La última gira del cantante mexicano más exitoso en los últimos 30 años ha estado rodeada por críticas y polémica
Le acusaron de estar fuera de forma pero sus fans le perdonan
Es jueves en la Ciudad de México y un nutrido grupo de vendedores ambulantes espera en la explanada del Auditorio Nacional. Luis Miguel se presenta esta noche. “Nadie vende como él”, asegura Claudia, de unos 40 años, que se apuesta a la entrada rodeada de camisetas, vasos tequileros, tarros de cerveza, tazas, bolígrafos, llaveros, pendientes, pulseras. Hay expectación por el concierto. Las primeras fechas de este año de la gira Dèjá vu en México, un ambicioso tour de 219 fechas que tiene programado recorrer 33 ciudades y cinco países, han sido accidentadas. El cantante apareció con unos kilos de más y le acusaron de estar fuera de forma, de que su espectáculo no ofrece nada nuevo y que incluso el cartel, que muestra su perfil derecho como la mayoría de sus imágenes oficiales, es de una fotografía de hace 10 años. Las redes sociales se mofaron de él hasta el cansancio. El Sol se convirtió en un meme.
Antes, el 9 de febrero, suspendió en Mérida (Yucatán). Un portavoz de la organización aseguró que había “bebido” y él respondió que todo se debió a problemas “técnicos de su avión”.
La reacción contrasta con el halo de misterio que acompañó al cantante por muchos años. “Siempre había un respeto hacia Luis Miguel, incluso entre los medios. La broma era recurrente. ¿Qué entrevista te falta? Luis Miguel”, recuerda la periodista Martha Figueroa, autora de la biografía Micky, un tributo diferente (Aguilar, 2010) y quien ha seguido al cantante desde hace más de 25 años. Eso sí, aclara que para el intérprete sus actuaciones son su vida. “Hay muy pocas cosas que le importan a Luis Miguel y una de ellas es actuar en un escenario”. Figueroa reconoce que El Sol no brilla como antes. “Y eso que tiene un potencial tremendo. Es imponente y ahora canta mejor que hace 15 años. Podría hacer cosas tremendas”. ¿Qué es lo que ha pasado? “Se ha negado a cambiar con los tiempos. Si la gente le dice que evolucione, él se lo toma a mal. No tiene a alguien que le guíe para cambiar acorde con los tiempos”.
Es padre de tres hijos con los que casi no tiene relación. Le acusaron de no ocuparse de su manutención
La figura de Luis Miguel trasciende la música. Para generaciones de mexicanos (a su favor y en su contra) representa la imagen de un estatus social: “El chavo fresa [pijo] por antonomasia”, cita la crítica cultural Concepción Moreno. “El Chingón de El Laberinto de la Soledad”, uno de los perfiles del mexicano que describe Octavio Paz. El triunfador. El que tiene un séquito de sirvientes, el deseo de las mujeres más guapas, la mejor mesa en el restaurante, la suite más lujosa del hotel. La vida le sonríe y él le sonríe de vuelta. A eso hay que sumarle su inocultable sentimiento patriótico. “Como un buen sarape de Saltillo / Como bienvenida en Veracruz / Con la emoción de un beso frente a frente / Así se lleva México en la piel”, entona en una canción. Y su origen es el de un inmigrante: nació en Puerto Rico en 1970, hijo de un gaditano y una italiana. Su padre, Luisito Rey, era un cantante de carrera malograda, que dejó cuando depositó sus sueños en su hijo. Luis Miguel debutó siendo apenas un niño, en 1981, con solo 12 años. Cantó La Malagueña.
Dicen que Rey, cuyo verdadero apellido era Gallego, le ponía como ejemplo a Elvis Presley para sus actuaciones. Su padre manejó su carrera hasta que él tuvo 19, cuando Luis Miguel decidió tomar vuelo por su cuenta y ocurrió una amarga separación. Su madre, Marcella Basteri, desapareció en 1986. Luis Miguel y sus dos hermanos —Alejandro y Sergio, los dos menores— han mantenido un hermético silencio al respecto
Es padre de tres hijos. Michelle Salas, que concibió con Stephanie Salas (nieta de la actriz Silvia Pinal), en 1989, una paternidad que no reconoció hasta 2008. Los dos menores son Miguel, de ocho años, y Daniel, de seis, de su relación con la actriz Aracely Arámbula, de la que se separó en 2009. Arámbula demandó en 2012 al cantante por el impago de la manutención de sus hijos. La pareja llegó a un acuerdo fuera de los tribunales, pero la actriz ha declarado que Luis Miguel rara vez convive con los niños, que llevan el apellido Basteri, el de la desaparecida madre del cantante.
Pero en el escenario, explica Figueroa, sus admiradoras “le perdonan todo”. Los escándalos, la lejanía, las dudas sobre si es un buen padre. Luis Miguel se dirige a sus admiradoras y ellas responden con un grito, al unísono. El último concierto termina. Las fans suben fotos y vídeos de El Sol, con El Sol, cantando las canciones de El Sol. Moreno escribe: “Luis Miguel es, como el fútbol, una de las pocas cosas que igualan a todos los mexicanos”. Un intérprete al que han comparado con Julio Iglesias, con Frank Sinatra. Y con Elvis.
Sé el primero en comentar en «Luis Miguel, el eclipse de El Sol»