El presidente Barack Obama (centro) visita el penal de El Reno, en Oklahoma, con el director del Departamento de Prisiones, Charles Samuels (der.), y el agente Ronald Warlick, el jueves pasado.
Barack Obama es el primer presidente de Estados Unidos en funciones que visita una prisión federal. La visita tuvo lugar el jueves, en la penitenciaría de El Reno, que se encuentra en el estado de Oklahoma.
El mandatario quiere que se lleve a cabo una reforma del sistema judicial y disminuir la cantidad de personas encarceladas. Estados Unidos es el país con la mayor cantidad de presos en el mundo: 2.2 millones.
Tras recorrer el penal de El Reno y reunirse con seis reclusos, el Presidente dijo que “es normal que los jóvenes cometan errores” y que la única diferencia entre la mayoría de los norteamericanos y los presos son los “recursos” y las “estructuras sociales de apoyo”. En otras palabras, la desigualdad social –que el propio presidente ha denunciado– es uno de los factores que pueden causar que una persona termine tras las rejas.
Lo que busca Obama al abogar por una reforma del sistema penal –uno de los más costosos del mundo– es disminuir la cantidad de reclusos eliminando o reduciendo las sentencias de cárcel para infracciones menores. La reforma del sistema cuenta con apoyo en ambos partidos, el demócrata y el republicano.
La población penal creció abruptamente durante el gobierno del presidente Bill Clinton, cuando se promulgaron regulaciones federales más estrictas para las sentencias, las cuales causaron que más personas fueran a parar a la cárcel por delitos menores, en gran medida relacionados con las drogas.
“El problema es que en la forma en que [la regulación] se redactó y se implementó lanzamos una red muy extensa y enviamos a demasiadas personas a la prisión”, reconoció Clinton en una entrevista con CNN en mayo.
La penalización de las drogas también ha disparado el crecimiento de la población carcelaria en Estados Unidos a un nivel que supera no solo al de las democracias occidentales, sino también al de Rusia y China. La penosa distinción de ocupar el primer lugar en cantidad de presos es una mancha para nuestra nación, un problema que se debe resolver.
No se trata de dejar en libertad a criminales, sino de sustituir las condenas de cárcel en infracciones menores con otro tipo de sentencia que enfatice la reeducación en vez del castigo. La reforma penal también debe contemplar la desproporcionada cantidad de personas de minorías –sobre todo afroamericanos e hispanos– tras las rejas y enfocarse en los problemas sociales que causan ese fenómeno. Como dijo el presidente Obama en la prisión de Oklahoma: “El encarcelamiento masivo empeora a nuestro país, y tenemos que hacer algo al respecto”.
Fuente; http://www.elnuevoherald.com/opinion-es/en-nuestra-opinion/article27520849.html
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