San Rafael, Mendoza jueves 02 de mayo de 2024

“Los obstáculos los pone uno”

anachuriequipo discapacidadJulio Anachuri es discapacitado motriz, sin embargo ha sabido a lo largo de su vida salir adelante y ser un ejemplo de esfuerzo para su familia y la sociedad toda. Creador y jugador de básquet de DIMOT (Discapacitados Motrices Trabajando), Julio asegura que no hay que bajar los brazos.

A los 55 años, este hombre que trabaja en el municipio en la mañana y hace notificaciones en la tarde, se recrea con sus amigos de DIMOT. La silla de ruedas, lejos de ser un impedimento, ha sido el motor de muchos de sus logros.

¿Cómo se llama la discapacidad que usted tiene?

Poliomielitis, es decir, poco y nada de crecimiento en los músculos de los miembros inferiores.

¿A qué edad se le detectó?

A los 9 meses se me detectó, y de ahí en más, a las muletas y a la silla.

¿Cómo fue crecer con este problema? (Si es que usted lo considera “problema”).

Al principio fue algo difícil, porque antiguamente, cuando yo era chico, la sociedad no entendía esto, no lo comprendía y como que te marginaban. Hoy en día ha cambiado mucho, no del todo, pero es más fácil integrarse a la sociedad.

 Usted iba a la escuela IRIS, ¿no?

Al principio sí, porque era la escuela que había para todos los discapacitados motrices en aquel momento.

 ¿Qué se acuerda de aquella época?

Era una escuela linda, porque te sentías contenido con todos los chicos que tenían tu misma patología, tenían tus mismos problemas,  entonces nos sentíamos unidos.

 ¿Cómo fue el pase a otra escuela?

 Luego de esa escuela, en un momento a mí me mandan a un psicólogo por circunstancias que no recuerdo, porque era chico y el psicólogo les dijo a mis padres que yo tenía que ir a una escuela normal. Fue así que me pasé a la 125 de Las Paredes. A partir de ahí se abrió un mundo distinto para mí, una cosa que yo no podía creer, la integración a la sociedad, a mis compañeros.

¿Qué edad tenía?

13 años. Hice dos años allí. Me integre muy bien con mis compañeros, al principio les costó un poquito, pero ya después era uno más del grupo.

Después con los años hizo una familia, ¿Cómo siguió su vida?

Después fui creciendo, me fui integrando cada vez más a la sociedad, forme mi familia, conseguí mi trabajo acá e la Municipalidad y de ahí en más la rutina de trabajar y hacer deporte, que es fundamental para mí  porque me ha enseñado mucho.

¿Tiene hijos?

Sí, tengo tres: un varón que está en Misiones, Luciano; después sigue Fátima que está en el secundario de la escuela Iaccarini y Silvina que va a la Ebima.

¿Cuál es su trabajo en la Municipalidad?

Soy administrativo en la mañana, y en la tarde tengo la suerte de que me han dado para hacer notificaciones. Lo hago con mi silla de ruedas. Es una forma de aumentar mi sueldo y de sentirme bien también.

¿Cómo es San Rafael con la gente que tiene discapacidad motriz?

Diría que conmigo, espectacular, a pesar de que todavía hay muchas barreras (que yo algunas las sorteo, otras no), la gente se porta muy bien. Llegas a una esquina y los autos se paran, me dan el paso. Me van a ver muy rápido andando en la silla, yo lo hago así porque me permite hacerlo de forma más fácil porque no hago tanto esfuerzo. A lo mejor me jacto de esto, pero puedo decir que una cuadra la hago en medio minuto.

¿Maneja?

Sí, tengo auto. Camino con muletas, tengo el auto y tengo la silla. El auto lo tengo adaptado para poder manejarlo. Tengo licencia de conducir, tengo todo en regla.

 ¿Cómo es DIMOT?

Es un grupo lindo de “locos lindos”, es una familia más, la que se une para jugar, la que se une para viajar, donde todos cuidan todo y estamos tratando de agrandarla, de que se acerque la gente, de que vea cómo practicamos, cómo jugamos, las cosas que vivimos… las vivencias que tenemos, que son tan importante para los chicos con discapacidad. Nos gustaría mucho que se acercara la gente y lo viera, lo palpara, lo viviera.

