San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

GENERACIÓN DRON

En pleno despertar primaveral cuesta ponerse en situación, así que toca tirar de memoria y evocar esas tormentas glaciales que azotan violentamente el norte de EEUU cada año. Ahora es más sencillo imaginarse la desazón que embargaba a Paul Wallich cada mañana cuando se veía obligado a enfrentarse de forma prematura al frío de Vermont para acompañar a su hijo hasta la parada de autobús.

«Fantaseaba sentado en mi ordenador con un dron equipado con una cámara que le siguiera desde arriba», explicaba Wallich en la revista IEEE Spectrum en noviembre de 2012. Este físico decidió poner fin a sus penurias de una vez por todas y armó con piezas compradas por internet un «quiadricóptero» equipado con un smartphone que transmitía imágenes en tiempo real a través de una aplicación de videochat.

Aquel invento casero acabó convirtiéndose en noticia y obligó al profesor de Yale a salir de casa más de lo que le hubiese gustado. Muchos señalan aquel invierno como el momento dela ‘revolución dron’: estos aparatos voladores controlados por control remoto dejaban de ser una terrible arma militar para convertirse en una simpática herramienta al alcance de todos.

UN PROBLEMA, UN DRON

Unas pocas estaciones más tarde, sólo en España existen ya alrededor de 110 operadoresde Sistemas de Aviones dirigidos por Control Remoto (RPAs, por sus siglas en inglés), una cifra que crece exponencialmente desde la aprobación de la ley temporal en octubre de 2014 que regula el uso de estos sistemas. «Hace tres años no había nada y ahora mismo hay entre 4.000 y 5.000 empresas en Europa», confirma Manuel Oñate, presidente de la Asociación Española de RPAs (AERPAS).

A pesar de tratarse de un normativa muy restrictiva, su entrada en vigor permitió despegar a un sector que llevaba tiempo calentando motores. «Hasta entonces, el uso de estos dispositivos suponía una actividad alegal, no estaba expresamente prohibida pero tampoco estaba regulada», como apunta Oñate.

Imagen termográfica captada por un dron. ACRE

Este pistoletazo de salida era muy esperado por las empresas españolas sabedoras de que cuentan con tres claras ventajas sobre la mayoría de sus competidores europeos para aprovechar esta tipo de tecnología: la climatología del país, numerosas zonas de baja densidad poblacional sobre las que operar y una orografía favorable. España tiene la oportunidad de liderar un sector que, según cálculos de la Comisión Europea, en 2050 habrá generado 150.000 empleos y que obtendrá alrededor de 15.000 millones de euros al año de beneficios.

A día de hoy, la introducción de Sistemas de Aviones dirigidos por Control Remoto (RPAs) ya ha permitido romper el techo de cristal de muchas profesiones, ofreciéndoles «posibilidades impensables hasta ahora», como admite José Antonio Domínguez Torrado, ingeniero en el departamento de Vehículos Aéreos no Tripulados (UAVs) del Grupo ACRE, una empresa que lleva más de 10 años ofreciendo servicios topográficos a sus clientes.

En sectores como el agrícola el uso de estas tecnologías está teniendo «una aceptación lenta pero muy buena». Estos robots voladores se emplean, por ejemplo, en la agricultura de precisión. Como explica Domínguez, utilizan cámaras de alta resolución y sensores térmicos y multiespectrales «capaces de registrar lo que el ojo no ve», lo que permite realizar un diagnóstico pormenorizado del estado de los cultivos.

Los drones también han resultado ser muy útiles para la identificación de especies. «Cada tipo de superficie interactúa con la radiación del Sol de manera diferente, absorbiendo unas longitudes de onda muy concretas y reflejando otras diferentes en unas proporciones determinadas», apunta el ingeniero. Los UAVs empleados por Acre incorporan sensores especiales -los de Tetracam, en este caso- que permiten registrar el espectro en diferentes bandas que permite determinar qué especie estamos documentando.

