Juana Martínez tiene 79 años, Mercedes Ester Limis (Lola) 68 años, son amigas hace 60 años, una historia de amor, trabajo y sacrificio.

Pirámide Informativa dialogó con ellas en el aula, donde juntas mezclan sonrisas,  recuerdos y una mirada cómplice en el buen humor que las caracteriza.

Juana desde niña,  tenía problema de la vista, relata:  “no tenía pestañas, se me corrían las lágrimas, entonces no podía ver, la Srta. Nury dijo que no fuera más a la escuela, estuve tres años sentada en una silla. Yo nací en abril, mis padres iban a cosechar  y me pusieron debajo de la cepa, allí había tierra caliente, y junto al abono, eso me quemó más la vista, hasta que aprendí a caminar andaba de la mano de mi madre.

El médico le dijo a mis padres, que hasta mi desarrollo no iba a poder ver, y empecé a ver después de los 13 o 14 años. Yo quería trabajar, cuando me sentaba veía una sombra, a esa edad veía los bultos grandes. Pasado el tiempo comencé a distinguir rostros. Nosotros vivíamos en la Suipacha y la Lola por Deoclesio Garcia, ambas de Pueblo Quiroga.

Me acuerdo que jugábamos a las escondidas, cuando se hacían las 7 y media o las 8, salíamos.. al lado de mi casa, que estaba para adentro y el patio desocupado y jugábamos ahí… pero no era como ahora.

Porque la gente te dice, uh!! pero porque eso era antes, no, no era como ahora…

Los chicos te cuidaban, no era que enseguida te tenías que estar poniendo de novia, no era sí, era más sana la vida, había más respeto, esa es la palabra.

Recuerdan con muchas nostalgia que  trabajaba, las dos en la fábrica La Colina y también en La Negra.

A los 19 años me puse de novia, luego forme una familia de cuatro hijas.

Un día me dije, tengo que tomar la vida de otra manera. De los 90 que soy viuda, mis hijas me apuntalan, me cuidan cuando estoy enferma, pero estoy sola, vivo con una perra, y con mí amiga que está acá (por Lola) nos vemos todos los días.

 Un día  les comenté a mis hijos que quería estudiar, no estaban muy convencidas, pero  cuando les dije a mis nietos, uno cayó con revistas, con colores, con todo. Y dijo yo quiero ver si usted va a la escuela, si no va eso déjelo para que usted escriba acá en su casa, y me dice mire abuela,  la felicito, después cuando vieron la libreta no lo podían creer, no son notas especiales pero son notas lindas, 10, 9.

Lola, comenzó su primario, comenta mientras moldea unas flores con alambre, pero mi madre me sacó cuando iba a cuarto grado para que le ayudara a cuidar a mis hermanitos. Y mi papá, que trabajaba en el campo, a él le gustaba que estudiáramos. Cuando él llegó del campo yo ya hacía un mes que no iba a la escuela, él me pidió los cuadernos, yo se los mostré y me preguntó -¿ qué pasó que no fuiste a la escuela?, le dije: -la mamá no quiere que vaya porque tengo que ayudarle a cuidar los chicos, entonces le dijo no, mandála a la escuela, y no me mandó nunca a la escuela. Y entonces yo ya quedé ahí en cuarto grado. Pero me encanta leer, me encanta todo.

El tiempo paso, luego  me casé (mi familia está compuesta por cuatro hijos, dos nenas y dos varones. Vivo sola. Los cuatro son casados. Cada uno tiene su casa),  y mi esposo no quiso que terminara la escuela, porque como yo sabía leer y escribir, entonces me dijo que no, más en la noche no. Me dijo, la mujer en la noche no anda. Bueno, me quedé. Hace tres años que he quedado viuda y entonces yo siempre decía voy a terminar la escuela ahora. Y el año pasado le dije a mis hijos: el año que viene voy a la escuela a terminarla, y bueno, Papá Noel me trajo los cuadernos, para los Reyes me trajeron una cartuchera, me trajeron los colores, me trajeron el bolso, porque yo les dije quiero bolso, quiero todo. Y así empecé. El día que eran las clases me dijeron mis hijos: todos vamos a ir, el día que empezaron las clases no vino nadie, yo fui a acompañar a mis nietos, los chiquititos a la escuela, con lo padres por lógica, pero los míos pensaron que yo no iba a venir a la escuela, que era cosas… y yo me vine a la escuela… y acá estoy.

Mirá, por ejemplo, el otro día cuando estuve enferma, le dije al Dr. Voy a la escuela?. y me dijo: a la escuela?. Si, voy a la escuela, voy a la noche estoy terminando la primaria, y me dice la felicito, y me dijo. -¿después que va a hacer? Y le dije y no sé si el año que viene voy a seguir, y me dijo tiene que seguir, y tiene que hacer algo, si usted quiere hacer algo, sígalo, porque si usted tiene fuerzas, hágalo me dijo… y así todos. Donde yo voy a la otra academia a pintura,  también, allá todas están contentas.

Refleja en sus ojos la alegría cuando relata que los viernes  a su compañeros del CEBJA 3 -102 Combatientes de Malvinas les hago tortitas, les hago bizcochuelos, rosquitos…como toda abuela y sonríe, ellos están más agradecidos, vienen más a la cocina, vienen a ayudarme… Ellos reparten, les hacemos la leche, están más sociables, soy feliz en la escuela.