La resolución 17, dictada por la Secretaría de Comercio el 13 de febrero pasado, creó el sistema de monitoreo de abastecimiento y disponibilidad de bienes e insumos (Simona), destinado a «detectar de modo preventivo las contingencias que pudieran ocurrir en el proceso productivo, distributivo y/o de comercialización, con potencial para afectar sustancialmente el normal abastecimiento de insumos y/o bienes finales». En la Argentina 2015, ¿servirá para solucionar problemas concretos o sólo distraerá energías?
Al respecto conversé con el norteamericano Leonard Edward Read (1898-1983), quien en 1946 creó la Fundación para la Educación Económica. Lo consulté porque en 1958 publicó una monografía titulada «Yo, lápiz», que se hizo famosa. «No conozco ningún otro trabajo que de manera tan sucinta, persuasiva y efectiva, ilustre el principio de Adam Smith de la mano invisible, y el énfasis de Friedrich August von Hayek sobre la importancia de la dispersión del conocimiento y el rol del sistema de precios», afirmó Milton Friedman.
-¿Por qué ilustró su tesis con el caso del lápiz?
-Porque todo el mundo sabe de qué hablo. Hice como Adam Smith, quien ejemplificó el principio de la división del trabajo con la fabricación de alfileres.
-Pero su perspectiva es interesante, porque hace hablar al lápiz. Me hizo acordar a la Petición, de Claude Frédéric Bastiat, y al Soy Roca, de Félix Luna. Sintéticamente, ¿qué dice el lápiz?
-Todos me conocen, pero nadie sabe cómo construirme. Se necesita un árbol, que crece en California y Oregón. El grafito proviene de Sri Lanka. Se mezcla con arcilla, originada en Misisipi. También se usan laca y latón. Soy el resultado de muchísimos esfuerzos humanos, realizados por personas que no se conocen entre sí, ninguno de los cuales hace lo que hace porque me aprecia. En una palabra: existo por una compleja combinación de milagros. La lección que tengo para dar es la siguiente: no traben las energías creativas.
-Yo acostumbro a ejemplificar con el caso del desayuno.
-Que también es bueno. Le recomiendo al lector que cuando mañana bien temprano vea en su mesa café, leche, pan y manteca, piense en todo lo que tuvo que ocurrir, sin ningún tipo de coordinación centralizada, para que él (o ella) pudiera desayunar.
-Lo consulto porque la Secretaría de Comercio acaba de diseñar un procedimiento para que productores, comercializadores y consumidores le avisen al Gobierno, con anticipación, que puede faltar algún producto, para que los funcionarios solucionen el problema.
-Nuevo ejemplo de la diferencia que existe entre información y conocimiento. Cuando a partir del 2 de marzo opere la nueva disposición, la Secretaría de Comercio va a ser inundada con miles de presentaciones diarias, que no van a tener ninguna posibilidad de evaluar. Y no por falta de recursos: el Gosplan, la oficina de planificación de la ex Unión Soviética, tenía más de 2 millones de funcionarios, y no pudo evitar la implosión del sistema. A juzgar por los resultados es difícil inferir el criterio con el cual las autoridades aprueban o rechazan las DJAI.
-Pero algo hay que hacer, para que no se multiplique el reciente caso del desabastecimiento de tampones.
-¿Por qué los funcionarios no comienzan por preguntar, no por qué hay productos que nunca existen, sino por qué habrían de faltar productos que hasta ahora existían? Seguramente que en la enorme mayoría de los casos descubrirían que la causa por la cual algún producto puede llegar a faltar es alguna medida gubernamental presente o la expectativa de alguna modificación de la política económica.
-Explíquese.
-Pensar que algún empresario va a desabastecer algún mercado, porque aplica las maldades adjudicadas al neoliberalismo, es no pensar. Lo más probable es que interrumpió las entregas porque le faltó alguna materia prima importada, le cortaron la luz, una protesta bloqueó una ruta, etcétera. En los países donde la política económica es sustentable y creíble, sólo se producen desabastecimientos friccionales.
-Don Leonard, muchas gracias..
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