Álvaro Undabarrena Infante

Esta técnica permite elaborar mapas de vegetación muy precisos en los que se identifican las especies nativas y se controla la aparición de plantas invasoras o plagas, algo que resulta de especial interés para la conservación de los parques naturales. Juan José Negro, director de la Estación Biológica de Doñana (CSIC), lleva empleando RPAs desde 2008 con propósitos medioambientales. «Los drones nos han dado ojos en el cielo y nos permiten monitorizar zonas inaccesibles o de difícil acceso como es la zona de marisma inundada», explica.

Con la ayuda de estos aparatos han podido reproducir las rutas de vuelo de aves de presa en libertad y obtener información ambiental de las zonas de caza y las áreas sobrevoladas. Pero también han contribuido a aliviar tareas rutinarias como la inspección de nidos: «En lugar de trepar el árbol -algo que puede llevar una hora- y jugarte el tipo -algunos nidos se encuentran a una distancia considerable del suelo- estamos empleando drones para contabilizar los huevos y ver qué almacenan las aves en los nidos».

EL PERIODISMO DEL FUTURO

Pero si hay una profesión que mira a los drones con ojos especialmente golosos esa es el la del periodismo. ELMUNDO.es se ha desplazado hasta una antigua base militar en las afueras de Atlanta (Estados Unidos) donde se prueban aviones de combate. Allí, CNN y el Instituto de Tecnología de la Universidad de Georgia estudian cómo operar drones para obtener noticias, de manera segura y efectiva.

J.B.

David Price, encargado del laboratorio periodístico de drones, nos muestra las instalaciones que parecen sacadas de un libro de Ciencia Ficción: baterías eléctricas que permiten una hora de vuelo, cámaras de televisión aéreas con potentes zooms, sistemas de detección de infrarrojos…

«Somos los primeros que en recibir una autorización de la Administración Federal de Aviación. Gracias a ella estamos investigando las mejores formas de usar estos aparatos en el campo periodístico», explica Price.

El técnico considera fundamental «compartir el conocimiento para que CNN y otros medios de comunicación puedan integrar esta nueva tecnología en sus estrategias de cobertura de noticias».

Gracias a estos aparatos se puede transmitir información desde lugares de difícil acceso y en tiempo real. «Con un aparato tripulado a distancia ya no es necesaria la presencia física del periodista en el lugar de los hechos. Puede asistir a los mismos sin arriesgar su integridad ni la del equipo humano que le rodea», añade.

En España, las pequeñas productoras están sirviendo de avanzadilla para los grandes medios. Un ejemplo de ello es la Cabina Audiovisual, una empresa con sede en Asturias que lleva más de tres años empleando drones en sus grabaciones. «Funciona como una cabeza caliente. Al principio los estabilizadores eran muy malos, no estaban pensado para esto y tenías que estabilizar la imagen en postproducción. Ahora eso ha cambiado, casi puedes terminar de grabar y darle al la grabación al cliente en mano», cuenta Borja Medio, cámara y piloto de drone de la productora.

Rara es la semana que no tienen algún encargo que implique la utilización del dron. Sus principales clientes son organismos públicos que, en época de crisis, encuentran sus servicios más que atractivos para realizar vídeos de promoción turística y dar cobertura a eventos culturales y deportivos. Como apunta Medio, «contratar un helicóptero de grabación te puede costar una media de 2.500 euros la hora. Media jornada de trabajo con un dron son 250 euros».

El mayor escollo con el que se encuentran estas pequeñas empresas es «una legislación muy restrictiva», que, por otro lado, agradecen porque «sirve de criba para que sólo puedan volar los profesionales».

UNA LEGISLACIÓN RESTRICTIVA Y NECESARIA

Como es lógico, las leyes han ido siempre a rebufo de las innovaciones tecnológicas. El 5 de julio de 2014 se aprobó la primera legislación en España para el uso comercial de Sistemas Aéreos No Tripulados. Ya por aquel entonces había cientos de aficionados a este nuevo campo que se encontraban en un limbo legal. La normativa de 2014, aún de carácter transitorio, pretendía minimizar las consecuencias ante posibles accidentes y proteger la intimidad de los ciudadanos.

