San Rafael, Mendoza viernes 29 de marzo de 2024

‘Deberías estudiar ese asunto del ADN’

Nobel 2015Fue Tomas Lindahl quién comenzó todo. Nacido en la tierra de Alfred Nobel en 1938, este investigador sueco empezó a desmontar una teoría muy asentada hasta los años setenta y que consideraba que nuestro ADN era un material estable. Muy al contrario, sólo un conjunto de complejos mecanismos de reparación genético impiden que los daños que sufren nuestras células cada día conviertan nuestro organismo en un completo «caos químico».Junto a Lindahl, la Real Academia de Ciencias Suecas ha galardonado con el Premio Nobel de Química 2015 a Paul Modrich (nacido en Estados Unidos en 1946) y a Aziz Sancar (Savur, Turquía, 1946). A los tres se les reconocen sus trabajos para desvelar cómo se corrigen los errores que van sufriendo las células humanas con cada nueva división o cuando se exponen, por ejemplo, a agentes externos como el tabaco o las radiaciones solares.
El jurado ha destacado también que sus trabajos, cada uno de ellos de manera independiente, han permitido no sólo conocer el funcionamiento interno de las células y cómo protegen su información genética, sino que han tenido aplicaciones prácticas directas en el desarrollo de nuevas terapias contra el cáncer. Al fin y al cabo, el cáncer no es sino un proceso por el que estos mecanismos de reparación del ADN dejan de funcionar y las células van acumulando mutaciones hasta malignizar. «Ellos abrieron la puerta a este cambio, nos enseñaron que el ADN se puede dañar y que existen proteínas encargadas de su reparación, como si fuesen cirujanos», se felicita desde el CNIO Óscar Fernández Capetillo, jefe del Grupo de Inestabilidad Genómica.

«Ellos tuvieron la curiosidad suficiente para abrir este campo».En la mayoría de los casos, y pese a que a lo largo de la vida cada célula puede llegar a dividirse millones de veces, el ADN se mantiene prácticamente idéntico al que heredamos en el momento de la fecundación vía paterna y materna. Como cualquier proceso químico, incluso aunque no se someta a ninguna agresión externa, esta división celular a lo largo de nuestra vida es objeto de mutaciones y pequeños errores aleatorios.

Los mecanismos que ha estudiado la terna de premiados son los que mantienen dentro de un orden controlado esta inestabilidad genética.Después de que Lindahl describiese por primera vez a principios de los años setenta la reparación por escisión de base que impide la descomposición del ADN, sus dos compañeros de Nobel siguieron por la misma senda.Sancar estudió Medicina en Estambul e incluso llegó a ejercer en su país natal antes de interesarse por la Bioquímica y trasladarse a Estados Unidos (país del que tiene también la nacionalidad). Allí comenzó su carrera en la Universidad de Texas (en Dallas), donde fue capaz de clonar el gen de la enzima que repara los daños de los rayos UV en el ADN. Sin embargo, como relata la Academia sueca, el hallazgo no tuvo mucha repercusión y se vio obligado a mudarse a Yale, donde dio sus primeros pasos como técnico de laboratorio.

Hasta ahora, sólo otro compatriota suyo había ganado un Nobel, Orhan Pamuk el de Literatura en 2006.Allí continuó sus trabajos sobre la fotoliasa como enzimas clave en la reparación causada por la luz ultravioleta: primero en bacterias y, en segundo lugar, en humanos. Como destaca el jurado «su habilidad para generar el conocimiento sobre los detalles moleculares de este proceso cambiaron por completo este campo de investigación». En el caso de los pacientes con xerodermia pigmentosa, por ejemplo, un defecto congénito en este taller celular les hace extremadamente sensibles a los rayos del sol, porque su ADN es incapaz de reparar los daños causados por la luz ultravioleta.A Paul Modrich (Nuevo México, 1946) fue su padre -profesor de Biología- quien le inculcó el gusanillo del ADN en el año 1963, sólo un año después de que el Premio Nobel recayese en Francis Crick y James Watson por su descubrimiento. «Deberías estudiar ese asunto del ADN», le dijo el profesor a su hijo.Primero en Stanford, después en Harvard y finalmente en Duke, desde luego que el ADN marcó su vida hasta llevarle al mismo altar que Watson y Crick. Concretamente, demostró cómo corrige la célula los errores que se producen en el proceso de división celular, reduciendo su frecuencia hasta mil veces.

En el caso de algunos tipos de cáncer de colon hereditario, por ejemplo, el origen de la enfermedad está en una brecha en este control de seguridad.Sin todos los mecanismos de reparación del ADN, ha destacado el Jurado del Nobel, nuestro genoma se colapsaría. De hecho, un sólo error en esta compleja maquinaria puede ser el primer peldaño hacia la aparición de un cáncer. El premio está dotado con ocho millones de coronas este año (unos 850.000 euros) y será entregado a los galardonados el 10 de diciembre, aniversario de la muerte de Alfred Nobel.

Fuente; http://www.elmundo.es/salud/2015/10/07/561513a046163f044b8b4628.html
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