San Rafael, Mendoza 24 de noviembre de 2024

Retrato de una joven escritora anticuada (y muy premiada)

librosA los 28 años, Eleanor Catton, ganó el prestigioso Man Booker.Recibió un enorme reconocimiento por su segundo libro. Es una novela ambientada en la fiebre del oro.

Todo el mundo es de otro lugar, dice en un momento Thomas Balfour, uno de los personajes que atraviesa las páginas de Las luminarias. Y también, como sabe Balfour, todos estamos huyendo de algo. Es el enigma que empieza a tejerse desde el principio en esta novela, la segunda de la joven escritora Eleanor Catton, y con la que sacudió el mundo editorial en 2013 al ganar el Man Booker Prize con sólo 28 años.  Dos años después, invitada al FILBA, esta escritora nacida en Canadá en 1985 y radicada en Nueva Zelanda a los seis años, dice que todavía no escribió nada más. No pudo. “Demasiados viajes”, reconoce con voz delicada, pero asegura que empezó a investigar para su próximo libro, quizás algo de ciencia ficción, pero donde reflexione sobre el capitalismo.

La astrología es el sistema que le aporta estructura a Las luminarias. Un forastero llega a Hokitika, en la costa neocelandesa, durante la fiebre del oro de 1866. De algún modo ese hombre podría ser la representación de un narrador: alguien que llega a un lugar extraño, después de una tormenta, para tratar de entender el secreto que ocultan los demás. Cada personaje de la novela oculta un enigma. Al estilo de los relatos de Miguel Briante, donde “un secreto merece otro secreto, y un relato merece otro relato”, Catton construye una maquinaria narrativa hipnotizadora con vestigios de la novela del siglo XIX y una ambición literaria inusual para la escena contemporánea.

-Dijo que “Las luminarias” surge de una idea filosófica. ¿Cuál?

-La novela parte de mi interés por las relaciones humanas y de la posibilidad de pensar acerca de las relaciones que rodean a una persona. Me propuse construir patrones relacionales entre un grupo. De muchas maneras, la astrología, como sistema, es una manera primitiva de entender la psicología. Las doce señales del zodíaco forman un tipo de secuencia que responde a las otras señales, y los siete planetas son fuerzas que influyen en el comportamiento y la personalidad. La novela nació de pensar en la luna y en el sol, que se llaman “las luminarias”. Viene de esta idea: un ego externo y un ego interno, y cómo ambos se entrelazan. Construí el libro a partir de mis reflexiones sobre esta idea y, en el argumento de la novela, Anna Wetherell y Emery Staines tienen estos papeles. De alguna manera son dos mitades de la misma persona.

-El libro está dedicado a su padre “que ve las estrellas” y es profesor de filosofía en la universidad. ¿Cómo influyó la filosofía?

-Nunca estudié filosofía, mis lecturas fueron búsquedas personales. Y la universidad en la que estudié fue la misma donde mi padre era profesor de Historia de las Ciencias: no quería tomar clases con él. Recientemente leí a John Ruskin, el filósofo victoriano que influyó a Gandhi. Visité su casa en Inglaterra, y me interesó este hombre que habla de la destreza y de un regreso a la naturaleza. Ruskin es un personaje propio del romanticismo, y me obsesiona el enorme cambio que se produjo en el siglo XVII, cuando dejamos de ser una sociedad controlada por la fe y por la jerarquía, para convertirnos en una cultura de la razón y la individualidad.

-Algunas reseñas dijeron que su novela era una experiencia de lectura anticuada. ¿Se considera una escritora anticuada?
-Sí, diría que soy anticuada porque creo que el noventa por ciento de la escritura se trata de leer, y cuando uno escribe lo más importante es haber leído. Diría que aprender a ser escritor es, de hecho, aprender a leer atentamente. Un profundo conocimiento de la gramática resulta fundamental. Es el código. Tienes que comprender las razones por las que se usa cada parte del lenguaje. Es probable que esta opinión sea un poco anticuada.

-Tanto “El ensayo general”, su primera novela, como “Las luminarias”, trabajan muy bien los tiempos narrativos, ¿Qué significa el tiempo en su ficción?
-Es el elemento más importante. La velocidad de las escenas, los relatos que dan vuelta y vuelven al principio. Sabía que este libro debía empezar después de una muerte. Y así empieza. Me interesa manipular el tiempo de la narración.

-Manipular el tiempo es manipular el orden del universo, ¿estamos de acuerdo?

-Y también es trabajar con el suspenso. Muchos lectores se preguntan por qué se ramifican mis historias, por qué dejo algunos personajes en un lugar y vuelven después de muchas páginas. Jugar con el tiempo es la sustancia de la ficción. Si alguien te pregunta qué hiciste hoy, uno tiene que empezar desde el principio y esa historia empieza a ramificarse en un centenar de otras historias llenas de enigmas. Es una reflexión sobre la forma.

-Una forma bastante posmoderna. Es decir que usted es una escritora anticuada con formas posmodernas. Una combinación interesante.

-No me interesa demasiado la literatura posmoderna. Amo la literatura moderna, el siglo XIX, la literatura de Dickens, Tolstoi, Dostoievski. Creo que si uno experimenta, debe ser consciente de lo que hace y la razón por la que lo hace. La experimentación, en ese sentido, es una forma de la curiosidad.

En Filba

Hoy: A las 19.30 hablará, con David Foenkinos, sobre presente y futuro de la literatura. En La Abadía, Gorostiaga 1908.

Domingo: A las 18.30 participará de un panel sobre la reinvención de los clásicos. En Malba.

 

Fuente: http://www.clarin.com/cultura/Eleanor_Catton-las_luminarias-filba_0_1436256865.html
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