Asunción, por las eliminatorias sudamericanas.

Sacan cuentas en Boca. Saben que si vencen en la próxima fecha a la Academia se asegurarán el primer puesto. Pero también tienen claro que si San Lorenzo deja algún punto en el camino, un éxito en el Cilindro le permitirá quedarse con el primer torneo largo, una aventura que llevaba 25 años sin experimentarse en el fútbol argentino.

Boca no se detiene. Pueden señalarlo por no haber goleado a Crucero del Norte y apenas haber anotado un gol, para colmo, en contra. Pero a esta altura qué importan a los xeneize esas cuestiones. Ya pueden disfrutar de su recorrido, que ayer los dejó en el umbral de la consagración.