Las cifras oficiales del Ministerio de Economía marcan que al momento de la asunción de Néstor Kirchner la deuda pública era de U$S 152.600 millones y alcanzó los U$S 233.200 al 31 de diciembre de 2014 (último dato oficial). Si se agrega la deuda no registrada (saldo cupones PBI), la nueva deuda contraída durante este año, la deuda publica asciende a U$S 270.000 millones.
Este incremento del endeudamiento público de más de U$S 110.000 millones se produjo a pesar de que durante la gestión K se pagaron vencimientos por U$S 145.000 millones.
En gran parte, los vencimientos de deuda con los acreedores privados y organismos internacionales se pagaron con reservas del Banco Central y con préstamos de otros organismos públicos. Por ese motivo, el 60% de la deuda de la Administración Central está en manos del propio Estado a través del BCRA, Anses, etcétera.
El especialista Héctor Giuliano señala que entre los prestamistas públicos del Gobierno estarían: el Banco Central, al que el Tesoro Nacional le debe más de U$S 90.000 millones entre letras, títulos y adelantos transitorios.
La Anses -que no tiene fondos propios sino que administra la plata de los jubilados-, que tiene más del 64% del Fondo de Garantía de Sustentabilidad (FGS) del Sistema Previsional prestado al Gobierno.
El Banco Nación, cuya finalidad primaria es prestar al sector privado productivo pero tiene aproximadamente la mitad de su cartera de créditos prestada al Estado (en préstamos y títulos públicos).
Una larga serie de otros entes públicos y semipúblicos, como el BICE-Banco de Inversión y Comercio Exterior, Compañía Administradora del Mercado Mayorista Eléctrico S.A. (Cammesa), Instituto Nacional de Reaseguros (Inder), Lotería Nacional, Energía Argentina (Enarsa), Superintendencia de Seguros de Trabajo (SRT), entre otros.
“Estos préstamos de la deuda intra-Estado usualmente se hacen contra letras/bonos que en la práctica equivalen a desvíos de fondos de sus destinos específicos y no tienen capacidad de repago demostrada”, precisa Giuliano.
Agrega: “Tener deuda interna e intra-Estado, en lo inmediato, obviamente es mejor que tener deuda externa con terceros, pero ello no elimina la cuestión de fondo del reendeudamiento y toma de nueva deuda sin capacidad de repago (con el sector público y con el sector privado), sobre todo si se tiene en cuenta cuál es el objetivo final de este macro-sacrificio de recursos y activos financiero-fiscales”.
Es que “la deuda intra-Estado” no es neutra; no se trata de un “pagaré” en el que acreedor y deudor son la misma persona y, por ende, su falta de cumplimiento o default no tiene consecuencias sobre las Finanzas Públicas: es plata que se tiene que devolver. «
El costo financiero de la deuda intra-Estado conlleva la descapitalización del BCRA, el desfinanciamiento del sistema previsional que administra la Anses, la merma de créditos prestables al sector privado productivo por parte del Banco Nación y un sistemático desvío de fondos presupuestarios”.
Todo esto se traduce en alta inflación, falta de dólares para importar afectando las líneas de producción, dólar paralelo, altas tasas de interés en pesos y dólares.
Además, “el desendeudamiento con terceros vía transferencia del grueso de la deuda al propio Estado deudor deja abierta, a la vez, la posibilidad de una reducción parcial y gradual de la misma, no cumplimiento sino por falta de pago”, advierte Giuliano.
Fuente: Los Andes – http://losandes.com.ar/article/el-serio-impacto-que-genera-la-deuda-intraestatal
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