Ya dijo el día anterior que se había «divertido» en el coche, expresión extraña cuando circula tan lejos de la cabeza, sólo comprensible desde los códigos internos de los pilotos, lo que sólo ellos ven. Daba la guerra que podía, la que le dejaba su máquina, pero su equipo le pidió por la radio que bajara revoluciones. Alonso no lleva ahora un coche, sino un laboratorio. Sólo le falta la bata blanca. Descartadas desde el profundo invierno cualquier aspiración competitiva, el asturiano está forzado a recorrer el planeta a bordo de un vehículo experimental, con la ilusión de ir levantando el proyecto de cara al próximo año, cuando la escudería británica aspira a tener un aspecto presentable.

Desde el muro pidieron a Alonso que ahorrar gasolina, que levantara el pie, justo cuando más arañazos estaba repartiendo. «¡No lo haré! ¡Dejadme correr!», respondió furioso a los suyos. Se amotinaba tras meses de respirar profundo y derrochar optimismo, a pesar del nefasto aspecto de su nuevo equipo. Sabía que el salto (regresar a McLaren) era atrevido, pero hace un año, cuando las negociaciones para fichar por los británicos se aceleraron, nunca pudo imaginar el panorama actual, celebrados ya siete grandes premios. El coche, lejos de dar señales de evolución, cosecha problemas nuevos cada domingo. En esta ocasión fallaron los escapes, según Honda. »No tenemos fiabilidad ni competitividad», reconocía Alonso al final ante las cámaras.

Por tercera carrera consecutiva tuvo que abandonar (en la vuelta 47). Hay que revisar en los comienzos de su viaje por la Fórmula 1 para encontrar algo parecido. Allí, en aquel humilde Minardi, enlazó tres KO: Austria, Mónaco y Canadá. Pocos giros después, el segundo coche del equipo también entraba despacito en boxes. Alonso y Button, dos campeones del mundo atrapados en un agujero. Ellos insisten en que hay esperanza, en que los esfuerzos y la inversión de Honda, sus pruebas futuristas, tendrán éxito. Se atreven en McLaren a prometer incluso un final de año chispeante… La propaganda es buena y los resultados un desastre. Ahora mismo cuesta extender a la tropa de Ron Dennis cheques ilimitados de fe. «¡No funciona nada!», lamentaba por radio el asturiano, segundos antes de desfilar hacia el garaje.

En el espejo a reflejarse aparecen Mercedes y sus bestias con ruedas. En Montreal otra vez hicieron doblete, con Lewis Hamilton esta vez al frente tras dos carreras despistado. Salió bien, mantuvo el ritmo, la estrategia funcionó y el equipo le resarció después de la pifia de Mónaco. Cuando Rosberg más apretaba, le recomendaron que aflojara por el bien de sus frenos.

Carlos Sainz finalizó 12º, por delante otra vez de su compañero, y el tercer español en ruta, Roberto Merhi, tuvo que abandonar.

Fuente: http://www.elmundo.es/deportes/2015/06/07/55749f8646163f6e6e8b4582.html

JAIME RODRÍGUEZ