QUÉ DICE LA LEY

Los drones con fines comerciales deben ser utilizados a la luz del día y en condiciones meteorológicas favorables
Deben volar alejados de núcleos de población, edificios o edificaciones, reuniones de personas al aire libre y en espacios aéreos no controlados
Los pilotos deben tener licencia y pedir un permiso de vuelo
La distancia máxima de vuelo son 500 metros y no está permitido volar por encima de los 120 metros de altura
Los aparatos de más de 25 kg de peso necesitan una matrícula y un certificado de aeronavegabilidad que determina sus características de vuelo.

La legislación española sigue las directrices de la Unión Europea, basadas en la necesidad de tratar a los drones como nuevos tipos de aeronaves, integrarlos en el espacio aéreo y desarrollar una tecnología que cumpla estándares de seguridad.

Muchos usuarios y empresarios se quejan que las normas para el uso de los drones son muy severas y no permiten el desarrollo de esta industria en auge. «Los vehículos aéreos no tripulados ofrecen infinitas posibilidades, muchas de las cuales están aún por descubrir. Sin embargo, por el momento, en España tenemos una ley demasiado restrictiva que está impidiendo que se desarrollen innumerables aplicaciones civiles. Nos estamos quedando rezagados con respecto a algunos países como Estados Unidos», manifiesta Juan José González, responsable de Drones Rescue Spain, y experto en temas legales.

«Conozco a varias personas a las que han multado por utilizar un dron en circunstancias ilegales, es decir, con uso comercial, aunque como existe un claro vacío legal aún no han fijado la cuantía a pagar o la pena establecida», comenta el responsable de la primera asociación española de apoyo al rescate de accidentados.

Desde la AESA adelantan que una nueva normativa verá la luz en 2015. «La nueva regulación responde a la necesidad de establecer un marco jurídico que permita el desarrollo en condiciones de seguridad de un sector tecnológicamente puntero y emergente».

PUNTOS DE LA NUEVA REGULACIÓN:

  1. Los drones necesitan ser tratados como nuevos tipos de aeronaves con reglas proporcionales basadas en el riesgo de cada operación
  2. Tecnologías y estándares deben ser desarrollados para la plena integración de los aviones no tripulados en el espacio aéreo europeo
  3. La aceptación pública es clave para el crecimiento de los servicios de aviones no tripulados
  4. El operador de un avión no tripulado es el responsable de su uso

A pesar de las quejas de los operadores, la agencia defiende que «España ha sido uno de los primeros países de Europa en tener legislación sobre el uso de drones, y de hecho, tiene una de las más avanzadas. Nuestro país ha tenido legislación para el uso civil de los drones antes que los Estados Unidos. La propia UE todavía no ha comenzado a legislar el uso de estos aparatos, y esa normativa europea no se prevé que esté hasta 2016″.

El primer país europeo en contar con una normativa para el uso de estos aparatos fue Francia. En abril de 2012 entró en vigor una ley que aún hoy sigue siendo revisada.

APRENDIENDO A MANEJAR UN DRON

¿Sabían que la temperatura ambiente desciende 6,5 Cº por cada 1.000 metros de altura? Meteorología, Reglamentación, Conocimiento de la Aeronave, Navegación e Interpretación de Mapas, Procedimientos Operacionales…. Son algunas de las numerosas asignaturas que se estudian para obtener la licencia de piloto de drones u operador de aeronaves no tripuladas, un título cada vez más demandado.

La escuela de formación de pilotos de drones del Club de Vuelo TAS de Cuatro Vientos (Madrid) empezó a funcionar poco después de que fuera aprobada la ley temporal. Desde entonces han formado a más de 100 pilotos.

El curso está compuesto por una parte teórica (con un mínimo de 60 horas de formación) y otra práctica, que incluye ejercicios en un simulador. «Los ejercicios básicos empiezan de una manera gradual, con movimientos rectos, a mover con suavidad y se van complicando a medida que avanzan las prácticas», explica Esteban Tera, instructor del centro.

