La historia del marino genovés. El hombre que arribó a América en 1492 fue una figura incuestionable por siglos. Pero en los últimos años la política oficial y un sector de la academia empezaron a erosionar su imagen.
La discusión parte de las palabras. Decir “conquista” de América, no es lo mismo que “descubrimiento”. La primera opción desnuda el sometimiento de los nativos. La segunda tiene un matiz eurocentrista: antes, este lugar no existía. Aunque el grito de tierra que dieron los marineros de Colón cumple hoy 523 años, el debate sobre el genovés está presente.
“Estamos en desacuerdo con las teorías que califican a Colón de asesino, fue un hombre de ciencia que se adelantó y permitió el encuentro de dos mundos”, dice Sebastián Impelluso, presidente del Círculo Italiano de Buenos Aires. Alguien que rompió fronteras conceptuales y geográficas de su tiempo.
Pero esa visión enoja a otro sector. En junio, por ejemplo, cuando el Gobierno empezó a sacar la estatua del marinero genovés de atrás de la Casa Rosada, el Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Originarios emitió un comunicado en el que tachó a Colón de “símbolo del genocidio y etnocidio”. Antes, en 2010, un decreto presidencial había cambiado el nombre del feriado del 12 de octubre: de “Día de la Raza” a “Día del Respeto a la Diversidad Cultural”. Se argumentó que la denominación anterior alentaba reivindicaciones racistas.
En las escuelas hoy el tema se toca en cuarto grado, y en la secundaria, en primer y segundo año. “Se parte de una interpretación de conquista, no de descubrimiento. La apuesta es siempre a que en el aula se charlen distintas interpretaciones y el contexto de la época”, le explica a Clarín Mabel Scaltritti, del Grupo de Areas Curriculares del Ministerio de Educación de la Nación. Esa cartera recomienda ejes temáticos, que luego profundiza cada provincia. “Aún así –reconoce la especialista– podés encontrar en algunas aulas la vieja idea del descubrimiento de un continente vacío, porque la mirada del docente también pesa”.
En el Ministerio de Educación porteño, Max Gulmanelli, subsecretario de Gestión Educativa, matiza: “No es bueno irse de un extremo a otro. Existe una historia precolombina muy rica y diversa entre sí, que también incluye genocidios precolombinos, y después vinieron los españoles y, más allá de muchas cosas que ocurrieron, se produjo el encuentro de dos culturas. No es bueno simplemente denostar 500 años de historia española en América latina. Eso negaría lo que somos hoy”.
El respeto a los proyectos educativos de cada escuela permite que, mientras en alguna institución puede perdurar una mirada más eurocéntrica, en otras de la misma jurisdicción es mayor el hincapié en la diversidad. “En la escuela 19 Hermanos Latinoamericanos, de Lugano, el día del acto por el 12 de octubre se iza junto con la bandera argentina la multicolor whipala, que identifica a los pueblos originarios”, cuenta el docente Matías Legorburo. “Se estudia el contexto histórico y se interpelan etiquetas: ‘¿Qué quiere decir descubrir un mundo? ¿Antes no existía? ¿El encuentro de dos culturas implica la dominación?’”, completa.
“Creyera lo que creyera sobre lo que había encontrado, el proyecto de Colón no era otro que el de sacar el mayor provecho. Si se leen sus diarios de viaje, la palabra oro es una de las que más se repiten, junto con Dios”, analiza el historiador Jorge Gelman, investigador del Conicet y director del Instituto de Historia Ravignani.
El experto sopesa: “Nunca hay una sola perspectiva para un fenómeno histórico. Es evidente que para los pueblos indígenas la llegada de Colón, y detrás suyo de todos los conquistadores, no fue una buena noticia. Fueron sometidos, explotados, destruidas sus culturas”. Y agrega: “Desde la perspectiva europea, la conquista fue clave en el crecimiento de la región. Ya Marx señaló que ese fenómeno está en la base de lo que denominó acumulación originaria en el desarrollo capitalista”.
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