Existe una visión de los seres humanos que establece que somos seres tricerebrados. A qué se llama de esta manera: pues conviven allí un cerebro intelectual que puede llamarse también el “padre”, un cerebro emocional que se corresponde con la “madre” y un cerebro instintivo que se corresponde al aspecto “niño”. Quiere decir que somos intelecto-emoción e instinto. Esto supone que la educación que tiene como búsqueda la armonización de los sujetos, debiera preocuparse por promover el desarrollo equilibrado de estos tres cerebros (que son uno). 

Estas tres personas interiores representan el pensar, el sentir y el hacer. Cuando estas tres personas pierden coherencia dan comienzo a incesantes conflictos internos que claro, redundan en conflictos hacia afuera con el otro. Hablar de estas cosas pareciera ser tan lejano y ajeno a lo que la educación tradicional manifiesta, sin embargo comenzar a mostrar cuál es la verdadera ignorancia- que no es la falta de escolarización o el analfabetismo-nos abre el camino hacia una educación integral que promueva la coherencia entre pensar-sentir –hacer y con ello la plenitud.

Las contradicciones internas producen ansiedad, stress, temores irracionales. La sociedad se mueve en ese sentido y está en nosotros darnos cuenta de que ese no es el modo al que debemos aspirar y que nuestros hijos deben heredar una vida más plena, sin la violencia que esta insatisfacción crónica produce. La ignorancia es la incapacidad de reconocer que somos emoción-intelecto e instinto y que sólo la armonización de esos tres elementos nos va a llevar a ser una civilización sabia y en paz.

Gentileza Alejandra Pili – Docente – Prof. de Psicología