San Rafael, Mendoza martes 28 de mayo de 2024

Examante de Fidel Castro reveló plan para matarlo en 1960

Marita Lorenz, una alemana residente en Estados Unidos que a los 19 años se enamoró de Fidel Castro y volvió años después a Cuba con el plan de asesinarlo, reveló que todavía ama al líder cubano, destacó el reinicio de conversaciones entre la isla y EEUU y admitió que sueña con regresar a La Habana a ver al hijo que tuvo con el comandante.


«Yo fui la espía que amó al comandante» es el libro de Lorenz que salió a la venta el martes en España y se distribuirá en toda Latinoamérica en el que la autora cuenta cómo la CIA le encargó matar a Castro, un objetivo que quedó trunco porque la espía se enamoró del comandante.

En una entrevista que le hizo la agencia EFE, Lorenz contó que guarda un primer plano de Castro, una fotografía de cuerpo entero con el uniforme arrugado, y otra en la que él la mira profundamente a los ojos en un barco.

«Todavía le amo, y amo el recuerdo que tengo de él. Cada día hay pequeñas cosas que me recuerdan a él», afirma la mujer, de 75 años, en su modesta casa de Baltimore. Su idilio con Fidel en 1959 desembocó en lo que ella creyó ser un aborto y que la empujó confusa a EEUU, algo que la CIA aprovechó para convencerla de viajar a La Habana con dos píldoras para asesinar a Castro a finales de 1960.

«Puse las pastillas en un tarro de crema facial, pero eran cápsulas de gel, así que no funcionó; quedó todo viscoso», reseñó, y contó que aún antes de viajar ya sabía que sería incapaz del crimen.

Una vez en la suite del hotel de Castro, donde ella había pasado más de ocho meses, Lorenz trató de desechar la mezcla en el bidé, y terminó justo antes de que Fidel entrara. «Me había deshecho del veneno que iba a arrebatarle la vida. Estaba tan aliviada, me sentí como nueva, a punto de llorar», dijo.

Como Castro se dio cuenta que su ex amante se había relacionado con los círculos anticastristas de Miami, él mismo le preguntó si había ido a matarlo. «Nunca olvidaré ese momento. Me dio su pistola y me dijo: ‘Aquí tienes, puedes matarme’. Le dije: ‘no quise matarte la primera vez, no quiero matarte una segunda'», relató. Según Lorenz, Castro recuerda ese incidente con humor, «dice: ‘Mi novia trató de matarme’, lo convierte en una broma».

En el libro, Lorenz relata cómo conoció a Castro a bordo del barco de su padre, que había atracado en La Habana en 1959. «Fue amor a primera vista», asegura Lorenz, a quien Fidel llamaba «alemanita» y que se quedó tan prendada que volvió a Cuba para vivir con él. La mujer expresó que nunca soñó con casarse porque «sabía que nunca se casaría con nadie; estaba casado con Cuba».

Lorenz no siente «rencor, odio ni sospecha» hacia Castro por lo que pasó con su hijo, Andrés, después de que la «drogaran» cuando su embarazo ya estaba avanzado y despertara horas después con fuertes sangrados, pensando que le habían provocado un aborto. Volvió de inmediato a Estados Unidos, y Castro no le dijo que su hijo estaba vivo hasta que regresó a Cuba para intentar asesinarlo.

Lorenz tuvo otros dos hijos, y volvió a Cuba en 1981 para conocer a Andrés, ahora médico. Esa fue la última vez que vio a Castro. «Creo que ahora (Andrés) está en Cuba. He leído que Fidel depende de uno de sus cinco hijos para ayudarle a caminar. Podría ser Andrés», dice Lorenz, esperanzada.

Cuando mira para atrás, Lorenz asegura que solo se arrepiente de no haber «escuchado a Fidel» y haberse «quedado en Cuba» el día que frustró la misión de la CIA para matarlo. «(Si no hubiera conocido a Fidel) habría sido una secretaria aburrida», concluye.

Fuente: http://ambito.com/noticia.asp?id=794679
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