Finalizado el aprendizaje, que debe estar acreditado por una ATO (Organizaciones de Entrenamiento Aprobadas) autorizada por AESA, hay que pasar todas las pruebas de un examen llevado a cabo por un instructor-examinador.

Entre otras, hay que hacer un despegue vertical seguido de un vuelo estacionario de 10 segundos de duración a la altura de los ojos del piloto, una S hacia adelante con cambios de rumbo o un viraje de 360º a la derecha, y otro a la izquierda, descendiendo hasta 5 m de altura. «Esos movimientos están pensados para maniobras de seguridad», apunta Tena.

Además del curso básico de piloto de RPAS, que cuesta unos 1.000 euros, existen otras modalidades de formación para el pilotaje. Con el curso avanzado se pueden manejar drones de hasta 25 Kg, tanto dentro como fuera del alcance visual del piloto. Y el curso teórico PPL (Licencia de Piloto Privado de Avión) más piloto de RPAS, con el que es posible volar drones de hasta 150 kg, también dentro y fuera del alcance visual del piloto.

MADE IN SPAIN

En España hay alrededor de 20 empresas trabajando en el desarrollo sus propios sistemas. «El sector de las RPAs se asemeja más al de Internet que al de la aviación», apunta Oñate, «hay empresas de todos los pelajes. Las hay muy grandes -como Indra o Airbus- pero también existen otras más pequeñas, que desarrollan productos muy innovadores».

Dentro de este último grupo encontramos a Atyges, una empresa malagueña de ingeniería y aeronáutica, que diseña sistemas que más tarde son adquiridos por grandes multinacionales. Empresas como Ferrovial-Agroman o Rover-Alcisa (Iberovías) figuran en su cartera de clientes y emplean sus dispositivos en aplicaciones derivadas del ámbito de inspecciones industriales, topografía y obra civil.

«También tenemos a instituciones públicas que han adquirido nuestra tecnología para su empleo en el ámbito de la seguridad y protección civil, como es el caso de la Junta de Extremadura, o Universidades como Jaén y Granada que los emplean en tareas de investigación», explica Federico Alva, ingeniero y uno de los fundadores de la empresa.

Sin embargo, los primeros en construir un dron en suelo español fueron los ingenieros delInstituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) que empezaron a trabajar en el desarrollo de estos sistemas a principios de los 90. Entonces suponía «un auténtico desafío tecnológico», explica Francisco Muñoz Sanz, director del Departamento de Programas Aeronáuticos, «no había nadie en este país mentalizado de su uso».

En casi dos décadas han desarrollado dos familias completas de sistemas. La primera de ellas está diseñada para «la observación y se basa en el uso de cámaras que transmiten en tiempo real». El primero de sus miembros en ver la luz fue el SIVA (Sistema Integrado de Vigilancia Aérea), un dispositivo de 300 kg de peso y «uno de los más grandes que se ha hecho en España, capaz de alejarse hasta 200 km, si la línea de visión lo permite». Le siguióAlo, un modelo más discreto, de 50 kilos, ideado para misiones más cortas y de poca duración. El último alumbramiento fue Milano, el hijo pródigo, un vehículo aéreo de 1 tonelada con más de 20 horas de autonomía capaz de alcanzar una velocidad de 230 km/h y los 7.000 metros de altura.

La segunda está compuesta por aviones blanco, Alba y Diana, que «sirven para entrenamiento de las Fuerzas de Defensa antiaérea, para que demuestren si son capaces de detectarlos y anularlos», explica Muñoz Sanz.

El INTA, que depende del Ministerio de Defensa, ofrece formación y entrenamiento a las Fuerzas Armadas desde 2006. Sin embargo, los RPAs que emplea el Ejército en zonas de combates son de fabricación extranjera. Israel y EEUU son los principales proveedores mundiales de RPAs con fines militares. Solo entre 2010 y 2014, llegaron a vender 297 millones de drones militares a países extranjeros, según un estudio del Instituto para la Investigación de la Paz Internacional de Estocolmo (SIPRI).

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