La periodista (dcha.) intercambiando leche infantil para bebés menores de seis meses por otra más apta para su hijo. ANDREÍNA ITRIAGO
Desabastecimiento y enormes colas en las que ‘hasta te golpean y te matan’ – Las madres desesperadas han popularizado el intercambio
Un hombre robusto con franela roja atraviesa la avenida. En las manos lleva una bolsa negra. No puedo ver su contenido pero por la forma sé que su portador es el emisario de Daniela. Me acerco y le muestro mi bolsa. Ambos sonreímos y las intercambiamos. Verifico el botín: 60 pañales talla G divididos en dos paquetes. Él hace lo propio con mi bolsa: 60 pañales talla P en un solo paquete. Ambos nos cercioramos de que no están abiertos, intercambiamos información sobre el tráfico y nos despedimos.
Ni Daniela ni yo podemos ir al súper ni a la farmacia a buscar los pañales. A menos que tengamos la suerte de que el día que nos corresponda comprar -de acuerdo con la terminación de nuestro documento de identidad- lleguen pañales al sitio en el que solemos hacer la compra y que estos sean, justamente, de la talla que necesitamos -o no, con que sean pañales vale-. Y sólo podríamos adquirirlos después de horas de cola. «Un año atrás las cosas no estaban tan difíciles», recuerda Verónica Gómez, administradora de @eltrueque_caracas. La maternidad y la necesidad de pañales la llevaron entonces a crear este espacio para el intercambio. «Pensé crear una cuenta que sólo publicara en Caracas, ya que prohibieron los envíos por encomienda de productos de primera necesidad, y también por el factor confianza, pues es mejor realizar los trueques en persona», explica.
A diario recibe un centenar de ofertas y demandas. Difunde sólo las que cumplen estos requisitos: foto real del producto, usuario de Instagram e información de lo que se busca. Además tiene reglas: «En el caso de las fórmulas (se refiere a la leche para lactantes), sólo publico si el intercambio es por otra fórmula. Hay quien quiere una fórmula por papel de baño. Eso no lo publico».
El artículo más buscado
De acuerdo con Verónica, tras los pañales, la leche de fórmula es el artículo más buscado. Los productos para niños son los protagonistas de la mayoría de los trueques, pero también destacan medicinas -sobre todo anticonceptivos-; productos de aseo, como papel higiénico, champú, jabón, desodorante, maquinillas y cremas de afeitar; alimentos como harina, azúcar, arroz, pasta, café, mantequilla, leche y aceite; y productos de limpieza. Son los artículos que más escasean, y tienen precios regulados.
Afortunadamente no necesité leche de fórmula en los primeros seis meses de mi bebé, pero tenía un bote en casa por si se presentaba alguna emergencia. Hago una segunda publicación en Instagram informando de que quiero cambiarlo por fórmula para bebés a partir de los seis meses. Se hace eco el usuario @paramamas, con casi 10.000 seguidores. Detrás están dos mujeres: Eliana Castillo, mamá de morochas (gemelas) y María Milagros Torres, su amiga. Crearon la cuenta para enfrentar la escasez de productos de primera necesidad. «Te podrás imaginar el estado de desesperación de una mamá de morochas por no tener lo necesario para el bienestar de sus hijas, desde productos para su alimentación, pasando por vitaminas y hasta medicinas», comenta María Milagros. No sólo me lo imagino, lo vivo. Y como yo, muchas y muchos. «Dentro del proceso ocurrió un fenómeno poco esperado, y es que los papás y amigos del género masculino comenzaron a formar parte de la red», cuenta.
Ana del Pilar es la primera en responder mi nuevo mensaje. Me cito con ella y su esposo, Nataniel, cerca de un centro comercial en el sureste de Caracas. Su bebé tiene dos meses y, por indicación del pediatra, debe complementar su alimentación con leche con proteínas hidrolizadas. Justo la que ofrezco.
Desde que nació el pequeño, el matrimonio ha recorrido con él, todas las semanas, varios establecimientos en su búsqueda. «Hay quienes me critican por sacar al bebé tan pequeño y meterlo en la farmacia y en el mercado. Yo les digo que lamentablemente es lo que nos toca a las mamás en la Venezuela de ahora», me cuenta Ana, al tiempo que revisa la fecha de caducidad del bote que le entregué. Yo la imito.
Con más experiencia en el trueque, me explica las reglas que aplican a la fórmula. Mientras que con los pañales el intercambio se hace por cantidad, con la fórmula se hace gramo por gramo, y se considera el precio. Este depende de si la compra se hizo en una farmacia o supermercado y, por ende, se pagó a precio justo, o si se adquirió en el mercado negro a los denominados bachaqueros. Quien la compró en el mercado negro podría exigir algún producto adicional para alcanzar lo pagado al bachaquero. En el mejor de los casos, el precio de este revendedor triplica el precio justo. Eso en la capital. En el interior la situación es más dramática: por un paquete, madres desesperadas llegan a pagar hasta 15 veces su valor.
La periodista Dayimar Ayala es la mamá de @mamiencontro, una iniciativa en Twitter con más de 10.000 seguidores. «Me tocó ser mamá en tiempos de escasez y desabastecimiento. Como periodista vi que las madres peregrinaban buscando lo que necesitaban para sus hijos y se me ocurrió crear una cuenta que difunde información de dónde y cuándo encontrar qué producto», me dice. Sin embargo, no divulga trueques o intercambios. «Uno no sabe cuáles son los intereses ahí», advierte. Las administradoras de @paramamas también me aseguran que tienen mucho cuidado en este sentido: «Hay veces que nos damos cuenta de que la persona es un bachaquero, y, la verdad, esta cuenta es para ayudar y no para apoyar vagabunderías».
Noris es de las que hace buen uso de estos espacios. Me encuentro con ella un mediodía en Sambil, el principal centro comercial de la ciudad. La acompañan su marido y su bebé de cuatro meses y medio. El trueque le urge pues, según cuenta, en casa sólo le queda medio paquete de pañales de la talla P, que es la que aún usa su hija. Me da 120 grandes por 120 pequeños.
«Hoy en día no se consigue nada y si se consigue, no puedes comprar. Primero porque es por número de cédula (documento de identidad), segundo porque con mi beba no es justo ponerme a hacer una cola de siete horas, tercero porque te venden por unidad, y cuarto, corres peligro en las colas porque ahora corren, discuten, se hieren, golpean y hasta matan», me dice. «Esa es la realidad de nuestro país».
Noris esconde los pañales en un compartimiento debajo del carrito de su bebé. Yo intento guardar los míos en un bolso, pero no caben. Debo llevar algunos en las manos. Mientras camino por el centro comercial, me abordan varias personas: «Chica, ¿dónde hay pañales?». Ahora entiendo por qué el marido de Daniela, en el primer trueque, los llevaba bien ocultos.
Fuente: http://www.elmundo.es/cronica/2015/08/16/55ce433446163faf648b4595.html
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