 ¿Usted está desde el principio en DIMOT?

Sí, soy socio fundador, ya hace 35 años más o menos que estamos practicando deporte e integrando en la sociedad. La mayoría de nosotros tenemos nuestro trabajo, pero esta es la parte deportiva y de integración social.

¿Cómo surgió la idea?

Esto surgió en el año 1981, cuando a un compañero que trabajaba en la Municipalidad, lo invitaron a Mendoza a unas olimpiadas provinciales (no especiales, sino de todo tipo), y fuimos cuatro. Cuando llegamos allá, charlamos y dijimos “¡qué lindo esto, qué bueno!” Cuando volvimos en el colectivo de la municipalidad, nos propusimos armar esto. Primero hacíamos de todo, atletismo (hemos estado en torneos en Córdoba), después se definió por el básquet que era lo que más nos gustaba, pero se puede hacer cualquier tipo de deporte si la gente lo quiere.

Nosotros hacemos solo básquet, pero si hace falta hacemos otra cosa. Contamos con el apoyo de gente capacitada que nos brinda la municipalidad: el profesor Guerra, la profesora Marisa Domínguez, que nos conocen. Antiguamente con Guillermo Guerra trabajamos mucho en atletismo.

¿Siempre han recibido apoyo estatal?

Sí. Estamos muy agradecidos a la municipalidad porque nos presta el colectivo para viajar. Fue así en todas las gestiones, siempre hemos recibido ayuda. Ahora, sobre todo, estamos muy consolidados.

 ¿Cuánta gente tiene el grupo?

El grupo tiene quince personas, con colaboradores incluidos, gente que nos ayuda a entrenar, preparador físico, técnico.

 ¿Cómo es un entrenamiento?

Un entrenamiento arranca con un poco de calentamiento, luego de la parte física viene la parte técnica y después un partido, para ver si lo táctico da resultado (defensa, ataque, sacar una presión de un partido).

Usted es un ejemplo.

Y… es lindo, si es así, en buena hora sea. Ayudarle a quienes tienen el mismo problema que yo, me encanta. Si ayudar sirve, esto que hago, está bueno.

¿Sus hijos como lo ven?

No les he pregunta nunca eso. Calculo que lo viven normal, como siempre me vieron con muletas, para ellos es normal. No diferencian de otro.

 Además del básquet, ¿cómo desarrolla usted su vida?

Me levanto a las 6 y me voy a la municipalidad. Estoy hasta la 1. A la tarde salgo a notificar. Llego a mi casa, hago la limpieza que haya que hacer, la comida y esa es toda mi rutina.

¿Tiene una casa adaptada o es una casa común?

Casa común. Yo me adapté a la casa y no la casa a mí. Siempre se pueden hacer las cosas, a lo mejor de forma distinta, no de manera convencional, pero las cosas siempre se pueden hacer. Si decís que algo no lo podés hacer, te estás mintiendo. Yo siempre dije “donde llegan mis brazos, tengo que llegar yo”. Por ejemplo, cuando se me ha roto el auto, le he sacado la caja, el motor, yo solo. Algo entiendo, conozco y sé hacerlo, entonces si tengo que desarmar un auto lo hago y después lo vuelvo a armar.

¿Un mensaje a quienes no tienen discapacidad?

Que cuando nos vean en la calle no nos ayuden si nosotros no se los pedimos, porque es un poco chocante. Si yo necesito ayuda, la pido siempre, a todos los pasa lo mismo. Si alguien me pregunta “¿te ayudo?”, aunque sea de buena voluntad yo siento que piensan “este pobrecito no puede”.

¿Y un mensaje para quien tiene una discapacidad?

Que le ponga pilas, que hay un montón de cosas para hacer, que no se mienta a sí mismo diciéndose que no lo puede hacer. Hay un mundo muy lindo y distinto si se pone las pilas y no se queda encerrado en su casa. Que se acerque a nosotros o a otras instituciones para que vean qué lindo mundo que es. Las barreras que se ha puesto o que le han querido hacer ver, no existen.

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