Para enojo del gobierno de Cristina Kirchner, el Fondo Monetario Internacional (FMI) no sólo recomendó ajuste fiscal y una mayor devaluación del peso, sino que, de paso, argumentó que hay expectativas de inversión más favorables para «después de las elecciones» de octubre próximo.
En un informe difundido ayer, el organismo que lidera Christine Lagarde sitúa a la Argentina inmediatamente después de Venezuela a la hora de señalar la necesidad de aplicar ajustes para atender los «importantes desequilibrios macroeconómicos» que impiden el crecimiento. En ese sentido, sugirió la aplicación de «políticas más restrictivas, combinadas con un tipo de cambio más débil» para favorecer así un retorno «a la estabilidad y el crecimiento». Apunta también en esa dirección el contraste con la devaluación del real en Brasil. El Fondo prevé una recesión de 0,3% este año y un crecimiento de apenas 0,1% en 2016.
El diagnóstico está expresado en el informe sobre Perspectivas Económicas Regionales (REO, por sus siglas en inglés). Por norma, el documento avanza, con un poco más de detalle, en lo que diagnostica el informe de Perspectivas Económicas Mundiales (WEO), difundido en la asamblea del FMI en esta ciudad.
Junto con la sugerencia de mayor devaluación y ajuste fiscal, el Fondo incluye una lectura de la expectativa que abren las próximas elecciones nacionales para dirimir la sucesión del gobierno de Cristina Kirch-ner y el ingreso en su etapa final.Señala que, pese al diagnóstico de dificultades macroeconómicas, el «sentimiento de los inversores en el país recuperó algo de terreno».
Un cambio de clima que el texto atribuye «a la expectativa de que algunas de las políticas más disruptivas» para la actividad económica «podrían relajarse tras las elecciones de octubre».
No es la primera vez que desde el exterior se apunta una impresión de ese tipo a partir de las próximas elecciones. Pero es la primera vez que la idea aparece en boca del Fondo. Difundido ayer, el documento ya estaba en conocimiento del Ministerio de Economía, que en una comunicación interna al Fondo dejó sentado su absoluto rechazo a la idea del ajuste. «No sólo es equivocado su diagnóstico, sino que resulta igual de errado y hasta peligroso que insistan» con la idea de un ajuste, dice el texto que las autoridades argentinas elevaron durante el reciente paso del ministro Axel Kicillof por la asamblea de la entidad.
Consultado ayer por LA NACION, el director del Departamento para América latina del organismo, Alejandro Werner, no quiso entrar en detalles sobre el ajuste que recomendó para la Argentina. Roberto Cardarelli, uno de los técnicos del Fondo, respondió que «las distorsiones» en la economía argentina «siguen siendo fuertes». En línea con la devaluación que sugiere el informe, apuntó, «sobre todo, a la tasa de cambio, que afecta mucho a la actividad industrial». En conjunto, Cardarelli confesó que le resulta «difícil prever el futuro de la Argentina si no se atienden las distorsiones».
La presentación se hizo en Santiago de Chile, pero siguiendo una modalidad creciente en el Fondo se convocó a una rueda de prensa internacional con el apoyo de Internet. Titulado «El Norte se recupera, el Sur aún espera», el informe arranca con un detalle de cómo el contexto internacional castiga especialmente a los países exportadores de materias primas. Entre ellos, la Argentina.
Pero al hacer un diagnóstico sobre la situación económica, avanza en la existencia de «desequilibrios económicos importantes», que se hacen presentes «tras un período prolongado de expansión fiscal basada cada vez más en el financiamiento del Banco Central». Señala que «las restricciones invasivas sobre el comercio y sobre el mercado cambiario» redundaron en la creación de una «significativa brecha entre la tasa oficial y el intercambio informal» de divisas.
Si bien admitió que la brecha entre ambas cotizaciones «se estabilizó» en el orden del 40 o 50% desde los últimos meses del año pasado y pareciera que la inflación retornó a niveles de dos dígitos, algo menores», eso sigue siendo una distorsión que afecta a la actividad.
Señala luego la limitación que el litigio «en curso» con los llamados fondos buitre implica para el acceso al mercado internacional de bonos. «Las presiones cambiarias han disminuido, pero la producción previsiblemente retrocederá a lo largo de 2015, extendiendo la desaceleración del año pasado», sostuvo.
Al asociar la situación del país con la de Venezuela, el Fondo consideró que «aun con perturbaciones económicas menores la Argentina requerirá una mezcla similar de políticas macroeconómicas más restrictivas, un tipo de cambio más débil y menos distorsiones para sentar las bases que permitan un retorno a la estabilidad y al crecimiento».
Desde una perspectiva más alentadora, señala la existencia de un «optimismo relativo de los inversores», que vincula «con el nivel moderado del endeudamiento externo» del país.
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