Las escuelas mendocinas comienzan a adoptar una nueva metodología para redefinir roles y trabajar en la igualdad de género. Para ello se usan estrategias a través de la literatura infantil y otras actividades en clase, pero también apuntan a cambiar desde la base. Por eso desde el Programa Provincial de Educación Sexual de la DGE promueven abandonar “el rosa y el celeste” para diferenciar géneros, que se construyan baños mixtos en las escuelas y que las filas sean también para niños y niñas.
La psicóloga Ana Laura Roitman, miembro del equipo técnico del Programa Provincial de Educación Sexual de la Dirección General de Escuelas, explica que a partir de la aplicación de la Ley 26.150 de Educación Sexual Integral se ha comenzado a trabajar en las aulas con contenidos que rompen los estereotipos fijados por la sociedad patriarcal.
La idea es que los más pequeños aprendan que la cultura actual ha llevado a que los roles ya no sean exclusivos para un solo género y que las actividades son compartidas tanto dentro del hogar como el mundo laboral.
Para esto, se han introducido modificaciones para dejar de lado viejas normas escolares como la formación en filas de nenes y nenas antes de entrar al aula. “También se ha eliminado el concepto de que el color rosado es para nenas y el celeste para varones, por lo que cualquiera puede usar el que más le guste para hacer sus tareas escolares”, explica la psicóloga.
“Muchas veces los familiares responden con temores y preconceptos de lo que implica la educación sexual en las escuelas, pero estos preconceptos son derribados cuando los docentes les explican las actividades que se realizan en clase”, explicó Roitman.
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