Quién pudiera llegar a los años de la sabiduría con la plenitud de Gilberto Gil. De su boca de poesía eterna, la palabra, que por saberse sólida, brota como susurro, como caricia. Los ojos cómplices, livianos en la tranquilidad del sueño cumplido. Y, sobre todo, la garantía del abrazo de amigos que son más que hermanos, compañeros de mil canciones. El músico bahiano aterriza una vez más en Buenos Aires junto a Caetano Veloso para ofrecer juntos dos shows, íntimos en su esencia despojada, en el Luna Park. “Es una reunión que repasa toda nuestra trayectoria y también nuestra relación, basada en una amistad e identificación muy fuertes. De admiración mutua. Un camino que ya lleva más de 50 años, una obra significativa para la identidad brasileña. Es la vida misma. Es una reunión que refleja la vida que vivimos juntos”, comienza Gil.
Ambos nacieron en Salvador en 1942, y la música los unió tempranamente. Se conocieron en la universidad: Caetano estudiaba filosofía; Gil, Administración de empresas. La vida que caminaron juntos no recorrió sólo escenarios. La dictadura brasileña los encarceló por tres meses en 1969 y luego los expulsó del país. Ambos se exiliaron en Londres aquel año, hasta su retorno en 1972. Juntos forjaron el Tropicalismo, uno de los movimientos centrales de la cultura de Brasil, sobre la locura del fervor y la rebeldía del hippismo, y combinando rock, psicodelia, samba y bossa nova.
Juntos sentaron los cimientos de la Tropicalia, ¿qué dimensión adquiere ese movimiento desde el presente y qué intenciones estéticas e ideológicas tenía?
Fue una intervención importante e interesante en la línea de las corrientes anteriores, planteadas por el modernismo o la bossa nova, a las que reeditaba. En esa línea histórica de grandes movimientos culturales, la Tropicalia ha sido significativa en la definición de una identidad brasileña, básicamente a través de la música y la poesía. Fue un momento importante, donde había toda una cultura de la novedad, de la juventud mundial. Aprovechando esas cosas nuevas, emergentes, la Tropicalia creó un movimiento, una intervención cultural, que acabó siendo importante para la actualización de la nuestra música.
Peter Tosh, guitarrista de Bob Marley, decía que “todo hombre negro es un africano”. Usted es admirador del reggae, y Brasil un país con un fuerte arraigo africano, más aún en Bahía, su ciudad natal. ¿Dónde nace su romance con el género?
Por la música misma. Es importante comprender la dimensión política, antropológica y sociológica de cada movimiento. En este caso, del reggae. La importancia para mí, en lo personal, es musical, a partir de la llegada de una nueva visión rítmica y melódica. Una expresión musical que juntaba ritmos provenientes de Africa, como también de Europa con el jazz, la música religiosa americana con el gospel, más los ritmos del Caribe y la música cubana. El reggae fue la coronación de todas esas influencias y orígenes variados, evidentemente, con el hombre africano y toda su expresividad en el centro. En ese caso, Peter Tosh tenía y tiene aún razón, el hombre negro, ya sea viviendo en las Américas o en Europa, es una expresión fuerte de su origen. Su importancia tiene que ser vista desde la diáspora, del esparcimiento de ese hombre negro por el mundo como consecuencia del tráfico de esclavos. Todo ese dolor y sufrimiento al que el hombre negro fue sometido, terminó por transformar aquellas tierras a las cuales fue llevado. El caso de Brasil, Estados Unidos, América Central, partes importantes de América del Sur. La presencia negra ha sido transformadora del orden mundial.
Casi podríamos decir que no existe más, pero casi, porque aún tenemos residuos muy fuertes. La sociedad humana aún está muy sujeta a cierta barbarie del pasado, por culpa de la lucha entre los pueblos, las guerras religiosas. Estamos lejos de alcanzar esa civilización soñada, pero al mismo tiempo, es justo decir que hemos avanzado. Estamos en construcción permanente de un mundo más armónico, aún con grandes dificultades.
Ha tenido su paso por la política como ministro del gobierno de Lula. ¿Por dónde va el camino hacia esa transformación? ¿Es político, es arte, es necesaria una transformación individual globalizada?
Todas esas cosas juntas. Es la búsqueda permanente de superación individual, a partir de una visión más elevada del espíritu humano. Es la cultura en su sentido amplio, con todas las intervenciones humanas conformando camadas culturales en la historia, a partir de las artes y de la ciencia. La sabiduría, la filosofía, son vitales y grandes contribuciones para el movimiento del ser humano hacia una situación más saludable. La política también, evidentemente, con la profesionalización de los estados, de las sociedades a través de mejores instituciones. Todo es una gran obra humana.
¿Cómo ve el rol de la Argentina y de Brasil en ese sentido?
Argentina y Brasil son oro y plata de este gran continente sudamericano, y hacen una contribución importante para la construcción de la cultura mundial a través de distintos planos: música, literatura, deportes, ideas y tantas cosas. Dos países muy importantes para la construcción de ese anhelo.
Han sido 50 años de carrera, ¿cómo se imagina que vería aquel joven Gilberto Gil al hombre que ha construido usted hasta aquí?
(Risas) Yo creo que vería exactamente eso: un ser humano que fue viviendo su desplazamiento a través de los años. Con ese gusto profundo por la vida, la solidaridad con el otro, con el ser humano. Apuntando siempre a la construcción de esa visión de humanidad más civilizada y bella.
¿Siente que le queda alguna cuenta pendiente en la música, o en la vida misma? ¿Algún sueño pendiente por cumplir?
No, no tengo. Todo lo que fue hecho se hizo a partir de impulsos verdaderos, ambiciones verdaderas. Todo eso ya se colocó en el tiempo, se extendió y se consolidó, también, en muchos casos. Entonces, no hay nada pendiente. Está claro que voy volver a hacer cosas, porque la vida son siempre nuevos pasos, nuevos caminos. Pero el impulso ya fue dado en el inicio, y ahora voy en una caminata inercial. El tren ya está en sus rieles, y va andando naturalmente. No tengo más, evidentemente, que esperar que en cuanto haya vida, también haya transformación, y las novedades surgirán.
Fue su tributo a las canciones de João Gilberto, en Gilbertos Sambas. “Tengo una admiración muy grande por esa música popular. El ha sido el constructor de un estilo y un género musical nuevo que revolucionó el mundo entero. Soy afiliado a esa corriente y esa dimensión histórica, discípulo de él en ese sentido. Gilbertos Samba es un homenaje a él y al samba, y al mismo tiempo un desplazamiento de ese género a mi generación y las nuevas generaciones, sumando mi propia contribución y agregando mi personalidad también. Por eso se llama Gilbertos, los dos compartimos el mismo nombre”, comenta.
Fuente: Clarín – http://www.clarin.com/extrashow/musica/Gilberto_Gil-Caetano_Veloso-Gilbertos_Samba-Luna_Park-Tropicalia_0_1426657751.html
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