San Rafael, Mendoza miércoles 27 de noviembre de 2024

«Siempre pensé que es en los libros por donde la gente escapa»

libroSu primera novela, «Para terminar con Eddy Bellegueule», es una revelación inesperada que ya lleva vendidas más de 250 mil copias.

Como si los nervios le jugaran una mala pasada, Édouard Louis titubea, tartamudea. Habla bajito. Pareciera que no quiere que nadie más lo escuche en este lobby de hotel que, con una fachada de 1892, es el másgay friendly de Barcelona. Parece ignorar que más de 250 mil personas –la cantidad de ejemplares que lleva vendidos su primera novela– ya saben los detalles atroces de su infancia, la violencia y la humillación que padeció por ser homosexual en un pueblo obrero del norte de Francia.
Hoy, el chico que nació como Eddy Bellegueulle y logró huir a los 16 años del mandato opresor al que, aún en el siglo XXI, lo sometía la sociedad proletaria de la región francesa de Picardia, vive en París, cumplió los 23, se hace llamar Édouard Louis y es autor de Para terminar con Eddy Bellegueule, un relato de su calvario. “Conocí los libros muy tarde. Empecé a leer a los 18 años. En el pueblo que describo en la novela, donde crecí, lo libros no existían. Eran algo que se consideraba femenino”, asegura. “Yo siempre pensé que es en los libros donde la gente escapa –de su clase social, de su país, de su familia–.

En ellos parece que siempre hay alguien diferente, más libre, que luego de luchar y luchar consigue escapar. Pienso que eso no es verdad. Que lo que la gente hace en esos casos es reconstruir una versión del pasado respecto del presente. Para mí, cuando estaba escribiendo, era muy difícil no reconstruir mi pasado y decir: ‘Siempre fui distinto, siempre fui libre’”.

Pero Eddy Bellegueule era muy normal. No quería escapar. Hizo lo que pudo por conformar a todos y hacer lo que se esperaba de él. Pero fue rechazado y expulsado. Recién ahora puede decir “estoy contento porque logré escapar”. Pero en aquel momento no quería huir. Tiene gestos de niño y una piel casi traslúcida. Resulta insoportable pensarla como la geografía física de la barbarie que narra en su novela: “El escupitajo me fue resbalando por la cara, amarillo y espeso, como esas flemas ruidosas que se les atraviesan en la garganta a las personas mayores o a los enfermos, de olor fuerte y nauseabundo. Risas chillonas y estridentes de los dos chicos: ‘Mira, toda la jeta pringada el muy hijo de puta’. Me resbala del ojo a los labios, hasta meterse en mi boca. No me atrevo a limpiármelo. Podría hacerlo, bastaría con el revés de la manga. Bastaría con una fracción de segundo, con un gesto diminuto, para que el escupitajo no me llegara a los labios, pero no lo hago por temor a que se ofendan, por temor a que se irriten aún más.”
-¿Cómo se hace para convertir la violencia en literatura?
-Traté de encontrar varias construcciones literarias con el objetivo de subrayar esa violencia. Trabajé sobre el lenguaje. En definitiva, todo se reduce a la violencia verbal. En este libro quise poner en el centro el lenguaje de mi infancia. Al escribir con el lenguaje de mi pueblo traté de mostrar todas las categorías de percepción creadas por este lenguaje. Por lo general, la literatura excluye el habla de las clases populares. En Francia, sobre todo. Yo me propuse integrarlo. Para mí, escribir consistió también en integrar lo que la literatura suele excluir.
-¿Fue un modo de buscar redención?
-De alguna manera. Pero más que una catarsis, este libro es una declaración política. No escribí esta historia para decir: ‘Mirenme, logré escapar y soy feliz’. Eso no le hubiera interesado a nadie. Mi pregunta es qué podemos hacer con todos los Eddy Bellegueule que hay en todas partes. La mayoría de las personas, en algún momento, han sido humilladas: “Sos negro”, “sos marica”, “sos pobre”, “sos mujer”. Creo que ver cómo se construye esa dominación que humilla y cómo poder zafar de ella era la clave. La novela fue un modo de entender y construir quién soy. Creo que somos lo que los demás ponen en nosotros. Para mí la pregunta no es “qué soy” sino “qué quiero ser”. Entender el pasado fue un modo de poder construir el futuro.
-¿El libro te permitió perdonar?
-No es un libro de venganza. Quería buscar un cierre a la violencia, no focalizar en sus efectos. Perdonar o no nunca fue mi objetivo. El objetivo siempre fue comprender.
-¿Por qué Édouard Louis?
-Fui el primero en mi familia en ir a la Universidad y cuando comencé a estudiar, dije que mi nombre era Eddy pero mis compañeros comenzaron a llamarme Édouard. No podían creer que me llamara Eddy. En Francia, las clases populares suelen bautizar a sus hijos con nombres estadounidenses. Mis primos que se llaman Brandon, Jefferson, Brian, Dylan. Mis compañeros me llamaban Édouard y me gustó. Louis es el segundo nombre de mi mejor amigo. Desde que me fui de mi casa adopté la amistad como estilo de vida.

 

Fuente: http://www.clarin.com/cultura/Edouard_Louis-Para_terminar_con_Eddy_Bellegueule-novela-escritor_0_1382862193.html
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