Un problema que preocupa en la Argentina.Lo determinó un estudio en casi 28 mil jóvenes de EE.UU. Cada hora de sueño perdida hasta los 20 años se vincula con un alza del 38% en la posibilidad de sufrir alteraciones psíquicas.
Esta correlación no prueba que la falta de sueño cause esos problemas directamente, apuntan los científicos. De hecho, podría incluso ser a la inversa: la depresión y la ansiedad causan insomnio. “Pero la mayoría de investigaciones establecen la falta de sueño como causa de problemas mentales y no al revés”, explicó Adam Winsler, coautor del estudio y profesor de psicología en la Universidad de George Manson. Para arribar a estas conclusiones, entrevistaron a con 27.939 estudiantes de los suburbios de Virginia.
Los déficits en el sueño reducen la función cerebral –funciones ejecutivas, el autocontrol o el juicio– en los adolescentes. “Los padres y madres, educadores y terapeutas necesitan prestar atención al papel del sueño en la prevención de enfermedades mentales entre los jóvenes”, advierte Winsler, quien recuerda “que el efecto positivo de dormir bien sobrepasa el de la mayoría de terapias y medicamentos”. Un estudio de las universidades de Oxford, Harvard y Nevada aconseja que las clases no empiecen tan temprano (ver Recomiendan…)
En Argentina no hay cifras oficiales respecto de la deprivación del sueño en población adolescente. En 2004 el Hospital Austral realizó un estudio en el país y reveló que cerca de la mitad de los chicos de entre 10 y 15 años dormía menos de 9 horas los días de actividad escolar y no recuperaba horas de sueños los fines de semana. “La falta de descanso se asocia con una baja motivación para las tareas cotidianas, una disminución en los niveles de atención y concentración, fallas en las funciones ejecutivas y una mayor tendencia la desregulación emocional. Estas cuestiones se asocian en su conjunto con un peor desempeño escolar. A nivel físico puede observarse un excesivo cansancio y somnolencia diurna y un riesgo mayor de obesidad y de sufrir accidentes”, detalla Pablo López, del departamento de Psicología y coordinador del Programa de Educación Continua, de Instituto de Neurología Cognitiva (INECO).
Las horas de sueño que no se duermen en una noche no pueden recuperarse ni compensarse. Incluso hay estudios que señalan que los intentos por compensar el sueño empeoran el cuadro. Algunos expertos sostienen que la particularidad que existe en el patrón de sueño de los adolescentes, es la presencia de un contraste marcado entre los horarios que duermen durante la semana y los que duermen durante los fines de semana. En definitiva, la única manera de pagar esa “deuda de sueño” es durmiendo.
Y eso es lo que sugiere Eduardo Borsini, especialista en medicina del Sueño del Hospital Británico, quien alerta además sobre las consecuencias de dormir poco o mal: “Fluctuaciones del humor, ciclotimia o ansiedad. Estrés. Frustración, impulsividad y agresividad. Dormir menos de lo necesario deteriora la inteligencia emocional, es decir, lo ligado a los afectos. Estas condiciones predisponen al uso y abuso de sedantes y al consumo de alcohol y drogas. Naturalmente los chicos tienden a irse a dormir más tarde, pero hay que cuidar de que descansen por lo menos ocho horas”, sugiere.
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