FILADELFIA.- Desde esta ciudad, cuna de la independencia declarada en 1776 y de las libertades que definen a Estados Unidos, el Papa invitó ayer a la superpotencia a reafirmar los principios fundacionales de la democracia de su país. Aludió a los problemas raciales, a la intolerancia y a las desigualdades sociales que aún existen aquí e instó a seguir adelante en el esfuerzo por «eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios».
«La sociedad se debilita siempre que la injusticia prevalece», dijo en un discurso en el que alentó a la comunidad hispana e inmigrante a no desanimarse ante «los retos y dificultades que tengan que afrontar», y en el que fue interrumpido por ovaciones.
En la última etapa del viaje más largo y exigente de su pontificado, que lo llevó también a Cuba y que culmina hoy con una misa multitudinaria que cierra el Encuentro Mundial de las Familias, también destacó la importancia de un «sano pluralismo» y de la libertad religiosa. «¡Conservemos la libertad, cuidemos la libertad, que cada uno dé gracias de las libertades que disfruta», dijo fuera del texto preparado.
«La Declaración de Independencia proclamó que todos los hombres y mujeres fueron creados iguales; que están dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables, y que los gobiernos existen para proteger y defender esos derechos. Esas palabras siguen resonando e inspirándonos hoy, como hicieron con personas de todo el mundo, para luchar por la libertad de vivir de acuerdo con su dignidad», dijo Francisco, en un multitudinario y emotivo encuentro con la comunidad hispana y demás inmigrantes.
El escenario no podía ser más emblemático: el Independence Mall, el lugar del nacimiento de Estados Unidos. A sus espaldas estaba el Independence Hall, donde tuvieron lugar los debates de la Asamblea Constituyente, donde se declaró la independencia, en 1776, y en el que se redactó la Constitución, en 1787.
Aclamado por enésima vez cuando llegó al lugar en el papamóvil, Francisco llamó a reafirmar, asimilar y defender esos principios fundacionales de Estados Unidos, un país creado por inmigrantes. «¡Se ve, se siente, el Papa está presente!»; «¡Papa Francisco, te quiere todo el mundo!», coreaba la multitud.
«Cuando un país guarda la memoria de sus raíces, se renueva y sigue asumiendo nuevos pueblos y nueva gente», dijo. Y recordó las grandes luchas que llevaron a la abolición de la esclavitud, la extensión del derecho de voto, el crecimiento del movimiento obrero y «el esfuerzo gradual para eliminar todo tipo de racismo y de prejuicios contra la llegada sucesiva de nuevos americanos».
«Cuando los individuos y las comunidades ven garantizado el ejercicio efectivo de sus derechos, no sólo son libres para realizar sus propias capacidades, sino que también contribuyen al bienestar y al enriquecimiento de la sociedad», destacó. En Estados Unidos se estima que hay 41 millones de inmigrantes. Unos 11 millones son indocumentados, que en muchos casos son considerados ciudadanos de segunda.
«Con demasiada frecuencia los más necesitados no son escuchados», también clamó el Papa, que conmovió al dirigirse especialmente a la «gran» población hispana, así como a los demás inmigrantes recién llegados a Estados Unidos. «No se desanimen por los retos y dificultades que tengan que afrontar. Les pido que no olviden que, al igual que los que llegaron aquí antes, ustedes traen muchos dones a su nueva nación. No se avergüencen nunca de sus tradiciones», pidió. Al mismo tiempo, los exhortó a ser ciudadanos responsables y a contribuir a la vida de las comunidades en las que viven.
El Papa había llegado a esta ciudad multicultural de 5,5 millones de habitantes por la mañana desde Nueva York. Filadelfia es la quinta ciudad más poblada del país, donde se estima que el 23% de sus habitantes y el 19% de las familias viven debajo de la línea pobreza.
Antes de irse de la «Gran Manzana», en el helicóptero que lo llevó al aeropuerto se dio el gusto de contemplar desde el aire la Estatua de la Libertad y Ellis Island, puerto de llegada de millones de inmigrantes. Si allí había sido recibido el jueves con el clásico «New York, New York», en Filadelfia fue el turno de la banda sonora de la película Rocky. Francisco, que cumplirá 79 años en diciembre, trastabilló al subirse al avión que lo trajo hasta aquí, algo que fue sólo un susto.
Recién llegado a Filadelfia -cuyo nombre proviene del griego «amor fraterno», pero que parecía bajo estado de sitio por las medidas de seguridad (ver página 5)-, Francisco celebró misa en la catedral. En una ciudad considerada la más clerical del país, invitó a obispos, sacerdotes y religiosos a «adaptarse a los cambios de las situaciones con creatividad, transmitiendo el legado del pasado no sólo a través del mantenimiento de estructuras e instituciones», sino abriéndose al espíritu y mediante la comunicación de la alegría del Evangelio. Además, instó a una mayor participación de los laicos en la vida de la Iglesia, y destacó la «inmensa» contribución de las mujeres.
Por la noche, en una vigilia de oración ante cientos de miles de familias que lo vivaron, entre las cuales había muchas argentinas, reafirmó la importancia de la familia, porque «no es bueno» estar solo. «No podemos pensar en una sociedad sana que no le dé espacio concreto a la vida familiar», dijo, al reclamar una legislación capaz de defenderla.
Fuente: La Nación – http://www.lanacion.com.ar/1831591-sobre-la-hora-ningun-peregrino-quiso-perderse-la-fiesta
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