San Rafael, Mendoza 23 de noviembre de 2024

Amor en tiempos de rutina

noviosNo trates de evitarlo, no creas que tu relación es tan especial que va a zafar; el momento llega, la persona con la que antes hacías las cosas más locas y románticas, ahora se deja los soquetes puestos para ir a la cama.

No te culpes, no tiene nada que ver con esos 2 kilitos que engordaste, o con la cara de cansada que tenías antes de acostarte. Solo pasa que ese amor en donde ambos idealizaban al otro, que parecía ser perfecto, empieza a ser reemplazado por un ser humano real, fuera de tu idealización.  

Ahí es cuando de repente escuchas salir de su boca frases del tipo: “Odio los perros” WTF! ¿En serio? ¿Yo llevo un año y medio con este personaje?? Si y, no es que alguien lo cambio, es que en ese transcurso de tiempo, ese tipo de comentarios no cuadraban con tu sueño; entonces simplemente los desechaste.

Ahora bien, ¿somos capaces de amar a ese ser humano “real”? La verdad es que hasta ese momento no lo amaste, solo amaste la mera ilusión de mariposas en la panza, risas a montones y, mensajes pícaros en el teléfono. Amaste a una creación, que para no ser tan pesimista, algo tiene que ver con la persona real. Esa persona real, transpira, se resfría y si… puede pasar… odia a los perros.

Poder amar a alguien real, con virtudes y defectos, no es para todos; o mejor dicho, no todos están preparados. Principalmente porque para aceptar sus defectos, hay que reconocer los propios y, para empeorar la situación; no alcanza con reconocerlos. Hay que saber que el otro los va a percibir y muchas veces… a sufrir.

Esto se pone cada vez peor, porque aceptar que la persona que esta con uno, no es un príncipe azul, no es tan difícil como aceptar que una no es la princesita con zapatos de cristal que pretendía ser para el otro, lo que conlleva lógicamente a que dejen de tratarte como tal, y comiencen a tratarnos con un ser humano, que transpira, se refría, y sí, ama a los perros, pero quizá, demasiado.

¿Esto es una catástrofe? No, no lo es. Con quien sea que este, (generalmente), te va a querer con defectos y todo.

Dejar caer la cobertura de la idealización, lleva a que por fin se puedan relajar, vas a poder llorar y reír cuando realmente tengas ganas de hacerlo. Y lo mejor de todo, levantarte de mal humor, y con cara de pocos amigos, sin tratar de disimularlo. Respirar profundo, largar tus enojos más tontos, sabiendo lo ridículo que suenan en voz alta, y si después te animas a mirarlo, vas a descubrir con sorpresa, que sigue ahí. Entonces felicitaciones, pueden festejar con una cerveza bien helada, porque recién ahora, se ha producido un verdadero encuentro.

Macarena Sánchez Navarro
Licenciada en Psicología
Izuel 415 – San Rafael

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