Tras la muerte la pasada semana de más de 1.000 personas en varios naufragios, la UE ha reaccionado, pero de forma muy tibia y ambigua. El domingo, todas las instituciones condenaron y lamentaron las muertes y prometieron acciones decisivas. «Hemos dicho demasiadas veces ‘basta ya'», lamentó la alta representante para la Política Exterior, Federica Mogherini. Pero lo aprobado hoy queda muy lejos de lo solicitado por Italia y lo reclamado por toda clase de organizaciones internacionales.

El primer paso fue el encuentro conjunto de Luxemburgo. El segundo, una cumbre extraordinaria este mismo jueves en Bruselas con la presencia de todos los jefes de Estado y de Gobierno, a petición del primer ministro italiano, Matteo Renzi.

Como antesala, los titulares de Exteriores e Interior dieron en Luxemburgo el visto bueno a un plan de acción de 10 puntos. La idea original era algo ambiciosa, según los borradores, pero el texto definitivo cambió la propuesta de «doblar los recursos para las operaciones Tritón y Poseidón» y una referencia directa a operaciones de «búsqueda y salvamento» por una medida mucho más limitada, sin mención a esas operaciones concretas y sin salvamento, sin cantidades concretas ni detalles.

Es decir, como confirmó el ministro español Jorge Fernández, quehabrá más medios navales y aéreos, pero para el objetivo inicial de Tritón, de Frontex, que es controlar las fronteras. «Es una vergüenza que la UE dedique sólo tres millones de euros al mes» a esas operaciones, denunció el ministro italiano de Exteriores, Paolo Gentiloni, a su llegada. «Basta ya de cháchara. No hay nada que hablar, hay que hacer cosas. Y si no quieren hacerlas y ayudar, que nos dejen hacer a nosotros», añadió horas después Angelino Alfano, el ministro de Interior transalpino.

El Plan europeo de 10 puntos redactado a contrarreloj, sobre el que trabajarán los primeros ministros y presidentes el jueves, sí hace hincapié claro en la lucha activa contra las mafias de traficantes, y promete un «esfuerzo sistemático para capturar y destruir las embarcaciones usadas por los traficantes», en misiones civiles y militares. «Es un objetivo prioritario, hay que cortar la financiación de las bandas, evitar que compren los barcos de los que se están sirviendo. Destruir in situ esos barcos de operaciones ilícitas», detalló García-Margallo.

Pero el documento consensuado, además, tiene otras líneas destinadas a contentar a los sectores más duros. Por ejemplo, con referencias a que «los Estados miembros se asegurarán de tomar las huellas de todos los emigrantes» o que se «establecerá un nuevo programa para devolver rápidamente a los migrantes irregulares». Algo curioso por el momento y porque minutos después la alta representante Mogherini reconocía que «a veces devolver a los emigrantes es otra forma de matarlos».

Ahora mismo no existe una estrategia europea por diferentes motivos. Primero, porque todas las competencias son nacionales. Segundo, porque hay una clara disparidad de intereses entre los países del sur, a donde los emigrantes llegan por tierra o mar, y los del norte, que es donde los refugiados piden asilo.

Italia pide abiertamente más fondos (Tritón tiene apenas un tercio del presupuesto de Mare Nostrum, la misión italiana que salvó a 100.000 personas en 2014), pero tampoco ve con simpatía un sistema de repartición de los llegados por cuotas, porque de hacerse en función de población y PIB, tendría que recibir muchos más que hasta ahora.

Reino Unido, en las reuniones, empuja abiertamente por centrar la estrategia en los países de origen. Y hasta cierto punto es lo marcado hoy, multiplicando la lucha contra las mafias, destruyendo, con base legal, y vigilando los puertos. El último punto del plan por ejemplo habla de desplegar oficiales de enlace en el norte de África para recabar información sobre los flujos migratorios.

De más ayudas a los que ya están en el mar, poco, pese a las palabras de solidaridad o la postura favorable de países tan dispares como Luxemburgo o Lituania, cuyo ministro de Exteriores explicó en la reunión que «si bien el Mediterráneo nos queda lejos, lo sentimos muy cerca».

Se habló de «considerar opciones para un mecanismo de recolocación de emergencia», se baraja un «proyecto piloto voluntario» para reasentar a las personas «con necesidad de protección» y de llevar al terreno una misión en Italia y Grecia para trabajar de forma conjunta «en los procesos de solicitud de asilo». Pero Frontex, y la operación Tritón, no cambiarán, y su objetivo seguirá siendo de vigilancia y no de rescate, para evitar «un efecto llamada».

Los ministros de Interior, como han reiterado hasta la saciedad, creen que si los traficantes saben que habrá barcos de rescate tendrán todavía menos escrúpulos. Y por eso abogan por no cambiar el mandato de la agencia.

Fuente: http://www.elmundo.es/internacional/2015/04/20/5534c5b8268e3ed5648b4573.html