En si el concepto de librepensador no me cierra mucho. Implica que nos liberemos de todo lo que pueda condicionar nuestros pensamientos y esto es imposible; pero sí podemos considerar los principios que los enmarcan y así conocer el lente con el que miramos y pensamos la realidad. Con esto nos acercamos al titulo de librepensador.
Cuestionando preceptos que pretenden ser incuestionados, llegamos a ser una piedra en el zapato, por ejemplo, de empresas publicitarias y así rechazamos ideas del tipo que sólo podemos ser felices, con el cabello brillante y sedoso, o que para amar a nuestros hijos tenemos que mantener nuestros inodoros un 99,9 por ciento libre de gérmenes.
Por suerte, somos cada vez más los que abandonamos la comodidad de la inocencia, peleando contra monopolios, contra conceptos culturales que ya son obsoletos, uniéndonos en el grito de “NI UNA MENOS”, desechando conceptos universales. Pero cuidado, por que el entusiasmo de ir cada vez más lejos, de cuestionar todo lo establecido, de llevarnos por delante los muros que nos esclavizan, puede ser un camino directo hacia otros conceptos que pueden volverse tan rígidos y absolutos como de los que nos quisimos desligar.
Librepensadores de verdad, que puedan cuestionar la idea impuesta de que todas las mujeres tienen que desear ser madres, pero que también puedan dejar de lado el “dogma” de estar en contra de todo, y decidir su maternidad según lo que ellas realmente prefieran, hippies que se animen a estar en contra de la marihuana, feministas que dejen que sus novios paguen una cena, rebeldes con remeras del Che, que reconozcan que de vez en cuando una “hamburguesa capitalista” viene muy bien.
¡Amo a esta gente! Librepensadores arriesgados, que cuestionan hasta los “librepensamientos”.
Gentileza de Macarena Sánchez Navarro, Licenciada en Psicología, para piramideinformativa.com
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