Perdóname Señor porque he pecado, he mentido, he robado, he matado, maltratado y traicionado. Y aunque es verdad, todos mentimos alguna vez, o podemos haber robado con picardía un juguete a algún primo, inclusive matado con la imaginación tantas veces a algún jefe, un profesor, a casi todos los ex y a tantas ¿pobres? suegras.
Si hablamos de traicionar, cuántas veces traicionamos la confianza de nuestros padres, y maltratamos a nuestros hermanos?, diciendo las cosas más hirientes que sólo salen de una mente maquiavélica que ni reconocíamos en nosotros.
Y lo siento, de verdad, con arrepentimiento sincero (bueno, menos de algunas mentiras que prefiero que queden así), pero, sin subestimar el daño causado, me preocupa más cuanto nos faltamos y fallamos a nosotros mismos. Cuántas veces cegados por el amor, dejamos de lado propios intereses?, mintiéndonos, llegamos a pensar “no es tan aburrido el partido de Huracán-Rosario Central, ¡quién lo hubiera dicho!”. O traicionamos nuestros valores más arcaicos por un sueldo que pague la cuota del 0 km. Nos robamos nuestros sueños intercambiándolos por los de personas que son más importantes que nosotros mismos.
Pero por el error de querer y dar con todo nuestro ser, es que desaparecemos en el intento, es que nadie nos va a devolver con la misma moneda, o por lo menos no podemos pretenderlo.
No tenemos 2 vidas, una para darla y otra para vivirla, y aún pensando en “ganarse el cielo”, sería interesante que aprovechemos el paso por la tierra, no?
Amarse no es sólo un concepto cursi y de moda, lleva un profundo conocimiento de nosotros mismos, conocer lo que no nos gusta para poder cambiarlo, y lo que nos gusta para estimularlo y aprovecharlo. Es un camino grato, porque no sólo vamos a ser más felices con nosotros mismos sino que vamos a hacer más felices a quienes nos aman. Porque quizás, nunca quisieron que dejáramos la vida en ellos, quizás en el fondo solo nos pedían vernos felices!!!
Gentileza Macarena Sánchez Navarro – Licenciada en Psicología – macasnavarro@gmail.com
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