La tradición, la profesionalización y la competencia con las potencias explican el auge
El argentino Juan Martín Hernández es tacleado por el irlandés Robbie Henshaw el pasado domingo en los cuartos de final del Mundial de rugby. / DAMIEN MEYER (AFP)
No es la primera vez que Argentina se clasifica para una semifinal de un Mundial de rugby. Primero lo había hecho en 2007, pero este domingo lo ha logrado con un juego soberbio que ha sorprendido y deleitado al mundo. No ha sido magia sino el fruto de una historia larga y otra reciente, que cuenta que desde 1999 Los Pumas solo se han ausentado una vez de los cuartos de final de una Copa del Mundo.
Gonzalo Bonadeo, periodista argentino que está cubriendo el Mundial de Inglaterra, encuentra tres factores para explicar elfenómeno del rugby de su país: la tradición de un deporte que se practica en Argentina desde finales del siglo XIX, la participación en los últimos 20 años de los mejores jugadores en las ligas profesionales de Francia e Inglaterra y las becas para los más jóvenes que financia la federación de Rugby Mundial para desarrollar el deporte en todo el mundo, fuera de las potencias que siempre lo han dominado. Otra explicación radica en el hecho de que Los Pumas juegan todos los años desde 2012 el Campeonato de Rugby, denominación de lo que antes era el Torneo de las Tres Naciones, contra los grandes colosos del Sur, Australia, Nueva Zelanda y Sudáfrica. Argentina ha jugado 21 partidos en los últimos cuatro años en ese campeonato, perdió 18, ganó dos y empató uno, pero ha aprendido mucho.
En este país sudamericano, los inmigrantes ingleses crearon hace más de 100 años clubes y colegios en los que se sigue jugando al rugby. Lo que comenzó como un deporte de élite se ha ido extendiendo a la clase media. En la actualidad se juega con la ‘guinda’ en unos 600 clubes argentinos. Bonadeo niega que se trate de un deporte de clases altas y cuenta casos de jugadores y clubes de barrios humildes. También valora que en el rugby argentino los niños menores de 15 años no jueguen torneos sino partidos amistosos y que a partir de entonces disputan campeonatos todos los que quieran. “Juegan los buenos y los malos, eso en fútbol no se da”, elogia el comentarista del canal TyC Sports.
Hace seis años comenzó un plan de becas que profesionalizó a todos los miembros de la selección
En las últimas tres décadas además se han ido sumando a Los Pumas ‘rugbiers’ de las provincias argentinas. Este deporte dejó de sermonopolio de Buenos Aires y sus suburbios. “Esto genera conflictos, pero todo se resuelve con victorias como las de este Mundial”, comenta el periodista de TyC Sports.
En Argentina la liga local sigue siendo amateur, pero sus mejores exponentes migran al profesionalismo de Europa. “En Francia e Inglaterra no solo crecen en lo individual sino que les sirve para conocer a los mejores del mundo, porque son sus rivales o sus compañeros de club”, destaca Bonadeo.
Desde 2009 se puso en marcha el Plan Nacional de Alto Rendimiento con el que la Unión Argentina de Rugby beca a los jóvenes jugadores para que se formen en el camino hacia la selección. “Ahora la única preocupación de Los Pumas es jugar al rugby y no el estudio o el trabajo, como nos pasaba a nosotros”, cuenta Pablo Camerlinckx, uno de los emblemas de la selección argentina en los 90. “Antes la crítica a Los Pumas era que les faltaba atacar y jugar con la pelota, pero (el seleccionador Daniel) Hourcade viene cambiando eso. Hace diez años no lo podías hacer porque los jugadores no tenían la preparación física para jugar 80 minutos así. Aún hay lagunas en el juego, cosa que no les pasan a los All Blacks, pero esto es el comienzo de lo que pueden llegar a ser Los Pumas”, confía Camerlinckx.
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