Pensando siempre en términos de qué debe hacer la educación para mejorarnos como personas y como sociedad-creo que es la función esencial-cada vez me convenzo más de que deberíamos apuntar a la educación como toma de conciencia.
Reflexionando sobre la realidad, viendo cómo pareciera que nos vamos deshumanizando, cómo nos alejamos de una convivencia en armonía; observando cómo nos alejamos de la posibilidad de ser empáticos y sentir con el otro; cómo el aumento de la frivolización de la vida, la superficialidad como referente en los medios masivos nos deja más solos y vacíos, me atrevo a asegurar que educar hoy debe ser formar en una conciencia de ser-en-el-mundo, una conciencia de que somos finitos pero que a la vez nuestro estar en el mundo debe dejar una huella que contribuya a mejorarlo; que nos haga trascender en nuestra acción para preservarnos como humanidad y que podamos asistir con el tiempo a un mundo más noble y justo.
Debemos ser referentes todo el tiempo y transmitir un mensaje de amor por el otro y no hablo de amor cristiano, compasivo. Hablo de amor como la emoción natural que nos acerca y nos inclina a sentirnos parte de algo común; el universo.
Alejandra Pili – Docente – Prof. de Psicología






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